jueves, diciembre 31, 2015

"¡EXTERMINADOR!", DE WILLIAM BURROUGHS


¿Se acuerdan del Congo? 15.000.000 millones de negros exterminados sistemáticamente por los cazadores de recompensas blancos. Al principio se les pagaba previa presentación de un par de orejas completo. Sin embargo algunos cazadores blandos de corazón se limitaban a cortar las orejas y no cumplían con su trabajo tipo:
—Mira negrito yo no tengo nada contra ti es mi trabajo mujer y niños en Inglaterra soy una buena persona. Supón que solo te corto las orejas y te dejo vivir naturalmente espero alguna cosilla por los problemas. ¿Qué me dices?
—Tú ser buen hombre, amo. Tú ser justo hombre blanco.

William Burroughs


Publicado en 1973 por la editorial Viking Press, ¡Exterminador! es una colección de relatos cortos que habían aparecido previamente en prestigiosas revistas como Rolling Stone, Evergreen Review, Village Voice o Esquire Magazine. Basta con leer la primera página para descubrir el estilo inconfundible del autor: una mezcla entre surrealismo, crítica social, desprecio a las normas y experimentación física, mental y espiritual a través del consumo de narcóticos de toda índole.

Considerado uno de los escritores más visionarios, vanguardistas y extravagantes de la historia de la literatura moderna, Burroughs nos traslada a través de las palabras a un universo en el que las reglas existen para quebrantarlas, los Gobiernos son una herramienta de control, las autoridades carecen de cualquier tipo de decencia, las armas solucionan los problemas espinosos y la única forma de ignorar los horrores de la vida diaria implica consumir sustancias (legales o ilegales) a través de vía intravenosa. Exterminadores de insectos, rodajes de películas porno, cárceles atestadas de delincuentes, la evolución humana como caos que traerá la destrucción al planeta, sodomía, búsqueda de estupefacientes, documentales que ilustran el declive de la civilización, virus biológicos, violencia policial, imperialismo americano, sectas y matanzas sumarias forman un mosaico enloquecido en el que se desgranan sus obsesiones habituales.         

Entre todas estas historias destacan ¡El exterminador!, Viento morir. Tú Morir. Nosotros morir., El regreso del astronauta, Últimos resplandores del crepúsculo y El advenimiento del Héroe Púrpura. El ácido y despiadado humor de Burroughs no concede perdones y carga contra una sociedad corrupta, deshumanizada y decadente. Algunos relatos contienen elementos experimentales sin puntuación de ninguna clase o el famoso cut-up método de mezclar textos al azar para romper la linealidad de la palabra escritaque prácticamente utilizó durante todos los años setenta. A modo de “cameos”, aparecen viejos personajes como el celebérrimo Dr. Benway (amoral médico que solo desea realizar aberrantes experimentos con sus pacientes) o el billonario A.J. (un Howard Hughes/Larry Flint proclive a llevar una pistola de agua cargada de semen a las fiestas de alta sociedad para disparar a las invitadas). Ambos constituyen una sátira feroz tanto al sistema médico (que no duda en tratar a los enfermos como objetos desechables) como a las clases privilegiadas (estúpidas, pueriles y embebidas en su falsa sensación de poder obtenido gracias al dinero).

El universo literario de William Burroughs se caracteriza por la falta de bondad, locura, catástrofe, muerte y alucinación. El ser humano es miserable, repulsivo y cruel por naturaleza, la familia una farsa destinada a perpetuar su propia decadencia, los estamentos gubernamentales destilan avaricia y podredumbre, y la religión una farsa absoluta cuyo único objetivo es desplumar a los ilusos que creen en su degenerada doctrina. No existe espacio para el amor, la ternura o los sentimientos. Como mucho, satisfacción inmediata forzando a realizar prácticas sexuales al primer joven atractivo que tenga la desgracia de encontrarse en el lugar inadecuado. La Tierra está condenada al holocausto nuclear y, por algún extraño misterio, resulta increíble que aún no haya sucedido.

                          


                

lunes, diciembre 21, 2015

"BIG SUR", DE JACK KEROUAC


La angustia mental es tan intensa que uno siente que ha traicionado su propio nacimiento, el esfuerzo y los dolores de parto de mi madre cuando me trajo al mundo, he traicionado el esfuerzo que hizo mi padre para alimentarme,  permitirme crecer, hacerme fuerte y Dios mío también educarme para la “vida”, se siente una culpa tan profunda que uno se identifica con el Demonio y Dios parece muy lejano, abandonándolo a uno a su estupidez enfermiza.

Jack Kerouac


Publicada en 1962, cuando contaba con cuarenta años, a diferencia de En el camino, el impulso vital, lúcido y nervioso que lo caracterizaba ha sido reemplazado por la depresión y la pérdida de la esperanza. En Big Sur nos encontramos con un Kerouac hastiado de la vida, profundamente insatisfecho, víctima de los efectos devastadores de la fama y el alcohol.

La influencia de la Generación Beat ha creado una serie de imitadores vestidos con ropa de marca, petulantes y de escaso talento artístico que, a diferencia de sus fundadores, destacaban por carecer de originalidad o ideas propias. Bohemios que vivían gracias al dinero de sus padres y se consideraban demasiado especiales para aceptar un empleo que los obligara a ensuciarse las manos. Kerouac detestaba haberse convertido en el portavoz de una generación consentida y autocomplaciente que le expresaba su fanatismo —lo consideraban un individuo excepcional y un modelo a seguir— en las barras de los bares que solía frecuentar. Este, para no decepcionarles, gracias a su liquidez económica, los invitaba a todo lo que demandaran.

La necesidad de huir de su entorno fue tan imperiosa que aceptó la propuesta de su amigo (y editor) Lawrence Ferlinghetti para pasar una temporada en una cabaña de su propiedad aislada de la civilización. Kerouac no tardó demasiado en hacer las maletas y poner rumbo a Big Sur. Durante varias semanas, lejos de colegas, admiradores y aprovechados, disfruta de su propia compañía leyendo y dando largos paseos en un entorno salvaje dominado por bosques, bancos de niebla, riachuelos, ratas por doquier, playas de arena blanca, gaviotas, grandes acantilados y el océano tempestuoso. Aunque es un ferviente defensor del budismo, la religión no le ha servido para encontrar la paz de espíritu. Para su pesar, Kerouac era un individuo gregario que necesitaba la compañía de sus semejantes aunque en el fondo de su corazón no los soportara.

En la novela aparte de Lenore Kandel, Michael McClure, Philip Whalen, Lew Welch y Victor Wong volvemos a encontrarnos con Neal Cassady al que hace varios años con el que no mantiene contacto porque estuvo encerrado en San Quintín por tenencia de marihuana. Cassady ya no es el joven impetuoso inmortalizado detrás del volante, el mismo que era capaz de conducir durante días sin demostrar el menor ápice de agotamiento. Casado, padre de familia, con dos hijos y un empleo inestable, juega largas partidas de ajedrez y critica la adicción a la bebida de su amigo. Este no ha perdido su poder de fascinación sobre Kerouac y continúa siendo el motor principal de su literatura gracias a una relación de profunda amistad jalonada por la admiración, celos y competencia. A pesar de ello, continúa teniendo una amante en alguna parte a la que no duda en presentarle, y con la que el autor terminará teniendo una corta y desventurada relación amorosa.

Durante toda la obra, Kerouac es víctima de un estado anímico depresivo, paranoico y resacoso que le hace pensar en la muerte constantemente. Un hombre debilitado por una vida de excesos que, inevitablemente, han terminado por pasarle factura. Cansado de aparentar un entusiasmo y una alegría que no experimentaba, la narración fluye en una perpetua angustia física, mental y espiritual causada por el delirium tremens. Ya no es capaz de disfrutar del presente. Psicótico, enfermo, víctima de alucinaciones, cree que tiene enemigos en todas partes y que el mundo está en su contra. Las fiestas y la bebida nutren su creatividad y aunque el deliro, el egoísmo, el autodesprecio y el veneno que recorre sus entrañas lo han deteriorado para siempre, como buen católico, espera encontrar la salvación.   

Pocos autores del panorama literario actual —en el que priman los productos comerciales de fácil asimilación— serían capaces de exponer de manera tan descarnada sus demonios internos sobre las páginas. Big Sur es una obra de escape que muestra el lado más amargo y oscuro del padre de la Generación Beat.   




sábado, noviembre 21, 2015

EDITORS: UN TRIUNFO INCUESTIONABLE

La sala Riviera siempre me ha traído gratos recuerdos. En ella asistí a mi primer concierto importante: la cita fue con los Cure durante lo que se creía su última gira la etapa Bloodflowers. Quince años después el recinto continúa igual que antaño: un lugar pequeño y acogedor con aforo limitado que —a diferencia de los grandes festivales— permite mayor conexión e intimidad con las bandas que pisan sus tablas. Nunca he entendido la mala fama que tiene sobre su sonido porque todas las veces que he estado allí me ha resultado perfecto. Supongo que la próxima vez tendré que plantarme en la barra en lugar de en las primeras filas para comprobarlo. Mientras tanto, prefiero contemplar a las formaciones que me gustan lo más cerca posible.

The Twilight Sad

Sobre las ocho, The Twilight Sad salieron tímidamente al escenario dispuestos a calentar al público. Empezaron con una intensa There's A Girl in the Corner que obligó a prestar atención hasta a los más despistados. El sonido de la banda —denso, taciturno, potente y claustrofóbico— retumbaba con ecos shoegaze a la guitarra, sintetizador y una sección rítmica perfectamente engrasada. It Never Was the Same sirvió de preludio a una fabulosa Nil con la que los asistentes al concierto explotaron. Resulta increíble lo mucho que gana esa canción en directo. 

Cabe destacar la presencia del vocalista del grupo, James Graham, completamente entregado, que parecía flotar a varios centímetros del suelo. Poseído por la música, los párpados cerrados, abriendo y cerrando las manos, y contorsionándose con trances espasmódicos a lo Ian Curtis, no tardó en conseguir que la sala bailara al completo. El final llegó con una apoteósica And She Would Darken the Memory en la que lo dio todo gritando, de rodillas en el suelo y empapado de sudor. Gran espectáculo: los escoceses cumplieron de sobra como teloneros.

Editors

Unos cuarenta minutos más tarde, Editors comenzaron su actuación con la mística No Harm. La voz de Tom Smith —genial como de costumbre— tiene la increíble facilidad de pasar de su tono de barítono habitual al falsete más descarnado. El resto del concierto fue una sucesión imparable de hits que hicieron vibrar hasta el último confín de la sala. El público sintonizó desde el primer minuto con una banda agradecida, simpática y pletórica, saltando y coreando sus canciones. Era palpable que los músicos disfrutaban con la actuación y no pensaban permitir que sus fans se sintieran defraudados por un concierto tibio y sin garra. Todo lo contrario: Smith no cesó de bailar, sonreír, dar palmas y bromear durante toda la actuación, al igual que el resto de la banda. Tocó varias guitarras, el piano y el sintetizador, demostrando que aparte de un vocalista carismático, es un músico muy completo. Dio las gracias innumerables veces y preguntó en repetidas ocasiones cómo se lo estaba pasando el público. ¿Cuántos cantantes indies nacionales se muestran tan cercanos en directo? 

El impecable repertorio desgranó los mejores temas de su discografía: Blood, Life Is a Fear, An End Has a Start, Eat Raw Meat = Blood Drool, Formaldehyde, Bones, Smokers Outside the Hospital Doors en versión acústica, A Ton of Love y Munich. Las canciones de su último disco de estudio —Forgiveness, Salvation y All the Kings— encajaron como un guante con las demás, que fueron desde las guitarras a la electrónica sin fisuras. Para terminar, en el obligatorio bis, Ocean of Night (que podría ser single), una discotequera Papillon y la épica Marching Orders, dejaron a los asistentes pletóricos y exhaustos.  

Sin duda alguna, la noche fue un triunfo incuestionable para ambas formaciones. Espero que no tarden demasiado tiempo en regresar a España para repetir la experiencia. No me la perdería por nada del mundo.   



miércoles, noviembre 18, 2015

ENTREVISTA CORTESÍA DE CANARIAS CREATIVA


El tinerfeño Alexis Brito es autor de varias novelas. Sus relatos y poemas aparecen en I Antología Monstruos de La Razón, I Premio Grup Lobher de Relato Temático, Selección Poesía Erótica Canaria 2013, Antología Steam Tales, Action Tales Antología Pulp, Blue Bayou y otros relatos negros y Western Tales.

Buenos días, Alexis. ¿Quién es Alexis Brito Delgado?

Buenos días, compañero. Siempre he pensado que la mejor forma de conocer a un escritor es a través de su trabajo. En mi blog hablo sobre todo aquello que me interesa: el mundillo literario, relaciones personales, recuerdos, el proceso creativo, música, la sociedad actual, empleo, experiencias personales, etc.

¿En qué género literario podemos encasillarte como autor?

No creo que se me pueda encasillar en ningún género concreto. He escrito Ciencia Ficción, fantasía heroica, relato corto, terror, novela negra, musical, histórica y bélica, autobiografía y poesía. Me gusta innovar, probar estilos, personajes e historias diferentes entre sí. Es la única forma posible de aprender cosas nuevas y no quedarme estancado en los mismos parámetros estilísticos y literarios. Para mí sería terriblemente aburrido escribir sobre el mismo género (o los mismos protagonistas) durante toda mi carrera.       

Ya son varias las novelas que atesoran tu buen hacer. ¿Cómo fue el recorrido hasta conseguir que una editorial abriera sus puertas?

Largo, solitario, difícil y amargo, tal como suele suceder a los escritores sin contactos ni reputación. Terminé mi primera novela a los veinte años y no conseguí que una editorial me concediera una oportunidad hasta los treinta. Fue una década tocando puertas y buscando contactos. Finalmente, a base de humildad y perseverancia, logré mi objetivo. Siendo sincero, pensaba que nunca lo conseguiría. De todas las artes, los novelistas poseen el mayor porcentaje de miembros reconocidos después de muertos. Kafka —un clásico indiscutible venerado por los estudiosos en la actualidad— sería un buen ejemplo. Suerte que no me ha pasado lo mismo.

¿El coraje se forja en seguir intentándolo a pesar de los correos de las editoriales con dulces agradecimientos desestimando tu obra?

Por supuesto. Si permites que los rechazos te afecten, jamás llegarás a ninguna parte en esta profesión. Si no has nacido con una cuchara de plata, colaboras en periódicos importantes o eres tertuliano televisivo, debes confiar en tu obra. Insistir es la palabra clave. El mundo literario es una carrera de fondo; necesitas mucha resistencia para llegar a la meta.     

Repasemos un poco tu andadura novelada. Empezamos por “Dorian Stark”. ¿Qué te aportó dicha obra en lo personal? ¿Qué puede encontrar el lector en ella?

Creé a Dorian Stark con catorce años mientras estudiaba en el instituto y el personaje define perfectamente aquella etapa de mi vida. Durante diez años escribí a todas las editoriales especializadas en Ciencia Ficción españolas y evidentemente fue rechazada por “su escasa calidad literaria”. Cuando fue publicada, aparte de sentirme satisfecho conmigo mismo, llegué a la conclusión que había elegido el camino correcto. Dorian es un antihéroe atormentado por su pasado, drogadicto y perdedor. Desprecia su vida, su profesión y los numerosos crímenes que ha cometido. Me fascinan los personajes complicados, consumidos por la culpabilidad y en conflicto consigo mismos. La novela —el principio de una saga de cinco libros que aún no he conseguido sacar adelante— está influenciada por películas como Blade Runner, Mad Max y 2001: Una odisea en el espacio.          

Háblanos de tu novela de fantasía “Wolfgang Stark: El último templario”.

Wolfgang Stark es uno de mis personajes favoritos. A mediados del año 2000, como no encontraba la manera de publicar mis libros, inspirado por Robert E. Howard, decidí pasarme al relato corto y probar suerte con fanzines digitales y revistas literarias. Nuevamente, volvemos a encontrarnos con un personaje devorado por sus demonios internos, insatisfecho con su destino y sumido en una perpetua guerra espiritual que lo obliga a vagar por el mundo enfrentándose a los poderes de la oscuridad. El género fantástico se encuentra encorsetado en una serie de clichés —mundo ficticio, dragones, magia, princesas, razas exóticas, espadas encantadas— que no me apetecía repetir. Por ello decidí mezclar la mitología europea con la realidad histórica para ambientar las aventuras del protagonista. A los lectores les ha gustado mi enfoque y las críticas sobre la obra han sido positivas.        

En 2013 saltas a la aventura en la Europa invadida por ejércitos napoleónicos. Háblanos de “Soldado de fortuna”. ¿Cómo se desarrolla esta tercera incursión literaria en editorial?

Al igual que El último templario, Soldado de fortuna nació como una serie de cuentos publicados en Internet. Llevaba mucho tiempo escribiendo sobre personajes torturados y necesitaba dar un giro radical en mi obra. Terminar la novela me llevó cuatro años y debo reconocer que me siento feliz por el resultado. Konrad es un individuo completamente distinto a los otros miembros de la familia Stark: arrogante, vanidoso, cínico, burlón y vividor. Decidí crear a un superviviente con una moral ambigua acorde a la necesidad del momento.

Las Guerras Napoleónicas fueron un momento crucial en la historia de Europa: despotismo, robo, millones de fallecidos, coaliciones, política imperial, alianzas y destrucción a mansalva. Llegué a la conclusión que era el marco perfecto para un personaje de estas características y, en vez de centrarme en el drama, elegí el humor negro como revulsivo entre tanta estupidez, locura y tragedia. De hecho, he vuelto a retomar sus aventuras y me gustaría incluir las nuevas historias en una futura (espero) segunda edición del libro.    

Quienes lean esta entrevista, pueden creer que hablamos de tres historias independientes, pero existe un nexo común: la familia Stark. ¿Cómo nace esta premisa común previa a los libros?

Siempre me han agradado las novelas unidas por un nexo común. En mi caso, tengo a los Stark para ahondar en diferentes estilos literarios. Era el mejor modo de cambiar de género y conservar coherencia interna dentro de mi obra. Escribir al azar, sin un plan establecido, confunde a los lectores. En mi saga pueden encontrarse referencias a otros personajes y acontecimientos vividos por los mismos. Con suerte, al público le picará la curiosidad y querrá leer historias de otros miembros de la familia. Un poco como el Ciclo del Multiverso de Michael Moorcock; todos los campeones eternos se encuentran relacionados entre ellos de una manera u otra.   

Y claro, supongo que muchos creerán que tiene algo en común con los Stark de la serie de novelas Canción de hielo y fuego, del escritor George R. R. Martin “Juego de Tronos” o más conocidas por la serie “Juego de Tronos”.

Nada más lejos de la realidad. Llevo utilizando el apellido Stark desde 1994. Reconozco que he leído las cinco novelas principales de la saga y soy fan acérrimo de la serie pero ello no me ha influido como novelista. Como es lógico, todo el mundo lo relaciona con el universo de George R.R. Martin. Una feliz coincidencia, sin duda alguna.

“Gravity Grave” es, por ahora, tu última obra publicada. Una noche de juerga contada desde el punto de vista de un narrador anónimo.

Aparte de la familia Stark, he escrito novelas musicales (por denominarlas de alguna manera) y autobiográficas. Gravity Grave es una mezcla de ambos estilos. Quería narrar sobre la situación política, social y musical de Inglaterra a finales de los ochenta. Gravity es el viaje iniciático de un joven que, gracias a sus amigos, las drogas, la buena música y las noches de fiesta, decide convertirse en escritor. Huelga decir que para crear al personaje principal (el narrador anónimo) me basé en experiencias ajenas y propias. Me gusta pensar que el libro es ácido, crudo, directo y sencillo de leer. Otro giro de tuerca que espero que tenga una segunda parte ambientada en el britpop: This Is Music.         

Cuando un autor ha publicado ya varias novelas, ¿se facilita la publicación de las próximas o es una presión añadida por los referentes anteriores?

Todo continúa igual que cuando empecé a escribir. Este último año he recibido unos treinta rechazos editoriales. Supongo que, como no soy un autor famoso, los editores continúan sin pasar del título de la novela. Te aseguro que si hubiese despachado cien mil ejemplares de Gravity Grave o cualquiera de mis otros libros, tendría un buen número de propuestas sobre mi mesa. ¿Qué puedes hacer el respecto? Te encoges de hombros y continúas adelante. Lo fundamental es sentirme realizado con mi trabajo. La vanidad literaria es el primer paso hacia la decadencia de los novelistas. Existen un millón de escritores mucho mejores que yo que no han logrado publicar en vida; me siento muy afortunado por haberlo conseguido siguiendo mis propias normas.  

¿Cómo empiezas el proceso de creación? ¿Eres de los que se sientan a escribir directamente o de quienes se preparan todo un argumentario previo?

El proceso creativo se divide en tres partes: la historia, una sinopsis detallada que me ayude a llegar al último capítulo y toda la documentación que sea necesaria. Admiro a los novelistas que afirman improvisar sobre la marcha y escriben auténticas genialidades dignas del Premio Nobel. Para bien o para mal, en mi caso no funciona.

¿Qué tienes ahora mismo entre manos?

Trabajo en mi blog todos los meses, escribo historias de viejos personajes, realizo reseñas literarias de escritores que admiro y me gustaría empezar la secuela de Gravity Grave a finales de año. El 2015 ha sido reflexivo a nivel literario; he preferido centrarme en la vida real antes que en la ficción. Necesitaba un descanso y acumular experiencias de cara al futuro. 

¿Se puede vivir la literatura? ¿Qué dirías a quienes leyendo esta entrevista creen que tienen algo que contar?

Si trabajas para una editorial poderosa que promociona tu obra masivamente, la publicita en todos los medios y la distribuye en librerías y grandes superficies, puedes vivir de la literatura. ¿Con cuántos escritores de la talla de Dostoievski contamos en la actualidad? La mayoría de los novelistas que triunfan en los tiempos que corren lo hacen gracias a monstruosas campañas de marketing, el boca a boca y la adaptación cinematográfica de rigor. Echa una ojeada a la lista de los diez más vendidos: best sellers con mucho diálogo, historias de fácil consumo y personajes estereotipados. A diferencia de antaño, el talento se ha convertido en algo secundario. 

¿Algún consejo que darías a quienes hacer su camino, antes de hacer pública su obra?

Ser fieles a sí mismos, escribir sobre lo que les apetezca y no pagar un céntimo por publicar.

Hablemos de la literatura canaria. ¿Cómo definirías el momento actual?

Por primera vez muchos años han surgido una serie de autores que han abandonado el tradicional modelo ambientado en la Guerra Civil. Es un alivio comprobar que las historias ubicadas en el archipiélago han dado paso a propuestas como la novela negra, la fantasía, el terror o el thriller psicológico. Las editoriales canarias deberían evolucionar y tomar nota de este pequeño detalle para que los novelistas autóctonos no tengamos que enviar nuestros manuscritos lejos de casa.   

¿Puede existir una industria dedicada a contar historias desde las islas hacia el exterior?

Evidentemente. El problema es el escaso apoyo por parte de los editores, medios, bibliotecas, subvenciones y organismos culturales hacia los autores canarios. El arte, en líneas generales, está condicionado por los gustos de unos pocos que suelen dar preferencia a sus amistades. Siempre hay espacio para los Carnavales, romerías, verbenas de barrio, fútbol y demás. Para la literatura, no tanto.

¿Es Internet el futuro de la distribución literaria?

Internet es una herramienta que te permite llegar a cualquier rincón del mundo. No creo que la literatura en papel desaparezca tal como los más optimistas llevan años vaticinando. La gente sigue asistiendo al cine, conciertos, exposiciones, comprando música, cuadros y películas. ¿Por qué la literatura tendría que ser diferente?

Pasemos al test rápido: un referente de la creación literaria.

Arthur Rimbaud

Un libro que debe estar en toda estantería que se precie:

El almuerzo desnudo de William Burroughs

Un escritor referente internacional:

Michel Houellebecq

Uno nacional:

Arturo Pérez Reverte

Uno de las islas.

Benito Pérez Galdós

¿Papel o digital?

Papel, por supuesto.

¿Qué es la inspiración?

Un estado creativo que dura tres meses al año.

¿Banda sonora para trabajar?

Cualquier disco que encaje con lo que se está escribiendo.

Para celebrar el fin de una novela….

Citando a Loquillo: Chanel, cocaína y Don Perignon.

¿En qué andas metido ahora mismo?

Escribiendo un artículo sobre El Coloso de Marusi de Henry Miller. 

¿Plan a largo plazo?

Ser feliz o por lo menos intentarlo.

Nada más por mi parte. ¿Deseas añadir algo?

Ha sido un placer charlar con ustedes. Gracias por la entrevista, Sergio.

¡Muchísimas gracias y suerte en la andadura!


Enlace original:




lunes, noviembre 09, 2015

NEW ORDER: "MUSIC COMPLETE"



Una década desde su último disco de estudio, parones musicales, disputas internas, proyectos paralelos, el abandono (de muy malas maneras) del bajista fundador Peter Hook y el lanzamiento de los descartes de su anterior álbum como material oficial (Lost Sirens, Rhino, 2013), presagiaban que New Order habían pasado a la historia. Para sorpresa de la industria y de sus sufridos seguidores, los mancunianos han vuelto a la carga con un trabajo que aunque no se encuentra entre sus grandes logros ha sido bien recibido por los críticos y se ha desempeñado mejor en las listas que Get Ready o Waiting For The Siren’s Call
      
La publicación de "Restless" como avanzadilla de su nuevo álbum hizo arrugar el ceño a los más escépticos que no tardaron en comparar la canción con "Krafty", "Hellbent", "Crystal" o "Regret" (del lejano Republic de 1993). A pesar de ello, Music Complete rezuma sobriedad, clasicismo y una vuelta a los sonidos poperos, hedonistas, ochenteros y bailables que los hicieron famosos. Las letras, tal como suele suceder con la banda, carecen de profundidad y se centran en las relaciones personales/desamor. Detalle que, lejos de empañar el disco, le proporciona una pátina de ligereza que encaja como un guante con el mismo.  

Al margen del diseño de Peter Saville (portadista de la mayoría de sus trabajos), la vuelta de Gillian Gilbert a los teclados y la incorporación de Tom Chapman como miembro oficial, el disco destaca por la cantidad de colaboradores implicados: Richard X, Elly Jackson (La Roux), Tom Rowlands (Chemical Brothers), Iggy Pop y Brandon Flowers (The Killers). Temas destacables como "Singularity", "Plastic", la italo-disco "Tutti Frutti" (con recitado de Giacomo Cavagna incluido), "People On The High Line", "Nothing But A Fool", "Unlearn This Hatred" y la nostálgica "Superheated" hacen que valga la pena comprar el álbum. Un elepé de asimilación lenta que, dadas las circunstancias y los baches por los que ha pasado el grupo, ha resultado más satisfactorio de lo esperado.



jueves, octubre 29, 2015

“CARTAS”, DE JACK KEROUAC Y ALLEN GINSBERG


En la actualidad la tecnología ocupa un lugar fundamental en nuestras vidas y la escritura de cartas ha pasado a convertirse en un arte olvidado. Abrir el buzón de correos y encontrar una misiva de un ser querido, fue una experiencia común antes de que el teléfono, el correo electrónico, las redes sociales y los móviles se convirtieran en las principales herramientas de comunicación. Gracias a la editorial Anagrama tenemos la oportunidad de conocer la correspondencia de dos los mejores autores americanos del siglo XX: Jack Kerouac y Allen Ginsberg,

De 1944 a 1963 ambos artistas se cartearon profusamente, manteniendo viva la llama de una sólida, honesta y profunda amistad. Apasionados, en sus cartas encontramos consejos literarios, humor, influencias estilísticas, drogas, charlas sobre amigos comunes, música, religión, anécdotas personales, viajes, sexo, espiritualidad, procesos creativos, poesía y futuras visitas. La correspondencia arranca mientras Kerouac se encuentra internado en prisión debido al asesinato de David Kammerer a manos de su amigo Lucien Carr (las autoridades lo consideraban cómplice) y termina en los sesenta, cuando ambos eran escritores famosos y (por desgracia) habían tomado caminos distintos.

Las largas misivas de Kerouac, escritas con el estilo exaltado y espontáneo que le caracterizaba, revelan a un individuo anárquico, visceral y eternamente insatisfecho que busca darle sentido a su existencia. Después de experimentar una juventud que serviría como columna vertebral de su obra, el resto de su vida fue aislamiento, escribir en casa de su madre, recordar tiempos mejores y beber hasta caer inconsciente. Católico, con un profundo sentido de la culpabilidad arraigado en su interior, apenas menciona la adicción al alcohol que terminó conduciéndolo a un gran declive físico y a la autodestrucción. Aunque intentó encontrar la estabilidad personal y espiritual a través del budismo (experiencias reflejadas en Los vagabundos del Dharma) y el exilio en una cabaña alejada de la civilización (narrada en su libro Big Sur), no pudo conseguirlo. Por otra parte, Ginsberg revela ser un poeta profundamente romántico, inocente, fiel a sus amigos, generoso, lleno de sueños y ambiciones, anhelante por exprimir la vida hasta sus últimas consecuencias y con ansias perennes de iluminación. Todo esto lo encontramos en obras como Kaddish y otros poemasSándwiches de realidad y La caída de América: poemas de otros estados. Curiosamente, dos personalidades tan dispares entre sí encontraban sustento con palabras de apoyo, admiración, celos, peleas y críticas constructivas.

A través de su correspondencia, resulta evidente cómo ambos influyeron de forma notoria en la personalidad y escritura del otro. Siendo autores nóveles, sin reputación ni contactos, tardaron mucho tiempo en triunfar a nivel masivo. En sus cartas nos encontramos con figuras conocidas como William Burroughs, Neal Cassady, Lucien Carr, Gregory Corso, Gary Snyder, John Cellon Holmes, Herbert Huncke y Michael McClure, entre muchos otros. Todos forman parte de la Generación Beat —innovador movimiento literario del que fueron progenitores— que hizo temblar las estrechas y arcaicas letras americanas de mediados de los años cincuenta. Pese a sus diferencias, se prestaban apoyo financiero, compartían editores y contactos literarios, y se reseñaban en revistas para ganar notoriedad. ¿Cuántos colegas de oficio serían capaces de hacer algo similar en un mundo de egos, envidias, estupidez y ambición desmesurada?

En el camino (de Kerouac), Aullido (de Ginsberg) y El almuerzo desnudo (de Burroughs) fueron bombas de relojería que detonaron las antiguas fórmulas que dominaban las listas de ventas. Los jóvenes encontraron modelos a seguir que, tal como era de esperar, no fueron del agrado de la sociedad conservadora y las almas bienpensantes americanas. Puede que por ello recibieran (y aún continúan recibiendo) críticas virulentas de los medios, tachándolos de pésimos autores que no tenían nada que aportar con sus escritos. Cuando lograron la fama que había estado esquivándolos durante años, ambos reaccionaron acorde a sus personalidades. Kerouac no pudo soportar el peso de la misma, se negó a realizar entrevistas y lecturas literarias, y se recluyó en el ostracismo, el alcohol y la depresión. Ginsberg, en cambio, disfrutaba efectuando recitales de poesía, conferencias y apariciones televisivas, convirtiéndose en un icono de la contracultura hippie.

Lentamente, conforme pasaban los años, la relación entre ambos fue deteriorándose debido al alcoholismo de Kerouac y el ascenso de Ginsberg en los círculos intelectuales. A pesar de ello, nunca llegaron a romper el contacto. La prematura muerte de Kerouac (a los cuarenta y siete años) debido a una hemorragia interna causada por la cirrosis, truncó una amistad que se hubiera prolongado durante mucho tiempo. Por fortuna para el disfrute de los lectores, ambos tuvieron en cuenta la posteridad y conservaron las misivas que habían intercambiado durante décadas.   

Citando las (proféticas) palabras del autor de Visiones de Cody: «La fama acaba con todo. Llegará el día en que las Cartas de Allen Ginsberg a Jack Kerouac hagan llorar a América».   





domingo, octubre 04, 2015

LAS CRÓNICAS DE RIDDICK: OJOS DE CAZADOR


We have no future
Heaven wasn't made for me
We burn ourselves to hell
As fast as it can be
And I wish that I could be a king
Then I'd know that I am not alone...

Marilyn Manson

 ... Mi nave me conduce al Planeta 6 del Sistema U.V.: un lugar infernal formado por rocas y hielo en el que pocos consiguen sobrevivir. El criosueño no me produce ningún alivio, nunca estaré a salvo de los mercenarios que buscan mi cabeza a cambio de una buena recompensa. Por ello debo alejarme de la gente que me importa: de Imam y Jack...

Richard B. Riddick


GLIESE 876 C

Impasible, Riddick se introdujo dentro del río de cuerpos humanos con una expresión inescrutable en el rostro. Los pliegues de la capa oscilaron sobre sus piernas mientras se abría camino entre los miles de transeúntes que llenaban el mercado abarrotado. A través de las gafas de sol contempló, asqueado, las tiendas fabricadas con tubos de aluminio: aborrecía la civilización. Instintivamente, soslayó a los colonos vestidos con ropas de llamativos colores y avanzó a contracorriente sin molestarse en mirar a nadie. El furiano era un criminal buscado en cinco mundos y tres sistemas: pasar desapercibido era fundamental para su supervivencia. Desde la bóveda celeste cubierta por la polución industrial, el sol abrasador caía como plomo fundido sobre su cabeza desnuda, haciendo que el sudor se deslizara por su musculosa anatomía de un metro noventa de altura. Riddick vestía como de costumbre: camiseta de asillas, guantes de cuero, pantalones militares y botas de combate.

Sistema Gliese 876: Distancia: 15 años luz de la Tierra. Constelación: Acuario. Magnitud: 10.17. Planetas: Gliese 876 B, C y D. Resonancia orbital: 2:1. Después de quince semanas de travesía, las células energéticas de la nave comenzaron a agotarse, no le quedó otro remedio que hacer escala para abastecerse. En caso contrario habría quedado varado en el espacio exterior, abandonado a su suerte, inmerso en una hibernación eterna.

Riddick se encontraba en el interior del Templo Sukhothai, al amparo de las nueve torres que oscilaban difuminadas por el calor agobiante. Un Siva de piedra lo observó. Su figura, maciza y atemporal, descollaba sobre las numerosas casetas que llenaban el recinto: puestos de ropa de segunda mano, avanzadillas de biochips de baja calidad, museos vivientes de arte local, zocos de bestias manufacturadas, autoservicios de sushi, instrumentales de tatuajes luminosos, compra y venta de armas de segunda generación y codificadores de ADN clandestinos. El Vat Mahathat sonreía, reinando a la humanidad, postrada bajo sus pies cruzados, con las manos de piedra unidas sobre el regazo. El fugitivo sorteó a un grupo de mineros y llegó al mondop donde podía comprar suministros. La construcción cúbica, rematada por una estructura cónica, resaltaba entre dos neones publicitarios. Aquel lugar sagrado se había transformado en una cloaca, no existía el respeto atávico del pasado; los vendedores que propagaban sus productos por altavoces se encargaban de arruinarlo a conciencia.
«¿Qué pensarían los antepasados de esta escoria si levantaran la cabeza?». Una sonrisa sardónica llenó sus labios. «¿Les complacería descubrir que los turistas compran sus reliquias religiosas como souvenirs?».
Una joven se acercó al furiano oscilando las caderas, provocativa. Vestía una falda de piel sintética, camisa transparente y plataformas de doble tacón. Ésta pasó el dedo por su mejilla sin afeitar y susurró, melosa:
—¿Quieres pasar un buen rato?
Riddick miró detrás de su hombro. Un chulo no le quitaba la vista de encima. Cicatrices tribales cruzaban el rostro de color ébano como relámpagos blanquecinos en la pantalla de una consola.
—No me parece una buena idea. —El olor a sudor de su piel le desagradó—. Quizá otro día.
Ella insistió:
—No te arrepentirás, guapo. —Levantó la tela atigrada y le mostró su pubis afeitado—. ¿Qué te parece?
—No, gracias. —Riddick la rodeó—. No eres mi tipo, muñeca.
La mujer lanzó una obscenidad en su idioma. Este no la escuchó, su atención estaba inmersa en un cartel tridimensional suspendido en lo alto de un edificio. Riddick estudió las facciones angulosas del mercenario: frente hundida, ojos fríos y calculadores, mentón afilado y labios inexistentes.
—Benton Ju —susurró—. Qué pequeño es el universo...
Como era lógico, conocía a aquel cazarrecompensas, estaba a todas horas en los noticiarios, sus capturas se retransmitían en vivo y en directo en múltiples sistemas: Benton Ju había hecho de su miserable profesión un arte. Riddick apretó los dientes, molesto, parecía que la fortuna estaba en su contra. De todos los sistemas posibles, de todos los planetas de la galaxia, de todas las ciudades de Gliese 876 C, había tenido de coincidir con aquel bastardo. La terrible muerte de Johns regresó a su memoria: gracias a su codicia fue devorado en un planeta sin nombre por criaturas espantosas.
«Espero que no te cruces en mi camino», pensó. «Lo pagarías muy caro».

SISTEMA HELIÓN

La nave se aproximaba al Sistema Helión: seis planetas dorado-rojizos que giraban alrededor de un sol incandescente que se perdía en la lejanía. Imam entró en la cabina, su galabiyyas olía a hierbas aromáticas; llevaba toda la mañana realizando sus oraciones. Riddick inquirió con ironía:
—¿Ya has terminado, pastor?
El santón no le hizo caso.
—Estamos a punto de llegar —comentó—. ¿Vas a quedarte con nosotros?
—No.
La voz de Imam tembló:
—Aunque insista no cambiarás de opinión, ¿verdad?
El furiano apartó la vista del cosmos interminable.
—Tú lo has dicho.
Imam se ajustó el turbante.
—Jack lo va a pasar mal —dijo—. ¿Cuándo se lo dirás?
Riddick jugueteaba con un cuchillo.
—Más tarde.
El santón lanzó un suspiro:
—¿Por qué tienes que irte?
Riddick no quiso decirle la verdad:
—No me queda otro remedio.
Sus temores eran demasiado íntimos para compartirlos con Imam. Tras su encuentro con Antonia Chillingsworth, había comprendido que Jack nunca estaría a salvo a su lado, tarde o temprano un grupo de mercenarios lo encontraría; no quería ponerla en peligro de ninguna manera.
«Quién lo hubiera dicho, reflexionó con acidez. «Me he vuelto un sentimental».
El santón lo arrancó de sus sombrías especulaciones:
—¿Y ahora qué piensas hacer?
Riddick guardó el arma.
—Desaparecer del mapa.
Imam insistió:
—¿A dónde piensas ir, Riddick?
Riddick apretó unos botones en la consola para corregir la trayectoria de vuelo.
—¿Por qué te importa tanto, pastor?
El santón jugueteó con un collar de cuentas rojas, negras y amarillas.
—Te debo la vida.
Riddick se mostró desagradecido:
—Si no hubiera sido por Carolyn os hubiera dejado tirados en aquel planeta, Imam.
Imam reaccionó con gravedad:
—No intentes engañarte a ti mismo, Riddick.
El furiano sonrió.
—¿Eso crees?
—No lo creo —argumentó con seguridad—. Lo afirmo.
Riddick no quiso seguirle el juego.
—No me importáis ninguno de los dos —replicó—. No olvides con quién estás hablando.
Imam agitó la mano quitándole importancia a sus palabras:
—¿Vas a decirme la verdad?
A pesar de todo lo que habían compartido durante los últimos meses, le costaba confiar en aquel hombre, el Sistema Penal lo había cambiado definitivamente. Una punzada de orgullo recorrió su interior, podía vanagloriarse de haber escapado de las peores prisiones del universo: Altair, Ursa Luna, Ribald, Tangiers, y Butcher Bay. Su espíritu continuaba intacto, los carceleros no lograron aniquilarlo, siempre salía vencedor ante las adversidades.
—Sistema U.V. ¿Contento?
El santón le devolvió la sonrisa.
—Te ha costado decírmelo, ¿no es cierto?
—Ni te lo imaginas.

OJOS DE CAZADOR

El furiano abandonó el mondop. Colgado de su espalda, dentro de un petate, estaban las provisiones que había adquirido: dos células de energía, raciones de hierro, agua y artículos varios. Con rapidez, recorrió el camino a la inversa, el sol empezaba a esconderse detrás del horizonte. En breve anochecería: el momento ideal para abandonar aquel horrible planeta devorado por refinerías que se extendían hasta el infinito. Un escalofrío recorrió su espina dorsal, estaba en peligro, ojos crueles lo estudiaban entre las sombras. Una descarga de plasma le rozó el hombro, Riddick saltó hacia la derecha y derribó un puesto de galletas de proteínas. La fulana que había intentado seducirlo gritó:
—¡Ahí está! —indicó a sus enemigos—. ¡Cogedlo!
Cuatro mercenarios corrieron en su dirección. Riddick rodó sobre su figura, se puso en pie, apartó a los sorprendidos compradores y salió disparado por una callejuela adyacente. Una red metálica atrapafugitivos se clavó en una pared a sus espaldas; había faltado poco. Riddick aumentó el paso, brincó sobre un carromato tirado por bueyes y entró en un callejón sin salida.
«Joder», pensó. «Lo que me faltaba».
Sin pausa, soltó la bolsa, desenfundó ambos cuchillos y se precipitó contra la pared del fondo. Las hojas curvadas se hundieron hasta las empuñaduras, sus pies buscaron puntos de apoyo y ascendió a una velocidad frenética. Los mercenarios estaban bajo su posición.
—¡Dispárale!
Riddick llegó a la azotea justo a tiempo, una salva de balas de nitrógeno líquido lamió sus pasos; si hubiera tardado un segundo más ahora estaría muerto. Una voz familiar se impuso al fragor de los disparos:
—¡Suelta el arma! —exclamó—. ¡Lo queremos vivo, idiota!
Riddick se quitó las gafas y asomó la cabeza por el borde de la azotea: la imagen violácea, poco definida, de Benton Ju llenó su visión. Eran cinco hombres, la tripulación básica de cualquier nave de cazarrecompensas, un fugitivo de su categoría merecía algo mejor. Benton Ju continuó:
—¡No bajéis la guardia! —chilló—. ¡Es más peligroso de lo imagináis!
Riddick se incorporó, corrió hasta un extremo del edificio y saltó a la vivienda de enfrente. El impacto del aterrizaje recorrió su fisonomía de los pies a la cabeza. Un mercenario se asomó delante de su posición con un rifle de redes en la diestra.
—¡Lo he encontrado! —aulló, victorioso—. ¡Está aquí!
No tuvo tiempo de decir nada más. Riddick se abalanzó sobre su cuerpo, el cuchillo destelló en el aire y el cuello del hombre se abrió de un extremo a otro: el cadáver se desplomó al vacío. Un cazarrecompensas levantó su escopeta de cañones aserrados.
—¡Hijo de puta!
La andanada le acarició la pierna, el furiano ignoró el dolor y volvió a brincar a otro edificio. Tenía quince segundos antes de ser localizado. De un rápido vistazo comprobó que la herida era superficial; no tenía tiempo de detener la hemorragia.
«Sólo es un arañazo», pensó. «Por ahora... ».
De una patada, reventó una puerta de madera y penetró en la casa. Unas escaleras se perdían en la oscuridad. Riddick bajó los escalones de dos en dos y se detuvo en el rellano del tercer piso, expectante. Un par de mercenarios subieron en su búsqueda, las suelas claveteadas de las botas de combate resonaron en la negrura, dispuestos a atraparlo. Riddick saltó por el hueco de las escaleras y aterrizó entre ellos con los cuchillos preparados. Ambos emitieron un estertor agónico, tenían los corazones traspasados; ninguno volvería a darle problemas. De un tirón, sacó las armas y limpió la sangre en la camisa de uno de los cuerpos inertes. Una linterna iluminó su rostro, Riddick lanzó un gruñido de dolor; ser fotosensible tenía sus desventajas. Una niña lo observaba con los ojos dilatados por el miedo. Este apartó el aparato con delicadeza.
—Vuelve a casa pequeña —dijo—. O te meterás en un buen lío.
La joven le había recordado a Jack.
—Sí, señor.
Benton Ju gritó desde el exterior:
—¡Sal, Riddick! —amenazó—. ¡O acabaré con la mocosa!
Riddick esperó a que la niña desapareciera. Luego, se colocó las gafas de sol y bajó al nivel de la calle; ningún inocente perdería la vida por su culpa. Benton Ju lo esperaba empuñando un escáner termográfico.
—Ha sido conmovedor —se burló—. Ignoraba que una mierda como tú tuviera sentimientos.
Riddick hizo caso omiso a su comentario.
—Esto es entre tú y yo, Benton. —Señaló al mercenario que lo apuntaba—. Dile a tu colega que quite el dedo del gatillo.
Benton Ju masculló.
—Suelta el arma, Riddick.
Los cuchillos rebotaron contra el suelo. Riddick decidió herir su amor propio.
—¿Dónde están las cámaras, Benton? —preguntó con sarcasmo—. ¿No vas a vender la exclusiva a ningún informativo?
Los dientes del mercenario chirriaron.
—Ha sido todo demasiado precipitado —confesó—. Espero que en Crematoria me den un buen precio por tu pellejo. Vivo o muerto.
Crematoria, un planeta prisión infernal cuyas temperaturas llegaban a los 450 grados durante el día y 190 grados bajo cero por la noche, la peor penitenciaría de Triple Seguridad de todo aquel sector de la galaxia.
—¿Crematoria? —rio—. ¿Crees que ese jardín de infancia podrá contenerme mucho tiempo?
Benton Ju vibraba de rabia.
—¡No volverás a ver la luz del sol, Riddick!
Benton Ju sacó un cuchillo y la hoja arañó la cara del furiano: una delgada línea roja quedó marcada sobre su pómulo izquierdo. Riddick se puso en posición de combate. El cazarrecompensas cambió el arma de mano y fintó por la zurda con una mirada asesina. Riddick evitó el ataque a duras penas. Moviéndose en círculos, giraron midiendo las defensas del otro, mientras buscaban una grieta en la guardia contraria. Riddick no quitaba los ojos del cuchillo, el mercenario apenas causaba ruido al deslizarse, su economía de movimientos eran envidiables.
«Es bueno», meditó. «No será fácil derrotarlo».
La hoja buscó su cuerpo. Riddick retrocedió, evitando la línea mortal dirigida a sus costillas. Acto seguido contraatacó, Benton Ju botó hacia atrás y esquivó la patada dirigida a sus rodillas que estuvo a punto de arrojarlo al suelo. El cazarrecompensas recuperó la estabilidad, cubrió su costado indefenso y subió la guardia. El furiano retrocedió, imperceptiblemente, llevando a su oponente a su territorio. Benton Ju se acercó, el arma pasó de la mano izquierda a la derecha, una promesa de muerte brillaba en sus pupilas aceradas por la rabia. Una vena palpitó en la sien de Riddick. El mercenario embistió de lado, su brazo chocó contra el del fugitivo, había cometido un error fatal. Riddick extendió la zurda y aplastó la laringe de su adversario con el canto de la mano, arrebatándole la respiración. Benton Ju se recuperó con presteza, pero Riddick no le dio la oportunidad de reaccionar: de un talonazo lo arrojó de espaldas contra la pared del edificio. Acto seguido, aprovechó el desequilibrio del cazarrecompensas y le quitó el arma de un manotazo, que estuvo cerca de romperle la muñeca. El mercenario bramó, su rugido de dolor desgarró el silencio, Riddick le agarró la cabeza y le partió el cuello, brutalmente. El cazarrecompensas que quedaba con vida temblaba de pánico. El fugitivo se puso las gafas en la frente; sus pupilas plateadas se cruzaron con las azules del hombre.
—¡Largo!
El mercenario arrojó el arma y desapareció de su vista. Riddick recogió los cuchillos y salió del callejón en busca del petate que había abandonado: cuanto antes volviera a su nave, mejor que mejor, el Sistema U.V. le esperaba.
«Este ha sido tu último programa, Benton Ju... ».

HELIÓN PRIMERO

La silueta de la Nueva Meca empequeñecía la diminuta figura de Jack.
—No me dejes, Riddick.
El furiano ahogó el nudo de dolor que estrangulaba sus entrañas.
—Debo hacerlo, Jack.
La joven resistía las lágrimas lo mejor que podía.
—¿Por qué?
Riddick señaló las brillantes cúpulas de la ciudad.
—Esto no es para mí.
Jack gimió:
—¡Mientes!
Riddick se aproximó a la niña.
—Soy un fugitivo, Jack —explicó—. Si me quedara en la Nueva Meca no tardarían en encontrarme, ¿lo entiendes?
—No es cierto —protestó—. ¡Todos creen que has muerto!
Riddick suspiró, impaciente.
—¿Recuerdas a Antonia Chillingsworth?
La joven asintió de mala gana.
—Sí.
—Tengo a la mitad de los cazarrecompensas de su nave detrás de mi cabeza. Debo alejarme de Helión Primero para que estéis a salvo.
Jack no estaba convencida.
—¿Por qué estás tan seguro?
Riddick bajó la voz:
—Cuando tenía dieciocho años me destinaron al Sistema Sigma 3 —dijo—. Serví en una Compañía Ranger hasta que me echaron por no obedecer las órdenes de mis superiores: querían que nuestro escuadrón exterminara una colonia de mineros. Cuando escapé, me uní a un grupo de mercenarios libres que auxiliaba a los soldados E-TAC que luchaban en las Guerras Wailing. Fui el único superviviente de 500 hombres, Jack. Todos la diñaron en una batalla que no quiero ni recordar. Luego me trincaron y me encerraron en Altair: un trullo lleno de mutantes psicópatas donde lo máximo que podías sobrevivir era una semana.
La joven tenía los ojos dilatados por admiración.
—¿Y qué pasó?
Riddick se encogió de hombros.
—Logré salir de allí durante una evaluación psicológica. He estado huyendo desde entonces, año tras año, de una penitenciaría a otra, seguido de cerca por hombres como Johns.
La mirada de Jack se aproximaba al deseo sexual.
—Pero continúas libre.
El furiano asintió.
—Efectivamente.
—Razón de peso para que no me abandones.
«Es curioso», reflexionó Riddick. «Ni siquiera ha mencionado a Imam».
Riddick decidió atajar su explicación:
—Nunca seré un hombre de paz, Jack. Lejos de mí tendrás una oportunidad de futuro. Conmigo sólo te espera una muerte segura.
La joven fue sincera:
—No me importa.
Riddick le acarició la cabeza.
—Quédate en la Nueva Meca, Jack.
Jack inclinó la cabeza, desalentada.
—¿Volverás a buscarme?
Aquella fue su despedida. Ignoraba que no volvería a verla hasta dentro de cinco años.
—Te lo prometo.

SISTEMA U.V.

La nave se aproximaba al Planeta 6 del sistema U.V. Riddick dormitaba, intranquilo, dentro de la cápsula de criosueño, vencido por pesadillas inenarrables:

Dicen que casi todo el cerebro deja de funcionar durante la hibernación. Todo menos el lado primitivo, el lado animal. Ahora entiendo por qué sigo despierto...

El furiano intentó abrir los ojos. Algo iba mal, la hibernación debería proporcionarle descanso, paz, pero desgraciadamente, los científicos que diseñaron aquel aparato se equivocaron...

... los que me dicen que me alimente de eso dulce que hay a la izquierda de la columna, junto a la cuarta lumbar: la aorta abdominal. La sangre humana tiene sabor metálico, como a cobre, pero si la mezclas con licor de menta, el sabor se va...

Riddick apretó los puños, revolviéndose en sueños, con expresión consternada: nunca podría escapar de su destino, la salvación del universo prendía sobre su espalda como un cepo...

... ir al trullo donde te dicen que nunca volverás a ver la luz del sol. Buscas a un médico, le pagas con veinte cigarrillos mentolados, y entonces consigues que él te opere los globos oculares...

El fugitivo emergió del ataúd de acero y gomaespuma. El cuerpo desnudo le temblaba de frío. Sus pies descalzos pisaron la moqueta de poliéster del camarote. Le costaba mantener la estabilidad después de tres meses de travesía. Las últimas palabras del sueño rebotaron contra su mente...

Acabas de hacer algo muy poco civilizado, Jack...