Nunca olvidaremos y nunca perdonaremos.
Lo
único que quiere es dolor.
El
miedo es para el enemigo.
Miedo y las balas.
James O’Barr
El cómic
The
Crow
(Caliber Press, 1989) tiene el honor de haber sido el cómic underground más
vendido de la historia. Según la leyenda, James O’Barr plasmó en sus páginas el
trauma que le supuso perder a su pareja en un accidente de trafico debido a un
conductor ebrio. El arte siempre ha sido el mejor modo de superar las
adversidades.
La
historia está ambientada en una Detroit sumida en el caos, con altos índices de
delincuencia, drogadicción y pobreza. Eric Draven y Shelly Webster —una joven
pareja comprometida, idealista y profundamente enamorada— tienen la mala suerte
de encontrarse en el lugar equivocado en el momento inoportuno. Una pandilla de
macarras asesina a Eric de dos disparos a quemarropa en la cabeza y, acto
seguido, violan y ejecutan a su novia.
Un año después, Eric resucita dispuesto a vengarse de los individuos que se lo arrebataron todo. Conforme pasan las páginas, las matanzas del protagonista son crueles y despiadadas; no le queda nada por perder. Corrupta, tenebrosa y de aspecto victoriano, el Detroit que O’Barr nos presenta no deja lugar para la esperanza. El Cuervo recorre los peores barrios donde la escoria campa a sus anchas: calles abandonadas cubiertas de basura, decadencia, edificios en ruinas y desesperación. Reina un ambiente fantasmagórico, opresivo. La policía es incapaz de hacer nada pese a todos sus esfuerzos.
El
protagonista es un espíritu obsesionado por el pasado, lleno de odio, dolor y
deseos de venganza y al mismo tiempo, compasión por los débiles y necesitados;
las víctimas de una sociedad destrozada. Una mezcla entre ángel de la muerte y
salvador.
Con
una estética que bebe de Edgard Allan Poe, la historia transcurre entre
resonancias bíblicas, poemas de Rimbaud, Rose Fyleman y Baudelaire. El spleen
de Artaud, Villon o Bataille es evidente, aparte del nihilismo de Nietzsche y
letras de canciones de The Cure y Joy Division. El cómic aúna romanticismo,
soledad, violencia, redención y muerte.
La
trama es directa, sencilla y sin florituras. El dibujo de trazos gruesos y
toscos, se nutre de la estética ochentera de The Batcave de Londres. Sin
ir más lejos, Draven recuerda a un joven Peter Murphy de Bauhaus. Tristeza y
desesperación emanan de las viñetas; visceralidad que roza la locura.
The
Crow
es una historia de amor. Regresar a la vida sin Shelly atormenta a Eric de tal
forma que llega a automutilarse para aliviar el vacío que le produce su
ausencia. Los recuerdos lo hieren, lo único que anhela es que la muerte lo
reclame de forma definitiva para reunirse con ella.
La
película
La
adaptación cinematográfica dirigida por Alex Proyas (Dark City) amplia el
universo del cómic desarrollando la Noche del Diablo —en la que las bandas
criminales organizadas prenden incendios por toda la ciudad en Halloween—; el
motivo que conduce al asesinato de los protagonistas; los personajes del
sargento Daryl Albrecht —un policía honrado y compasivo— y Sarah —una niña
amiga de la pareja desde el principio de la película—; el líder de los
mafiosos, Top Dollar, que mantiene una relación incestuosa con su media
hermana, Myca; el vínculo entre el cuervo y Draven: este lo devuelve a la vida,
por consiguiente, si aniquilas al animal, Eric perderá su inmortalidad; y la
lucha final en lo alto de la iglesia, un claro homenaje a Metrópolis.
Destaca la pandilla de villanos completamente despreciables: Tin Tin, Funboy, T-Bird y Skank. Chusma que lo único que merece es perecer de la forma más sádica posible. Caricaturescos, rozan la parodia. El Cuervo va dejando un reguero de cadáveres a través de una urbe azotada por la lluvia interminable que es incapaz de limpiar los pecados de sus habitantes. El tendero Gideon y la mano derecha de Top Dollar, Grange, también son estereotipos. No hay tiempo para el desarrollo de personajes, su destino es la muerte. Top Dollar es la estrella de la función: sus parlamentos pasados de vueltas, imagen dieciochesca, carencia de escrúpulos, afición por coleccionar los ojos de sus víctimas y esnifar cocaína, son inolvidables.
La
película cuenta con escenas míticas: Eric convirtiéndose en el Cuervo mientras
suena Burn de The Cure. La pandilla de T-Bird tragando balas, bebiendo
chupitos y aullando «¡Fuego a tope!». Eric corriendo bajo la lluvia por los
tejados de Detroit acompañado por Dead Souls de Nine Inch Nails. Eric sacando
la morfina de las venas de Darla, la madre de Sarah. La silueta de un cuervo
dibujada con gasolina después de ejecutar a T-Bird. Eric riéndose cuando los
niños lo rodean… Este plano siempre me ha parecido el más poético de la
película. The Crow se convirtió en el legado de Brandon Lee. Eric reuniéndose
con su prometida en el cementerio… Resulta difícil que el remake protagonizado
por Bill Skarsgård logre superar lo anterior. Según las noticias se estrenará
en 2023.
La
imagen de Brandon —maquillaje, gabardina, cuero negro, alambre de espino y
cinta aislante— creó escuela. The Crow es película muy visual, con la estética
de videoclip tan propia de los noventa, precursora del cine de superhéroes que
impera en la actualidad, cuando el género no contaba con el apoyo de las
grandes masas.
La
trágica muerte de Lee —al igual que Heath Ledger en El caballero oscuro— avivó
el morbo de los espectadores. Gracias a ello, un humilde film de bajo presupuesto
se convirtió en un éxito de taquilla, dando pie a una serie de secuelas
infumables que ninguna estuvo a la altura de la original, mucho menos
convertirse en una obra de culto. A raíz de ello, la leyenda negra de los Lee
continuó creciendo. Brandon falleció en las mismas circunstancias turbias que
su padre, Bruce.
Huelga
decir que el cómic y la película se complementan. Ambas poseen el mismo nivel
de calidad.
La banda
sonora
La
banda sonora de The Crow (Atlantic Records, 1994) es electrizante: rock, industrial, grunge, heavy, metal, shoegaze,
etcétera. Aunque se quería utilizar The Hanging Garden de The Cure tal como
sucede en el cómic, la banda compuso Burn expresamente para la película. Nine
Inch Nails colaboró con un cover de Dead Souls que iguala a la original de
Joy Division. Pantera versionó The Badge de Poison Idea y Rollins Band
hizo lo mismo con Ghost Rider de Suicide. Rage Against the Machine
regrabó una vieja cara B, Darkness of the Greed, y la convirtió en Darkness. My Life with the Thrill Kill Kult pulió Nervous
Xians, que terminó en pantalla como After the Flesh. Medicine actualizó Time Baby II con Elizabeth Fraser como vocalista (Cocteau Twins) y la
incluyó como Time Baby III. Jane Siberry cantó en I Can’t Rain All the
Time con arreglos de Graeme Revell (Días extraños), el compositor de la banda
sonora. Stone Temple Pilots quiso añadir Only Dying, no obstante, a raíz de
la muerte de Brandon Lee, fue reemplazada por Big Empty.
Las
canciones encajan como un guante con la fotografía oscura y escarlata, de grano
grueso, de la película. Joy Divison y The Cure fueron una gran influencia para
James O’Barr. En el cómic aparece la letra al completo de The Hanging Garden de The Cure y fragmentos de Atmosphere, Disorder y Atrocity Exhibition de
Joy Division.
El
soundtrack fue reeditado en vinilo en 2019 el Record Store Day
con motivo del veinticinco aniversario de la película.
The Crow marcó a la generación de los noventa, entre los que me incluyo. Pienso que todos los que escuchábamos rock alternativo caímos rendidos ante su hechizo. Eran otros tiempos, me temo que hoy en día sería imposible que una película de estas características se convirtiera en un clásico. Una frase para el recuerdo: «No llueve eternamente».