lunes, enero 11, 2016

DAVID BOWIE: "BLACKSTAR"



A mediados de los ochenta, cuando su carrera discográfica entró en decadencia debido a una serie de álbumes comerciales poco inspirados, la misma crítica que adoraba a David Bowie considerándolo un visionario y referente a seguir, no tardó en despreciar su trabajo e influencia. Discos notables como Let’s Dance, The Buddha Of Suburbia, Outside o Reality fueron tachados de obras inferiores a las glorias de antaño o masacrados sin piedad.

En el año 2013, después de una década de silencio, rumores sobre su salud y toda clase de conjeturas, el británico regresó sorpresivamente con el aclamado The Next Day que causó una conmoción entre sus fieles —y sufridos— seguidores similar al Segundo Advenimiento de Cristo. El elepé alcanzó las primeras posiciones de todos los charts del planeta y la prensa especializada lo alabó como una obra maestra a la altura de Scary Monsters.

Parece que ello le ha proporcionado la suficiente confianza en sí mismo para abandonar el estilo de rock tradicional que lo acompaña desde finales de los noventa y adentrarse en territorios inexplorados en su andadura musical. La salida del sencillo homónimo Blackstar el pasado veinte de noviembre —con su misterioso, lóbrego y cautivador videoclip filmado por Johan Reneck— demostró que, a pesar de su edad, Bowie continúa queriendo sorprender a su público. La canción fue utilizada como cabecera para la miniserie The Last Panthers protagonizada por Samantha Morton y John Hurt.

Nos encontramos con un delirante paisaje de ciencia ficción similar a la Interzona de William Burroughs, el cadáver de un astronauta, figuras danzando espasmódicamente en un ático ruinoso, una raza alienígena que venera los restos del explorador espacial, tres hombres crucificados en un campo y al británico como profeta ciego que propaga una siniestra doctrina entre sus acólitos. Bowie lleva una imagen impactante: traje raído, camisa con chorreras, pelo de punta, cara vendada y botones por ojos. Una obra de arte que no tiene nada que envidiar a vídeos como Ashes to Ashes, China Girl, Blue Jean, Jump They Say, The Heart’s Filthy Lesson, Little Wonder o The Next Day.

Blackstar, con sus diez minutos de duración, merece un puesto entre lo más excelso de su abigarrada discografía. Un tema a la altura de The Width of a Circle, Station to Station, Cat People, Absolute Begginers o Loving the Alien. Onírico, innovador, jazzístico y con ecos de Scott Walker, conduce al oyente a una especie de trance con su melodía arábiga punteada de saxos, cambios de tempo, coros espectrales, percusiones electrónicas, teclados y flautas, en la que la voz susurrante de Bowie destaca sobre los cuidados arreglos de su fiel productor Tony Visconti. 

Lazarus —presentada en el musical de Broadway basado en El hombre que cayó a la Tierra— posee un corte destinado a las radiofórmulas que roza el límite del rock progresivo y una atmósfera envolvente que destaca por sus vientos, guitarras intrincadas, sintetizadores y una formidable línea de bajo. En el videoclip encontramos a Bowie disociado en dos personajes al límite —interno de un hospital psiquiátrico y novelista frente a su escritorio— y referencias a su propia iconografía: El Duque Blanco, Loving the Alien y Blackstar.

'Tis a Pity She Was a Whore y Sue (Or in a Season of Crime) —aparecidas en el recopilatorio Nothing Has Changed— contienen nuevos arreglos —metales, cuerdas, baterías sintetizadas y loops electrónicos— para que encajen con la atmósfera mística del disco. El saxofón de Donny McCaslin ha tomado el protagonismo, relegando a las guitarras a un segundo plano y lleva el peso de todas las canciones. Girl Loves Me —el tema más extraño del álbum—, la lánguida Dollar Days y I Can't Give Everything Away— que podría ser sencillo— cuentan con piano, vientos y sintetizadores. Esta última, gracias a su estribillo melancólico y repetitivo, resulta el cierre perfecto para el elepé.   

Siguiendo la estela del infravalorado Outside, Bowie ha grabado una nueva joya oscura, barroca y seductora. A diferencia de Earthling —en el que predominaba la música industrial y el drum and bass de la época—, Blackstar es un trabajo orgánico, personal y vanguardista que no bebe de fuentes externas. Ahora que la crítica se encuentra rendida a sus pies, intuyo que las reseñas serán abrumadoramente positivas. Un éxito arrollador para un artista ambicioso y polifacético que aún le queda mucho por ofrecer.

Epílogo:

Como triste conclusión, la mañana del 11 de enero los medios comunicaban el músico había fallecido. «David Bowie ha muerto en paz hoy rodeado de su familia, después de una valiente lucha de 18 meses contra el cáncer. Mientras muchos de vosotros compartiréis la pérdida, pedimos respeto a la privacidad de la familia durante su tiempo de dolor». Al igual que Freddie Mercury, impulsado por su amor por la música, Bowie grabó hasta el último minuto de su existencia. Blackstar significa el punto final de una emocionante carrera y el mejor regalo de despedida posible para los fans.