viernes, agosto 25, 2023

THE VERVE: TRAYECTORIA DISCOGRÁFICA

«Esta es la mejor canción que Jagger y Richards han escrito en los últimos veinte años.»

Richard Ashcroft en referencia a Bitter Sweet Symphony

Wigan, Inglaterra, 1989. Richard Ashcroft (cantante), Nick McCabe (guitarra), Simon Jones (bajo) y Peter Salisbury (batería), alumnos del Winstanley College, al igual que muchos compañeros de generación aburridos de la vida académica, soñaban con un futuro mejor. Liderados por un carismático y arrogante Ashcroft —que desde su temprana juventud siempre supo que sería una estrella del rock— deciden formar Verve.

Aunque carecían de experiencia musical, con tenacidad, marihuana y jam sessions, empezaron a crear un repertorio que bebía de Led Zeppelin, Al Green, Funkadelic, The Stooges, Nick Drake, Can y Pink Floyd. La Movida Madchester, gracias a sus melodías hedonistas destinadas a las pistas de baile, era la corriente imperante de la época y The Stone Roses, el modelo a seguir por todas las nuevas bandas. Después de una serie de conciertos, en julio de 1991, Verve había afilado sus canciones lo suficiente como para que un cazatalentos de Hut (subsidiaria de Virgin Records) les ofreciera un contrato y la oportunidad de telonear a The Smashing Pumpkins y Catherine Wheel.

Las primeras canciones:

All in the Mind (1992, Hut Records)


Lanzada como primer corte de su carrera, All in the Mind sentaría el sonido de los años formativos del grupo: psicodélico, espiritual y con atmósferas oceánicas dominadas por las guitarras de McCabe. Paul Schroeder (The Stone Roses, A Guy Called Gerald, Talk Talk) se encargó de la producción y Brian Cannon —que trabajaría con la banda hasta finales de los noventa— del diseño del sencillo. El tema estrella queda eclipsado por la onírica One Way To Go y, sobre todo, A Man Called Sun —que recuerda a Riders On the Storm de The Doors—; una obra maestra tristemente desconocida por el público general. All in the Mind alcanzaría al primer puesto de los charts independientes y consiguió una respuesta entusiasta de Steve Sutherland de NME. Gracias a ello, durante los meses de marzo/mayo abrirían los espectáculos de Spiritualized.  


She’s a Superstar (1992, Hut Records)


Fiel a su estilo basado en la improvisación, Verve se desmarca con dos canciones de más de ocho minutos para su segundo sencillo: She’s a Superstar y Feel. La versión íntegra del primer tema es otra joya en la discografía de la banda. La guitarra vuelve a tener el protagonismo absoluto junto a unas atmósferas etéreas herederas del shoegaze. Barry Clempson (The Waterboys, The The, R.E.M.) estuvo al mando de la cabina de control. El videoclip para promocionarla fue rodado en la Cueva de Thor, Staffordshire; la misma localización que aparecería en la portada de su futuro primer álbum y de manera referencial en el vídeo de Blue. La catarata (Snake Pass, Derbyshir) con neones es uno de los trabajos favoritos de Brian Cannon (Microdot). 


Gravity Grave (1992, Hut Records)


Conducida por el bajo de Jones, Gravity Grave es un corte inolvidable que demuestra la grandeza del grupo. Volvemos a encontrarnos con atmósferas místicas y siderales que parecen conducirte a otra dimensión a través de la voz líquida de Ashcroft. Imprescindible escuchar la versión extendida del mismo, no la del videoclip en la que la banda aparece a bordo de un Dodge Charger mientras recorre carreteras rurales británicas. Endless Life es un híbrido psicodélico/shoegaze que sirve como complemento al tema estrella. Verve necesitaría varios años (History) para conseguir una canción tan perfecta que acunara melancolía, épica y ensoñación.

En octubre, para promocionar su música en Estados Unidos, el combo recorrió Times Square en la parte trasera de una camioneta mientras interpretaba A Man Called Sun. A finales de año regresarían a la carretera como soporte de The Black Crowes. Inspirado por Chris Robinson, a partir de entonces, Ashcroft saldría descalzo al escenario. También, gracias a unas salvajes performances influenciadas por el ácido, se ganaría el mote Mad Richard que lo ha acompañado durante toda su carrera.


El primer disco:

A Storm in Heaven (1993, Hut Records)


El debut de la banda fue un éxito de crítica, pero no terminó de cuajar entre el público. Aunque contiene buenos temas como Star Sail, Slide Away —de la que Noel Gallagher se apropiaría del título—, The Sun, The Sea, Blue y Butterfly, la aséptica producción de John Leckie (The Stone Roses, Simple Minds, Magazine) no termina de explotar el talento de la formación.

La voz de Ashcroft se encuentra enterrada entre múltiples efectos, las canciones suenan opacas, y las espesas capas de guitarras llegan a saturar de tal modo que el sonido resulta débil y poco convincente. Durante las siete semanas que permanecieron en Sawmills, el grupo consumió grandes cantidades de éxtasis que, de un modo u otro, diluyó la madurez musical que demostrarían en futuros lanzamientos.

A finales de 1993, realizarían una gira europea con Oasis en la que compartieron, aparte de mutua admiración y escenarios, sonadas juergas que aparecieron en los periódicos sensacionalistas. Mientras la carrera de los de Mánchester triunfaba, Verve caería en una espiral de catástrofes: accidentes domésticos, bares de hoteles destrozados, peleas con porteros de discotecas, actuaciones caóticas, excesos causados por las drogas y litigios discográficos.

Con el paso de los años, el grupo desterró A Storm in Heaven de los espectáculos en vivo a favor de sus nuevas composiciones. No fue la obra maestra que Ashcroft había prometido y en el presente se considera un elepé de culto dentro de su discografía.  

Nace The Verve: 

A Northern Soul (1995, Hut Records)


En 1994, en pleno festival Lollapalooza, Ashcroft fue ingresado por una severa deshidratación debido al consumo ingente de éxtasis. Poco tiempo más tarde, arrestaron al batería Peter Salisbury por destruir una habitación de hotel en Kansas. Para terminar de empeorar las cosas, la discográfica de jazz, Verve, demandó al grupo alegando que había violado los derechos de copyright. La formación se vio obligada a cambiar de nombre para no pagar una cuantiosa multa. El tour dejó una sensación amarga a los músicos y las primeras desavenencias personales que minarían la estabilidad de la banda.

En aquel estado regresaron a Wigan, dispuestos a grabar su segundo álbum. La inspiración no daba señales de vida. No les quedó más remedio que instalarse en los Loco Estudios de Gales junto a Owen Morris (Definitely Maybe, (What’s The Story) Morning Glory? de Oasis). La creación de A Northern Soul fue única: Ashcroft acababa de romper con su novia, detalle que influyó profundamente en las letras que tratan sobre la desesperación, añoranza y soledad. Según la leyenda, el grupo pernoctaba en el estudio en sacos de dormir rodeado de velas, entre botellas de vodka, pastillas, cocaína y comida basura.

Las sesiones influenciadas por los narcóticos alumbraron un trabajo que posee un sonido colosal y exprime la voz de Richard Ashcroft al máximo. A Northern Soul fue un disco de catarsis, locura creativa y autodestrucción. This is Music, On Your Own y History —la joya de la corona con arreglos de cuerda de Will Malone— fueron lanzados como singles y alcanzaron el Top 40. El libreto interior es el mejor de toda su discografía y los vídeos denotan mayor presupuesto. Por otra parte, Life’s an Ocean y This is Music se convertirían en pilares del directo de la banda.

La crítica, entusiasmada por la euforia innata del Britpop, lo recibió tibiamente. Tres meses después, a causa de la tensa relación entre Ashcroft y McCabe, The Verve se disolvió. Por fortuna, el tiempo le ha hecho justicia y A Northern Soul se ha convertido en un clásico.    


El éxito: 

Urban Hymns (1997, Hut Records)


Después de dos años de silencio, The Verve lanzó la inolvidable Bitter Sweet Symphony que los catapultó al estrellato internacional. ¿Quién no recuerda a Ashcroft avanzando por la calle —inspirado en Unfinished Sympathy de Massive Attack— mientras choca contra los peatones que se interponen en su camino? Pese a la controversia causada por la demanda de Allen Klein —que los acusó de plagiar su versión orquestal de The Last Time de The Rolling Stones—, esta se convirtió en un clásico por derecho propio.

A diferencia de anteriores álbumes, las sesiones en los Estudios Metrópolis fueron tranquilas y elaboradas, demostrándoles que podían sacar mayor partido a sus temas. La incorporación de Simon Tong como guitarrista junto a la vuelta de McCabe enriqueció el sonido de un disco melódico, orquestal y con grandes baladas como The Drugs Don’t Work, Lucky Man y Sonnet, que contaba con la producción de Chris Potter (The Rolling Stones, The Clash, Flowered Up), Youth (Alien Sex Fiend, The Charlatans, James) y los consabidos arreglos de Will Malone. La fama por la que tanto tiempo habían trabajado conllevó a multitud de premios, aclamación crítica y una exitosa gira mundial que los convirtió —junto a Radiohead— en la banda triunfadora de 1997.

El Britpop daba sus últimos coletazos de vida y Urban Hymns está considerado el canto del cisne de aquel movimiento que revolucionó la escena musical británica de los noventa. Nick McCabe no fue capaz de soportar la presión y volvió a abandonar el grupo. Aunque fue reemplazado por B. J. Cole para terminar las fechas estipuladas en directo, la formación se desintegró en la cima de su popularidad y sus miembros emprendieron diferentes proyectos.


El regreso: 

Forth (2008, EMI)


Tal como sucedió con la mayoría de los grupos de los noventa, The Verve regresó —los cuatro miembros originales— en el siglo XXI para demostrar que su paso por la primera división musical no fue un golpe de suerte. La crítica maliciosa alegó que Richard Ashcroft había reunido a la formación para reflotar una carrera solista que no le había aportado el éxito que esperaba. Producido por Chris Potter, Forth recupera las atmósferas cósmicas de sus primeros trabajos tratadas con mayor madurez musical; un álbum destinado a los incondicionales de la banda que, aunque recibió elogios por parte de la prensa especializada y se desempeñó de forma correcta en las listas de ventas, no alcanzó las cifras de Urban Hymns.

La bailable Love is Noise y Rather Be fueron lanzadas como sencillos, la corta gira de promoción tuvo buena acogida y los llevó a ser cabezas de cartel de Glastonbury 2008, en el que ofrecieron un show electrizante. Aparte de los cortes mencionados, destacan Sit and Wonder, I See Houses, Valium Skies y Appalachian Springs.

Por tercera —por ahora— vez, la banda pasó a la historia. Furioso, McCabe se sumó a las invectivas de los medios y desde entonces, su situación con Ashcroft parece irreconciliable.

Epílogo

En 2010 Richard Ashcroft formó The United Nations of Sound con músicos de soul y R&B americanos y publicó un elepé homónimo que fracasó en todos los sentidos; ello lo obligó a regresar a su carrera en solitario con These People (Cooking Vinyl, 2016). Nick McCabe y Simon Jones volvieron a la escena musical con Black Submarine (New Shores, 2014), en la que ahondaron en la vertiente space rock de su antigua banda. Peter Salisbury se unió como batería a The Charlatans, y Simon Tong colaboró con Blur, Gorilaz y The Bad, the Good & the Queen. 

Entre 2016/2017, los tres primeros álbumes de The Verve fueron reeditados en lujosos cofres con sonido remasterizado, caras B, rarezas y material fotográfico inédito. Los cortes South Pacific, Shoeshine Girl y King Riff salieron en plataformas como Spotify o YouTube. 

Ashcroft se desentendió por completo del proyecto, excepto para las notas de Urban HymnsEn la actualidad ha recreado Bitter Sweet Symphony —este recuperó los derechos de la canción en 2019 después de décadas en los tribunales— para una campaña publicitaria automovilística. La edad pasa factura, nunca mejor dicho.

La gran pregunta… ¿Existe la posibilidad de que el combo vuelva a reunirse para una gira? Aunque parece improbable, teniendo en cuenta una turbulenta trayectoria de problemas, éxitos, fracasos y disputas internas, cualquier cosa es posible.