Tras la fría
acogida de Not Your Kind of People (2012), parte de la crítica no tuvo
más remedio que rendirse ante la calidad del nuevo trabajo de Garbage. La
banda, encabezada por Shirley Manson, entregó un álbum dirigido a su núcleo más
fiel, dominado por baterías programadas, riffs incisivos y densas bases
industriales. La voz de la escocesa, áspera y sin grandes arreglos, alternaba
entre rabia, tristeza, sensualidad y desesperación. Strange Little Birds
(Stunvolume, 2016) tenía poco que envidiar a las viejas glorias de los noventa
en las que la prensa y los fans parecían haberse quedado estancados.
¿Tan difícil era disfrutar del presente y evitar comparaciones odiosas?
La vuelta de
Garbage no fue una maniobra de marketing destinada a engrosar las arcas
del grupo, sino un paso necesario para la dinámica interna de sus miembros tras
una etapa de distancia y reflexión. La mejor prueba es que, desde entonces, han
seguido publicando material con regularidad, realizando giras y encabezando
festivales. El combo no ha perdido ni un ápice de la rebeldía, la actitud y el
compromiso de antaño. Basta con leer las declaraciones de Manson en los últimos
meses: la cantante continúa plantando cara al sistema y, sobre todo, a la
industria musical. Al fin y al cabo, Garbage siempre han sido —y serán— unos outsiders.
«Empty»
(primer corte destinado a las radiofórmulas) había servido como avanzadilla de
un álbum cuya secuenciación arrancaba despacio (con medios tiempos y baladas
como la orquestal/industrial «Sometimes») y reservaba sus temas más potentes
para el final. «Blackout» era una de las mejores composiciones de la historia
del grupo, con su atmósfera opresiva, bajo pesado y un destacable juego de
voces. «If I Lost You», al igual que «Teaching Little Fingers to Play» y
«Amends», recordaban a los U2 de la etapa Achtung Baby (1991) gracias a
unos cuidados arreglos, sintetizadores envolventes y lírica melancólica. La
cinemática «Night Drive Loneliness» destacaba por sus teclados, estribillo y
sensación de nocturnidad, abandono y liberación, al igual que el segundo
sencillo, la asfixiante «Even Though Our Love Is Doomed», que avanzaba en
crescendo con su piano y sonido perlado de ecos hasta un amargo colofón.
Por último,
«Magnetized» (quizá la más explosiva de todo el trabajo), «We Never Tell» (con
un sonido próximo a Nine Inch Nails) y «So We Can Stay Alive» (con un final de
pura distorsión) resultaban crudas y enérgicas; ideales para haber sido
interpretadas en directo junto a sus clásicos noventeros. Garbage consiguió un
trabajo descarnado, oscuro y experimental, en el que la electrónica brilló por
encima de las guitarras, consolidando una nueva piedra angular dentro de su
discografía reciente. Todo un logro tras una carrera tan extensa.
