Cuando
hablamos de The Dark Side of the Moon lo hacemos sobre un clásico que
cambió las reglas del rock. Este cuenta con una portada memorable,
canciones que han calado hondo en el imaginario popular y, sobre todo, un
mensaje que no ha perdido vigencia: la locura, miedos, angustias y necesidades
del individuo moderno. Como álbum conceptual se adelantó a su tiempo: el mundo
poco ha cambiado desde entonces.
Para
su octavo disco, el bajista Roger Waters asumió el liderazgo de la formación.
Ahora tendría la oportunidad de explorar sus obsesiones: el poder del dinero,
el terror a un futuro insondable, la presencia de la muerte, la falta de
humanidad de sus semejantes, el peso de la fama, la demencia… La sombra de Syd
Barrett, antiguo cantante del grupo destrozado mentalmente por las drogas, lo
persiguió durante años. Todo ello quedó reflejado en una serie de cortes que
abrieron nuevos caminos. En esta ocasión el minutaje sería contenido, nada de
experimentos superiores a diez minutos como en el pasado. En cuanto a las
letras, Waters decidió ser lo más explícito posible, dejando atrás su estilo
previo, tétrico y abstracto. Su nueva obra no podía estar abierta a diferentes
interpretaciones; deseaba que el público la entendiera a la perfección.
La
banda presentó los temas en directo durante meses antes de entrar en los
estudios Abbey Road de Londres donde dieron forma al elepé tal como lo
conocemos. La gira de Meddle (1971) recorrió Inglaterra, Japón y Estados
Unidos, proporcionándoles la oportunidad de pulir las mismas. The Dark Side
of the Moon fue pionero en el uso de efectos sonoros, loops,
psicodelia, grabaciones multipistas, sintetizadores y temáticas poco comunes en
la época.
A
diferencia de discos posteriores, el grupo trabajó como tal, aportando letras y
arreglos musicales. La democracia en el seno interno de Pink Floyd no tardaría
en cambiar. David Gilmour (guitarra), Nick Manson (batería) y Richard Wright
(teclados) pasarían a ser meros comparsas en manos de Waters. Tanto, que el
bajista incluso despediría a Wright en el futuro. El conflicto entre ellos
continúa sin resolverse. Basta con leer noticias recientes: la esposa de
Gilmour lanzó duras acusaciones contra Waters en Twitter. Huelga decir que el
guitarrista respaldó sus palabras.
El
álbum fue estrenado al completo en el Rainbow Theatre el 17 de febrero de 1972
delante de un selecto grupo de público y prensa. Fue una prueba de fuego que
recibió una respuesta entusiasta por ambos bandos. Los críticos presentes de The
Times, Melody Marker y The Sunday Times se deshicieron en
elogios. Conforme pasaban los meses, la banda fue alternando el trabajo entre
directos y el estudio. Las primeras sesiones se grabaron en junio de aquel año
y las segundas en enero de 1973.
The
Dark Side of the Moon: canción a canción
Speak
to Me realiza la función de obertura: el latido de un
corazón, cajas registradoras, voces hablando sobre la locura, maquinaria
pesada, las aspas de un helicóptero, risas psicóticas… De inmediato, la pista se funde con Breathe
(In the Air), en la que destaca el piano de Wright y la guitarra de
Gilmour. Atmósfera relajada, cósmica, que encaja con la letra sobre vivir el
presente y aceptar los errores cometidos.
On
the Run es un corte psicodélico que roza la ciencia ficción
dominado por sintetizadores. Urgencia, caos, anuncios por megafonía sobre
vuelos que despegan del aeropuerto… Sin transición, Time comienza con el
sonido de relojes antiguos antes de zambullirse en una de las mejores canciones
del disco. El solo de Gilmour causa impresión, coros femeninos y el resto del
grupo no se queda atrás. La letra carece de desperdicio: «Kicking around on a
piece of ground in your hometown, waiting for someone or something to show you
the way» (“Pateando un trozo de tierra en tu ciudad natal, esperando que
alguien o algo te muestre el camino”).
La
primera cara termina con The Great Gig in the Sky, evocadora pieza en la
que Clare Torry (The Alan Parsons Project, Kevin Ayers) se entrega en cuerpo y
alma gracias a una interpretación dotada de una intensidad poco común. Según la
leyenda, le bastaron tres tomas para pasar a la posteridad. El tema es tan
brillante que ni siquiera necesita letra. Basta con escucharlo: el miedo a la
muerte resulta palpable. En 2005, después de largos años en los tribunales,
Torry conseguiría ser declarada coautora del mismo junto a Wright.
La
segunda parte abre con el sonido de una hoja de papel rasgada, una caja
registradora y monedas cayendo al suelo. Durante seis minutos y medio, Money
destaca por su letra irónica que critica el capitalismo, bajo palpitante, diversos
cambios de tiempo, riffs memorables y el saxofón funk de Dick Parry
(Jimmy Dawkins, The Who). «Money, get back, I’m all right Jack, keep your hands
off my stack. New car, caviar, four star daydream, think i buy me a football
team» (“Dinero, vuelve, estoy bien, Jack, mantén tus manos fuera de mi pila.
Coche nuevo, caviar, ensueño de cuatro estrellas, creo que me compro un equipo
de fútbol”). Como colofón, una ronda de preguntas efectuada por Waters a
personas que pasaban por el estudio. Lanzada como single, Money
es el tema más famoso del álbum y una de las piedras angulares de la
discografía de Pink Floyd. Ha sido versionado por Velvet Revolver, Dream
Theather, Eric Burdon, Dave Matthews Band y The Faming Lips, solo para empezar.
Acto
seguido, Us and Them —segundo y último sencillo del elepé— es una joya
atemporal en la que Parry, Gilmour y Wright se lucen. Originalmente fue escrita
para la película de culto Zabriskie Point de Michelangelo Antonioni, no
obstante, el director la rechazó al considerar que no encajaba en su propuesta.
Reposada y jazzística, es una canción de temática antibélica, el preludio a The
Final Cut (1983) en el que Waters honraría la memoria de su padre caído
durante la Segunda Guerra Mundial.
En
Any Colour You Like regresa la psicodelia típica de los primeros años de
la formación. El VCS3 adquiere un papel fundamental. Brain Damage —que
cuenta con el arpegio de Dear Prudence de The Beatles—, inspirada en la
locura de Barrett, sería el boceto de Wish You Were Here (1975), en el
que homenajearían a su compañero. Waters lleva la voz cantante al igual que en Eclipse
—ambas forman una sola pieza—, que sirve como despedida. «And all that’s to
come and everything under the sun is in tune, but the sun is eclipsed by the
moon» (“Y todo lo que está por venir y todo lo que hay bajo el sol está en
sintonía, pero el sol está eclipsado por la luna”). El círculo ha finalizado.
El lado oscuro de la luna no existe, todo es oscuridad.
Por
qué es tan importante The Dark Side of the Moon
En
1973 el glam rock dominaba las listas de ventas del Reino Unido. Pese a
ello, bandas como Yes, Genesis, Jethro Tull, Kansas, Rush, King Crimson, Camel
y Emerson, Lake & Palmer triunfaban. Pink Floyd llevó el rock
progresivo a un nivel superior, convirtiéndolo en accesible para las masas. Su
éxito fue equiparable al de Led Zeppelin, The Rolling Stones o Elton John.
Aparte del contenido, cabe destacar su icónica portada despegable —un prisma
luminoso que refracta la luz en un arcoíris— diseñada por Storm Thorgerson (Led
Zeppelin, Black Sabbath, Peter Gabriel) del colectivo Hipgnosis, con quienes
habían trabajado en A Saucerful of Secrets (1968). Aquello significó una
propuesta innovadora: no era necesario que apareciera el nombre del grupo o sus
componentes para vender el producto, con la calidad musical bastaba. Vale la
pena mencionar la reciente disputa causada en las redes sociales por fanáticos
recalcitrantes que consideran que la banda no respeta al colectivo LGTB+. Sin
comentarios.
El
disco fue un triunfo absoluto que alcanzó los primeros puestos de las listas
británicas y estadounidenses. Marcaría un antes y después en la industria,
cambiando las reglas del juego para siempre. Las cifras de The Dark Side of
the Moon son astronómicas: cincuenta millones de copias despachadas y dos
décadas de permanencia en los charts lo corroboran. Desde la perspectiva que
ofrece el tiempo, podemos afirmar que no se trata de un elepé comercial,
sencillo de escuchar, capaz de conquistar al público mayoritario como Thriller
(Michael Jackson) Black in Black (AC/DC) o Rumours (Fleetwood
Mac), por poner ejemplos. Aun así, consiguió equipararse a los mencionados como
uno de los álbumes más vendidos de la historia.
