sábado, mayo 27, 2023

BUNBURY: «GRETA GARBO» (WARNER MUSIC, 2023)

En una carrera en constante reinvención, Enrique Bunbury nunca se ha quedado estancado en el mismo estilo. Al igual que su venerado David Bowie, todos sus álbumes han sido diferentes entre ellos, suscritos al momento vital del autor.

Greta Garbo (Warner Music, 2023) transmite un mensaje positivo, superar los problemas y continuar adelante, alejándose del cripticismo de sus últimos elepés. El maño suena rejuvenecido, jovial por decirlo de alguna forma, con el deseo que disfrutar del presente. En esta ocasión las letras son más personales de lo habitual, con cierto aire de tristeza, la resignación ante una etapa que termina, el miedo a afrontar un futuro incierto.

 

Bunbury ha prescindido de los Santos Inocentes —banda con la que llevaba trabajando durante los últimos años— para reclutar a un nuevos músicos: Adán Jodorowsky (producción, bajo), Raoul Chichin (guitarra), Victor Mechanick (teclados) y Guillo Morales Vitola (batería). Gracias a ello, vuelve a dar un giro a su propuesta con un sonido más clásico, en el que la electrónica no tiene tanto peso como en anteriores entregas.

 

Un halo crepuscular —el viejo pistolero que cuelga el revólver en contra de su voluntad— planea sobre el elepé. Greta Garbo es su trabajo más personal desde Las consecuencias (Capitol Records, 2010). Pero, en este caso, la redención es posible. 

 

Nuestros mundos no obedecen a tus mapas arranca con un bajo destacable. Acelerada, con aire New Wave y un buen solo de guitarra, Bunbury declama «El que se va sin que lo echen, volverá sin que lo llamen, no te librarás de nosotros tan fácilmente». Toda una declaración de intenciones.

 

La bucólica Alaska aboga por abandonar el mundo, retirarse a una región lejana rodeado por la naturaleza para encontrarse con uno mismo. El sueño de cualquier alma herida, la necesidad de reposo para sanar las cicatrices. Huir, una retirada digna, es una de las constantes del disco.

 

Invulnerables es el corte más pop del conjunto, elección obvia como primer single. Una rareza en el buen sentido de la palabra: Bunbury jamás había sonado tan accesible. Un adelanto sorprendente que fue bien recibido por sus incondicionales.

 

Desaparecer, balada de piano con madera de himno, trata sobre tristezas, confusión y derrotas. «Sin nada que perder, las cosas como son no son suficientes»…. Bunbury en su faceta introspectiva. Ideal para corearla en vivo. 

 

Para ser inolvidables suena setentera, con una guitarra funk, piano y ritmo preciso de la batería. Volvemos a encontrarnos con el conato de despedida, abandonar la función en el momento cumbre del espectáculo. Una de las mejores canciones del elepé. 

 

Llegados al ecuador del álbum, las composiciones de Greta Garbo puede que sean las más sinceras que ha escrito el cantante en toda su carrera. ¿Nos encontramos ante Bunbury, el personaje mediático, la estrella del rock, o Enrique Ortiz de Landázuri Izarduy, con sus miedos y flaquezas, que duda de sí mismo como artista? Todo apunta a lo segundo. 

 

En la reflexiva De vuelta a casa es imposible ignorar el componente autobiográfico del tema. Sin embargo, la arrogancia bunburiana no tarda en hacer acto de presencia: «Aquí nada termina, es la lección que aprendí, el futuro es brillante, me pondré mis gafas dе sol». Se puede decir más alto, pero no más claro.


La tormenta perfecta es una pulla a los detractores que lo han criticado durante décadas —«Esquivando flechas, soy la diana y el blanco, uno acaba un poco harto, arrastrándose hasta la puerta»— por mantenerse fiel a sus convicciones. Metáforas bíblicas incluidas, Bunbury no evita compararse con Jesucristo crucificado. Catártica. 

 

La melancólica Autos de choque podría considerarse una continuación de la anterior. Reivindicativa, trata sobre una sociedad carente de criterio propio, peones en manos de un sistema que considera a sus habitantes prescindibles. Una vuelta a la temática social de Palosanto (Warner Music, 2013).

 

En Armagedón por compasión la melodía es fronteriza, estilo espagueti western, en la que Bunbury pone en la mesa los ases ocultos en la manga: «Soy el alfa y el omega, el tiempo en una rueda, la llama que renueva, soy el germen de un futuro mejor». Puro ego, sello del zaragozano. 

 

Para terminar, la confesional Corregir el mundo con una canción resume el contenido del elepé: «Y lo que perdí, migajas dе pan, y no me pueden quitar nada, el tiempo será un río en que pescar, monstruos que asesinar por una idea genial». Nocturna y evocadora, al estilo del Nick Cave crooner de The Boatman’s Call (1997), solo queda resignación por las oportunidades perdidas. Un cierre acertado. 

 

Respecto a la retirada de los directos, resulta casi imposible que un animal escénico como el maño pueda cumplir su palabra. El mismo día del lanzamiento de Greta Garbo supimos de nuevos conciertos de Enrique Bunbury en 2024 y no tenemos dudas de que se agotarán las entradas en cuestión de horas. El espectáculo debe continuar.