Wigan, Inglaterra, 1989. Richard Ashcroft
(cantante), Nick McCabe (guitarra), Simon Jones (bajo) y Peter Salisbury
(batería), alumnos del Winstanley College, al igual que muchos compañeros de
generación aburridos de la vida académica, soñaban con un futuro mejor.
Liderados por un carismático y arrogante Ashcroft —que desde su temprana
juventud siempre supo que sería una estrella del rock— deciden formar Verve.
Aunque carecían de experiencia musical,
con tenacidad, marihuana y jam sessions, empezaron a crear un repertorio
que bebía de Led Zeppelin, Al Green, Funkadelic, The Stooges, Nick Drake, Can y
Pink Floyd. La Movida Madchester, gracias a sus melodías hedonistas
destinadas a las pistas de baile, era la corriente imperante de la época y The
Stone Roses, el modelo a seguir por todas las nuevas bandas. Después de una
serie de conciertos, en julio de 1991, Verve había afilado sus canciones lo
suficiente como para que un cazatalentos de Hut (subsidiaria de Virgin Records)
les ofreciera un contrato y la oportunidad de telonear a The Smashing Pumpkins
y Catherine Wheel.
Las primeras canciones:
Lanzada como primer corte de su carrera, All
in the Mind sentaría el sonido de los años formativos del grupo:
psicodélico, espiritual y con atmósferas oceánicas dominadas por las guitarras
de McCabe. Paul Schroeder (The Stone Roses, A Guy Called Gerald, Talk Talk) se
encargó de la producción y Brian Cannon —que trabajaría con la banda hasta
finales de los noventa— del diseño del sencillo. El tema estrella queda
eclipsado por la onírica One Way To Go y, sobre todo, A Man Called
Sun —que recuerda a Riders On the Storm de The Doors—; una obra
maestra tristemente desconocida por el público general. All in the Mind
alcanzaría al primer puesto de los charts independientes y consiguió una
respuesta entusiasta de Steve Sutherland de NME. Gracias a ello, durante
los meses de marzo/mayo abrirían los espectáculos de Spiritualized.
Conducida por el bajo de Jones, Gravity
Grave es un corte inolvidable que demuestra la grandeza del grupo. Volvemos
a encontrarnos con atmósferas místicas y siderales que parecen conducirte a
otra dimensión a través de la voz líquida de Ashcroft. Imprescindible escuchar
la versión extendida del mismo, no la del videoclip en la que la banda aparece
a bordo de un Dodge Charger mientras recorre carreteras rurales británicas. Endless
Life es un híbrido psicodélico/shoegaze que sirve como complemento
al tema estrella. Verve necesitaría varios años (History) para conseguir
una canción tan perfecta que acunara melancolía, épica y ensoñación.
En octubre, para promocionar su música en Estados Unidos, el combo recorrió Times Square en la parte trasera de una camioneta mientras interpretaba A Man Called Sun. A finales de año regresarían a la carretera como soporte de The Black Crowes. Inspirado por Chris Robinson, a partir de entonces, Ashcroft saldría descalzo al escenario. También, gracias a unas salvajes performances influenciadas por el ácido, se ganaría el mote Mad Richard que lo ha acompañado durante toda su carrera.
El debut de la banda fue un éxito de
crítica, pero no terminó de cuajar entre el público. Aunque contiene buenos
temas como Star Sail, Slide Away —de la que Noel Gallagher se
apropiaría del título—, The Sun, The Sea, Blue y Butterfly,
la aséptica producción de John Leckie (The Stone Roses, Simple Minds, Magazine)
no termina de explotar el talento de la formación.
La voz de Ashcroft se encuentra enterrada
entre múltiples efectos, las canciones suenan opacas, y las espesas capas de
guitarras llegan a saturar de tal modo que el sonido resulta débil y poco
convincente. Durante las siete semanas que permanecieron en Sawmills, el grupo
consumió grandes cantidades de éxtasis que, de un modo u otro, diluyó la
madurez musical que demostrarían en futuros lanzamientos.
A finales de 1993, realizarían una gira
europea con Oasis en la que compartieron, aparte de mutua admiración y
escenarios, sonadas juergas que aparecieron en los periódicos sensacionalistas.
Mientras la carrera de los de Mánchester triunfaba, Verve caería en una espiral
de catástrofes: accidentes domésticos, bares de hoteles destrozados, peleas con
porteros de discotecas, actuaciones caóticas, excesos causados por las drogas y
litigios discográficos.
En 1994, en pleno festival Lollapalooza,
Ashcroft fue ingresado por una severa deshidratación debido al consumo ingente
de éxtasis. Poco tiempo más tarde, arrestaron al batería Peter Salisbury por
destruir una habitación de hotel en Kansas. Para terminar de empeorar las cosas, la discográfica de
jazz, Verve, demandó al grupo alegando que había violado los derechos de
copyright. La formación se vio obligada a cambiar de nombre para no pagar una
cuantiosa multa. El tour dejó una sensación amarga a los músicos y las
primeras desavenencias personales que minarían la estabilidad de la banda.
En aquel estado regresaron a Wigan,
dispuestos a grabar su segundo álbum. La inspiración no daba señales de vida.
No les quedó más remedio que instalarse en los Loco Estudios de Gales junto a
Owen Morris (Definitely Maybe, (What’s The Story) Morning Glory?
de Oasis). La creación de A Northern Soul fue única: Ashcroft acababa de
romper con su novia, detalle que influyó profundamente en las letras que tratan
sobre la desesperación, añoranza y soledad. Según la leyenda, el grupo
pernoctaba en el estudio en sacos de dormir rodeado de velas, entre botellas de
vodka, pastillas, cocaína y comida basura.
Las sesiones influenciadas por los narcóticos alumbraron un trabajo que posee un sonido colosal y exprime la voz de Richard Ashcroft al máximo. A Northern Soul fue un disco de catarsis, locura creativa y autodestrucción. This is Music, On Your Own y History —la joya de la corona con arreglos de cuerda de Will Malone— fueron lanzados como singles y alcanzaron el Top 40. El libreto interior es el mejor de toda su discografía y los vídeos denotan mayor presupuesto. Por otra parte, Life’s an Ocean y This is Music se convertirían en pilares del directo de la banda.
La crítica, entusiasmada por la euforia
innata del Britpop, lo recibió tibiamente. Tres meses después, a causa
de la tensa relación entre Ashcroft y McCabe, The Verve se disolvió. Por
fortuna, el tiempo le ha hecho justicia y A Northern Soul se ha
convertido en un clásico.
Después de dos años de silencio, The Verve
lanzó la inolvidable Bitter Sweet Symphony que los catapultó al
estrellato internacional. ¿Quién no recuerda a Ashcroft avanzando por la calle
—inspirado en Unfinished Sympathy de Massive Attack— mientras choca contra los
peatones que se interponen en su camino? Pese a la controversia causada por
la demanda de Allen Klein —que los acusó de plagiar su versión orquestal de The
Last Time de The Rolling Stones—, esta se convirtió en un clásico por
derecho propio.
A diferencia de anteriores álbumes, las
sesiones en los Estudios Metrópolis fueron tranquilas y elaboradas,
demostrándoles que podían sacar mayor partido a sus temas. La incorporación de
Simon Tong como guitarrista junto a la vuelta de McCabe enriqueció el sonido de
un disco melódico, orquestal y con grandes baladas como The Drugs Don’t Work,
Lucky Man y Sonnet, que contaba con la producción de Chris Potter
(The Rolling Stones, The Clash, Flowered Up), Youth (Alien Sex Fiend, The
Charlatans, James) y los consabidos arreglos de Will Malone. La fama por la que
tanto tiempo habían trabajado conllevó a multitud de premios, aclamación
crítica y una exitosa gira mundial que los convirtió —junto a Radiohead— en la
banda triunfadora de 1997.
El Britpop daba sus últimos
coletazos de vida y Urban Hymns está considerado el canto del cisne de
aquel movimiento que revolucionó la escena musical británica de los noventa.
Nick McCabe no fue capaz de soportar la presión y volvió a abandonar el grupo.
Aunque fue reemplazado por B. J. Cole para terminar las fechas estipuladas en
directo, la formación se desintegró en la cima de su popularidad y sus miembros
emprendieron diferentes proyectos.
Tal como sucedió con la mayoría de los
grupos de los noventa, The Verve regresó —los cuatro miembros originales— en el
siglo XXI para demostrar que su paso por la primera división musical no fue un
golpe de suerte. La crítica maliciosa alegó que Richard Ashcroft había reunido
a la formación para reflotar una carrera solista que no le había
aportado el éxito que esperaba. Producido por Chris Potter, Forth recupera
las atmósferas cósmicas de sus primeros trabajos tratadas con mayor madurez
musical; un álbum destinado a los incondicionales de la banda que, aunque
recibió elogios por parte de la prensa especializada y se desempeñó de forma
correcta en las listas de ventas, no alcanzó las cifras de Urban Hymns.
La bailable Love is Noise y Rather
Be fueron lanzadas como sencillos, la corta gira de promoción tuvo buena
acogida y los llevó a ser cabezas de cartel de Glastonbury 2008, en el que
ofrecieron un show electrizante. Aparte de los cortes mencionados, destacan Sit
and Wonder, I See Houses, Valium Skies y Appalachian
Springs.
Por tercera —por ahora— vez, la banda pasó
a la historia. Furioso, McCabe se sumó a las invectivas de los medios y desde
entonces, su situación con Ashcroft parece irreconciliable.
Epílogo
En 2010 Richard Ashcroft formó The United
Nations of Sound con músicos de soul y R&B americanos y publicó un elepé
homónimo que fracasó en todos los sentidos; ello lo obligó a regresar a su
carrera en solitario con These People (Cooking Vinyl, 2016). Nick McCabe
y Simon Jones volvieron a la escena musical con Black Submarine (New
Shores, 2014), en la que ahondaron en la vertiente space rock de su
antigua banda. Peter Salisbury se unió como batería a The Charlatans, y Simon
Tong colaboró con Blur, Gorilaz y The Bad, the Good & the Queen.
Entre 2016/2017, los tres primeros álbumes de The Verve fueron reeditados en lujosos cofres con sonido remasterizado, caras B, rarezas y material fotográfico inédito. Los cortes South Pacific, Shoeshine Girl y King Riff salieron en plataformas como Spotify o YouTube.
Ashcroft se desentendió por completo del proyecto, excepto para las notas de Urban Hymns. En la actualidad ha recreado Bitter Sweet Symphony —este recuperó los derechos de la canción en 2019 después de décadas en los tribunales— para una campaña publicitaria automovilística. La edad pasa factura, nunca mejor dicho.
La gran pregunta… ¿Existe la posibilidad
de que el combo vuelva a reunirse para una gira? Aunque parece improbable,
teniendo en cuenta una turbulenta trayectoria de problemas, éxitos, fracasos y
disputas internas, cualquier cosa es posible.