Brunetto, alias de Bruno García, es productor, DJ y creador clave de la escena electrónica independiente española. Comenzó en los 90 como MC y miembro de BOCKORS, compartiendo escenario con The Chemical Brothers y The Prodigy. Ha lanzado álbumes como Sheroine, B+ y Homeself, y ha trabajado como responsable de prensa para artistas internacionales. Tras cinco años de trabajo creativo entre bastidores, regresa con el miniálbum Ooparts, mostrando su estilo único que mezcla trip hop, electrónica y hip hop libre con atmósferas cinematográficas y experimentales.
Vuelves tras cinco años sin publicar. ¿Qué te impulsó a regresar ahora con Ooparts?
Por
suerte, trabajo a diario con personas que sin duda considero muy influyentes. Tanto
de prensa como gente imprescindible en la escena electrónica de este país
—Fernando Lagreca o AFFKT— que siempre me están pellizcando para que no desista
en lanzar cosas como Brunetto. Lo último fue aquel EP en 2018 junto a Bearoid,
Humanity, que funcionó muy bien. Pero mi tiempo para encerrarme a trastear en
el estudio es muy limitado. Luego nos aplastó a todos la puñetera pandemia y,
cómo no, fue un momento que aproveché para enchufarme a crear nuevos beats,
texturas, atmósferas… en definitiva, los esqueletos que luego ganaron músculo y
entrañas, y ahora componen el nuevo disco.
¿Qué
significa para ti el concepto de Ooparts y cómo lo trasladaste a la música del
miniálbum?
Un
componente muy evidente de mi sonido es lo atmosférico y místico. Hay beats, pero
también mucho rincón oscuro y ciencia ficción. El término ya lo había escuchado
antes, y conocía los casos más famosos, como el del famoso “Astronauta de la
Catedral de Salamanca” —ahora entenderéis mejor el guiño en la portada del
lanzamiento—, pero fue escuchando un Espacio en Blanco hará unos diez años
cuando definitivamente me quedé prendado e interesado en estos hallazgos
arqueológicos que parecen desafiar las líneas temporales establecidas de la
historia y la tecnología. Palabra de Muy Interesante :) jaja.
Musicalmente,
he procurado conjugar técnicas, cacharros llenos de polvo y knobs, voces —la
mayoría grabadas en mi sampler o en una grabadora de mano— con tecnología
virtual más novedosa. Tan natural como atemporal.
«Ooparts»
y «Blade Rana» fueron los temas elegidos como adelanto. ¿Por qué estos dos en
particular?
«Ooparts»
porque contiene dos líneas melódicas que compuse hace mucho tiempo —igual aún
estábamos en el Pleistoceno, no sé—: una con el sinte y otra a modo de órgano
de iglesia chunga. ¡Ostras! Las he tenido metidas en la cabeza desde entonces.
Sencillas pero matonas. Iba en bici, me duchaba… y ahí que las tarareaba. A ver
qué os pasa a vosotros.
Y
«Blade Rana» porque, a la postre, es uno de los tracks que más me pirran por
cómo suenan. También fue un reto: me propuse meter en una sola canción tres
culturas y países muy distintos. Os soplo: esos tres países fueron Jamaica,
Italia y Senegal. Locura divina, que diría algún faquir antes de tumbarse para
echarse una reconfortante siesta.
Colaboras
con Ëda Díaz en uno de los cortes. ¿Cómo nació esa conexión?
Me
enamoré de su talento nada más descubrirla. Tuve la oportunidad de hacer la
campaña de prensa de su último álbum Suave Bruta, y me prendó su manera de
narrar, sin artificios, un mosaico brutal de tonos dulces con otros muy
descarados. Aunque es muy buena con el contrabajo, es la calidad de su voz
—fusionando un deje latino con folk más contemporáneo y europeo— lo que me hizo
temblar. De placer.
La
conocí en Barcelona y conecté muy bien con ella a nivel personal. Yo tenía
claro que en lo nuevo que sacase iría un tema trip hop, porque me flipa el
género… «Nyarlathotep», así se titula, es ese tema.
Trabajamos
a distancia, pero en cuanto ella me dijo que sí, todo fluyó como la water de
Bruce Lee. Con ella se explora muy bien la oscuridad y la belleza. Ojalá
logremos hacer alguna cosa más juntos en el futuro. Me ilusiona solo pensarlo.
Tu
música mezcla trip hop, electrónica y hip hop abstracto. ¿Cómo definirías tu
identidad sonora actual?
Buena
pregunta, ¿buena respuesta? Soy un enfermo de la música; esta fue la que me
liberó de la jaula siendo un chavalote. Sí, era demasiado retraído, ¿qué pasa?
Desde entonces me he rodeado de una veintena de estilos… pero con lo que más me
identifico sin lugar a dudas es con el fenómeno del beat. Mamé breakdance, rap ochentero, jungle, hard hop,
electro, UK hardcore, dubstep, etc.
Si
me tirase a la piscina —sin bañador, aviso—, la definiría como si fuese un
videojuego catalogado como Animated Violence Mild. Música electrónica sin
prejuicios que se aventura a través del ritmo, normalmente roto y a medio
tempo.
Has
compartido escenario con gigantes como The Chemical Brothers o The Prodigy en
los 90. ¿Qué aprendiste de esa época?
Aprendí
de todo. Crecí en un entorno tan bonito, increíble, revolucionario… pero
tantas, tantísimas veces hostil. Estos conciertos teloneando a The Chemical
Brothers en la Cartuja de Sevilla y a The Prodigy en La Malagueta fueron dos
bombazos en mi existencia que jamás olvidaré.
En
esas actuaciones —ambas con la banda BOCKORS y en directo— lo di todo. Fui
testigo de la camaradería entre artistas —incluidos los que entonces trataba
como ídolos—, pero sobre todo de la conexión con miles de personas. Menos mal
que mis comienzos fueron rapeando por clubes y no pasé directamente de la
cabina de DJ a un escenario inmenso donde me podía perder. Eso fue importante.
No
es lo mismo conectar pinchando un vinilo hitazo que a través de un micro y tus
propias canciones. En Málaga recuerdo que me dejé el alma; casi me da un
soponcio antes de tocar. Controlar las emociones no es nada fácil. Ah, saqué
otra conclusión: mejor no cenar mucho antes de una actuación importante.
Achtung, achtung!
Además de productor y DJ, has trabajado como press officer para artistas internacionales. ¿Cómo influye esa faceta en tu propio proceso creativo?
Así
es. De hecho, se ha convertido en mi principal fuente económica desde que me
trasladé de Sevilla a Barcelona, a finales de 2006. Es un trabajo que puede
aportar estabilidad, pero que resulta cada vez más duro. Las herramientas
cambian demasiado rápido, el interés loco por una cosa cambia de repente y vira
hacia otra que ni interesaba, muchos compañeros y compañeras también comienzan
a estar cansados de dejarse la vida y ser muy poco valorados.
Aun
con eso, relacionarme con profesionales del periodismo musical me ayuda mucho a
aprender y a no parar de crecer. En cuanto a lo creativo, procuro ser natural y
busco las maneras de llegar a alguien en concreto sin incordiar.
Sí,
a la hora de escribir un email o confeccionar una nota de prensa es cada vez
más importante ser directo y visual. Menos retórica = más posibilidades. Y a
mí, que se me va la pinza taco… no paro de trabajar este aspecto.
Luego,
currar tanto para poner en el mapa los proyectos de gente como Trentemøller,
Asian Dub Foundation, L’Entourloop, La Chica, Burial, Goose, Rinôçérôse,
Modeselektor, etc., y otra mucha menos conocida, consume tantas horas que es
harto complicado sentarse a producir música sin que sea ya medianoche. La
cabeza, además, no acompaña.
Llevas
años explorando el arte del sampleo. ¿Qué buscas al elegir un sample?
Que
resulte curioso y que surja —en la mayoría de los casos— de donde uno menos se
lo espere. Espontáneo. Y que luego sea como un motor o un aderezo fresco que
ayude con el resto de creaciones dentro de la estructura del tema.
¿Cómo
percibes la evolución de la escena electrónica independiente en España en
comparación con tus inicios?
¡Uf!
Ha evolucionado una barbaridad. En especial a la hora de tener más
oportunidades, herramientas, en definitiva, reconocimiento y presencia. Cuando
empecé me topé con muy pocos productores: el 99 % eran DJs. Muy buenos, por
cierto (Ale Baquero, Danny Dejota, Jordi Slate, etc.).
Uno
de los primeros producers que me fascinaron, de mi tierra, fue
Deejaykul. Y nacionales, Chávez. En los 90 se valoraba una barbaridad cualquier
producción venida desde fuera, en mi ámbito, del Reino Unido o de EE. UU. Pero
que fuese de la tierra, mucho menos.
Creo
que proyectos como el ya mencionado BOCKORS, junto a otros como Cultura
Probase, Side Effects, HD Substance, Óscar Mulero o Cristian Varela, provocaron
una toma de conciencia colectiva distinta. Sobre todo a medida que se iban
lanzando producciones propias, luego refrendadas por sesiones o conciertos
cojonudos.
La
cosecha de talento ahora mismo es infinita: Vanadium, Skygaze, Ylia, Clara
Aguilar, Fernando Lagreca, Cora Novoa, Omega dB, Ed is Dead, Ana Quiroga,
AFFKT, Nin3s, Flug, Piek, no_ip… te prometo que sigo, ¡y no acabo!
¿Qué
podemos esperar de Brunetto después de este miniálbum? ¿Más lanzamientos,
colaboraciones o quizá un álbum largo?
Ahora
mismo me siento muy a gusto con el concepto del EP o miniálbum. Creo que, a no
ser que lo aparque todo y me centre de lleno en componer un álbum con su buen
hilo conductor e historia, me seduce esto de seguir lanzando 4 o 6 temas del
tirón.
Me
encantaría, por supuesto, volver a crear algo con Ëda Díaz o La Chica. O con
gente que aún no me conoce, pero que me encanta cómo se las gastan. Por
ejemplo, Las Ninyas del Corro o Kase.O.
Luego
estoy empezando a animarme de nuevo con las sesiones (DJ), y a ser posible, con
solo vinilos o híbridas. Directos, ya te digo que no; sigo sufriendo mucho,
especialmente cuando estoy yo solo.
Ah,
muchas ganas también de realizar alguna mixtape como las que hice hace un
tiempecillo para Beatburguer (2017), muy trip hopera, o Hunger
Culture en clave más 80-90. Me divierten mucho estos ejercicios, más que
levantar unas mancuernas o hacer sentadillas.
Lista de canciones de Ooparts:
War Games 2025 (Feat. Young Quincy)
Ooparts
Blade Rana
Nyarlathotep (Feat. Ëda Diaz)
Te Hunde
Corners, Bees and Weasels