Una década desde su último disco de estudio, parones musicales, disputas internas, proyectos paralelos, el abandono (de muy malas maneras) del bajista fundador Peter Hook y el lanzamiento de los descartes de su anterior álbum como material oficial (Lost Sirens, Rhino, 2013), presagiaban que New Order habían pasado a la historia. Para sorpresa de la industria y de sus sufridos seguidores, los mancunianos han vuelto a la carga con un trabajo que —aunque no se encuentra entre sus grandes logros— ha sido bien recibido por los críticos y se ha desempeñado mejor en las listas que Get Ready o Waiting For The Siren’s Call.
La
publicación de "Restless" como
avanzadilla de su nuevo álbum hizo arrugar el ceño a los más escépticos que no
tardaron en comparar la canción con "Krafty", "Hellbent", "Crystal" o "Regret" (del
lejano Republic de 1993). A pesar de
ello, Music Complete rezuma
sobriedad, clasicismo y una vuelta a los sonidos poperos, hedonistas,
ochenteros y bailables que los hicieron famosos. Las letras, tal como suele
suceder con la banda, carecen de profundidad y se centran en las relaciones
personales/desamor. Detalle que, lejos de empañar el disco, le proporciona una
pátina de ligereza que encaja como un guante con el mismo.
Al
margen del diseño de Peter Saville (portadista de la mayoría de sus trabajos), la
vuelta de Gillian Gilbert a los teclados y la incorporación de Tom Chapman como miembro oficial, el disco destaca por la cantidad de colaboradores implicados: Richard X, Elly Jackson (La Roux), Tom Rowlands (Chemical Brothers), Iggy Pop y Brandon Flowers (The Killers).
Temas destacables como "Singularity", "Plastic", la italo-disco "Tutti Frutti" (con recitado de Giacomo
Cavagna incluido), "People On The High
Line", "Nothing But A Fool", "Unlearn
This Hatred" y la nostálgica "Superheated" hacen que valga la pena comprar el álbum. Un elepé de asimilación lenta
que, dadas las circunstancias y los baches por los que ha pasado el grupo, ha
resultado más satisfactorio de lo esperado.