lunes, septiembre 24, 2018

RICHARD ASHCROFT DISCOGRAFÍA (2000-2016)


Han pasado más de veinte años desde que The Verve alcanzara la fama mundial y conquistara las listas musicales con el aclamado Urban Hymns (Hut Records, 1997), última obra maestra del Britpop que, en cierto modo, significó el cierre de aquel movimiento que tantas pasiones despertó durante los noventa. A pesar de la controversia causada por la demanda de Allen Klein que los acusó de plagiar su versión orquestal de The Last Time de The Rolling Stones, Bitter Sweet Symphony se convirtió en un clásico por derecho propio y pasó a formar parte de la cultura popular. ¿Quién no recuerda a Ashcroft caminando con arrogancia por una calle londinense mientras choca contra los peatones que se interponen ante su paso?      

Tal como siempre ha pasado con la banda, cuando se encontraban en la cúspide de su carrera, sus desavenencias personales —la tormentosa relación de Richard Ashcroft con el guitarrista Nick McCabe es similar a la que mantienen los hermanos Gallagher de Oasis— los obligó a disolverse por segunda vez. Tal como declaró Noel Gallagher: «Somos mejores que The Verve, quienes no pueden mantenerse juntos por más de seis meses». Para bien o para mal, la segunda parte de la frase encierra una verdad incuestionable.  

Alone with Everybody (Hut Records, 2000)


Alone with Everybody supone el debut de Ashcroft como cantante en solitario. Un disco intimista que habla del amor, la belleza de las cosas sencillas, su matrimonio con Kate Radley (antigua teclista de Spiritualized), la paz interior y la redención. Fiel a su estilo, continúa la senda abierta por Urban Hymns en una serie de canciones preciosistas, con múltiples arreglos de cuerda cortesía de Will Malone, perfectamente radiables pero sin caer en la comercialidad más descarada. 

El primer single, A Song for the Lovers, llegó al número tres de las listas británicas. El álbum cuenta con grandes baladas I Get My Beat, You on My Mind in My SleepOn a Beach—, temas rockeros —New York, Money to Burn— y popCrazy World, C'mon People (We're Making It Now)

Gracias a los nuevos músicos de estudio, el reto de superar el pasado junto a su antigua formación y el talento innato del de Wigan, el disco recibió buenas críticas por parte de la prensa especializada y llegó a número uno de los charts británicos. Cabe destacar que los videoclips de A Song for the Lovers y Money to Run explotan su característica forma de caminar altanera, enojada contra el mundo y llena de seguridad en sí mismo.

Human Conditions (Hut Records, 2002)


Dos años después del lanzamiento de su primer elepé, Ashcroft regresó a la actualidad musical con un trabajo notable que, injustamente, no fue tan bien recibido como Alone with Everybody. Human Conditions es un viaje filosófico y espiritual alrededor del mundo que habla sobre Dios, el amor y el sentido de la vida. 

Check the Meaning, con sus vientos y cuerdas, puede que sea su mejor canción en solitario; un tema épico y ambicioso a la altura de Bitter Sweet Symphony. El álbum destaca por sus grandes melodías, segundas voces y arreglos orquestales que, lejos de saturar, encajan a la perfección con la música. Canciones como Science of Silence, Buy It in Bottles, God in the Numbers, Running Away o Nature Is the Law (con la colaboración de Brian Wilson de los Beach Boys) demuestran la madurez del cantante que, a diferencia de sus coetáneos, creó un trabajo destinado a la posteridad. 

Este llegó al número tres de las listas británicas. Un disco que, ignorando las reseñas negativas que le acompañarían a partir de entonces, sus incondicionales han sabido valorar en su justa medida.          

Keys to the World (Parlophone, 2006)


Al igual que su anterior álbum, Keys to the World volvió a recibir malas críticas de los medios, tachándolo de dispar, poco inspirado y lleno de material de relleno que no se encontraba a la altura. Temas como Why Not Nothing?, Simple Song o Keys to the World —que debió ser single—proporcionan un ramalazo de energía a un trabajo tranquilo, melódico y orquestal. 

El primer sencillo, Break the Night with Colour destaca por el protagonismo de la voz del cantante y su evocadora melodía de piano. Music is Power, con su sampleado de Curtis Mayfiel, muestra el interés de Ashcroft por la Motown americana; un tema elegante con aroma soul que sería un anticipo de su futura dirección musical. Guitarras acústicas, cuerdas y piano acompañan a canciones como la balada folk Sweet Brother Malcom —que recuerda a Simon & Garfunkel—, Word Just Get in the Way y la desgarrada Why Do Lovers? 

Un disco sencillo cuyas letras se alejan del misticismo de sus comienzos y tratan sobre emociones universales como la tristeza, el amor, la felicidad, la vida y la muerte. Keys to the World alcanzó el número dos de los charts ingleses: un triunfo que desafió a los críticos empeñados en menospreciar su trabajo.  

RPA & The United Nations of Sound (Parlophone, 2010)
                                 

En el año 2008, de forma inesperada, Ashcroft se volvió reunir con The Verve y sacaron a la venta Forth. Los críticos maliciosos alegaron que fue debido a motivos puramente comerciales para relanzar una carrera hundida por los álbumes previamente mencionados. El elepé —que retomó el sonido space rock de sus inicios aderezado con las orquestaciones propias de su etapa más popular— no llegó a tener el éxito esperado y, después de una corta gira de promoción, el grupo volvió a disolverse. 

Para su siguiente paso discográfico, Ashcroft formaría una nueva banda con músicos de hip hop y R&B americanos y cedería los controles de producción a No I.D. (Jay-Z, Janet Jackson, Kayne West). El resultado es un trabajo que mezcla su estilo habitual con profusión de arreglos de cuerda, soul, percusiones electrónicas, guitarras funk y coros góspel, que fue un fracaso de ventas y crítica. 

RPA & The United Nations of Sound cuenta con los potentes sencillos Are You Ready? y Born Again arraigados en el sonido tradicional del cantante. También podemos encontrar temas notables como GloryHow Deep Your Man —con influencia de Chuck Berry— y la velvetiana Royal Highness Las baladas This Thing Called Live, She Brings Me the Music y Good Loving muestran su lado más melódico y sensible, mientras las animadas America, Beatitudes y Life Can Be So Beautiful —con un falsete impagable a lo Bee Gees— ofrecen nuevos terrenos en su discografía. Un disco arriesgado y enérgico que mereció mejor suerte comercial.    

These People (Cooking Vinyl, 2016)



Después de seis años de silencio roto por algunas esporádicas actuaciones en formato acústico, Richard Ashcroft regresó al mercado musical con un álbum en el que se mantiene fiel a las coordenadas propias de su carrera solista. Volvemos a encontrarnos con un disco sencillo, equilibrado y elegante en el que destacan los envolventes arreglos de cuerda cortesía del fiel Will Malone con el que ha trabajado desde mediados de los noventa.

Out Of My Body empieza con una guitarra country para irrumpir en un inesperado cruce entre funk y disco; himnos como This Is How It Feels —primer single—, They Don’t Owned Me y These People, típicas del cantante británico, recuerdan a sus tiempos con The Verve; pop comercial destinado a los radiofórmulas; Hold On —segundo sencillo que trata sobre el levantamiento de Siria— y Everybody Needs Somebody to Hurt You, medios tiempos pausados e introspectivos; Picture Of You, Black Line o Ain't the Future So Bright podrían encajar en cualquiera de sus antiguos elepés en solitario y la contundente Songs of Experience forman un mosaico que demuestran una madurez que bebe del pasado del artista sin ninguna clase de nostalgia.

Piano, guitarras, cuerdas, loops electrónicos, letras elaboradas y grandes estribillos sirven para acompañar un trabajo orgánico medido hasta el último detalle que ofrece nuevas texturas y horizontes, pequeñas gemas pop producidas por el propio británico sin pecar de comerciales en su vertiente más descarada. Cabe destacar que Ashcroft no ha sido medido con el mismo brasero que otros compañeros de generación. Todo lo contrario, desde el notable Human Conditions (Hut Records, 2002), la crítica se ha empeñado en destruir su carrera tachándolo de tedioso, ególatra, blando, sobreproducido, carente de fondo, etcétera. 

Irónicamente, a pesar de haber sido crucificado por la prensa especializada, durante los últimos veinte años —excepto The United Nations of Sound, que no vendió lo esperado— todos sus trabajos han alcanzado los primeros puestos de las listas británicas. Una “decadente” carrera que, según los entendidos de turno, lleva dando bandazos desde principios de la década pasada. Los mismos que han elevado a niveles exagerados las propuestas de Damon Albarn, Liam y Noel Gallagher, Jarvis Cocker o Thom Yorke. Ciertos “expertos” deberían prescindir de tanta modernidad y prejuicios a favor de una mayor amplitud de miras y objetividad profesional.