lunes, septiembre 08, 2025

SUEDE: «ANTIDEPRESSANTS» (BMG, 2025) — CRUDEZA EN BLANCO Y NEGRO

«Estaba convencido de que ninguna otra banda de nuestra generación continuaba publicando discos tan significativos como los que hacíamos nosotros».

Brett Anderson 

Resulta inspirador que, en pleno siglo XXI, Suede atraviese una etapa de plena madurez creativa, firmando una serie de discos que amenazan con eclipsar incluso su legendaria época dorada.

Tras más de treinta años sobre los escenarios, la banda sigue en plena forma, ofreciendo espectáculos electrizantes. Suede rehúye de la nostalgia: su mirada está puesta en la excelencia, disfrutan lo que hacen y se niegan a ser un simple grupo de revival —las giras de Oasis y Radiohead serían un buen ejemplo— en contraste con tantos otros. Existencialismo, glamur, determinación y resiliencia. Si algo funciona...

La portada rinde homenaje a Francis Bacon: Brett Anderson, oculto en la penumbra y descamisado, con el rostro velado por la oscuridad. Al fondo, dos piezas de carne que se abren como alas. El mensaje es inequívoco: un nuevo renacimiento. Y ya son varios.

Antidepressants (BMG, 2025) prolonga el camino iniciado con «Turn off Your Brain and Yell», de Autofiction (BMG, 2022), y expande su universo sonoro mirando hacia el pasado, en concreto al post-punk de finales de los setenta. El grupo suena honesto y carente de artificios, pero al mismo tiempo, épico y teatral.

La influencia de The Fall resulta innegable en «Desintegrate», donde Anderson ruge como un animal herido: «Come down and disintegrate with me, we're cut down like the daisies». La sombra de Mark E. Smith planea sobre la canción, un pildorazo punk demoledor.

La contagiosa «Dancing with the Europeans» tiene madera de clásico, en la estela de «Beautiful Ones» o «Life is Golden». Un estribillo infeccioso, marca inconfundible de la casa: «I got a European stain within me, and a European suffering, I want to be, dancing with the Europeans». Podría ser el tema que defina cómo será recordado este álbum.

«Antidepressants» es puro Public Image Ltd: la forma de cantar de Anderson evoca a John Lydon —roto y combativo a la vez—, mientras que las guitarras afiladas remiten a Keith Levene. «I’m on antidepressants I just lie awake, singing a song while I’m happy». Fue presentado como primer adelanto del álbum, acompañado por un vídeo en directo grabado durante un concierto en Alexandra Palace. Una auténtica declaración de principios. 

«Sweet Kid» y «Somewhere Between an Atom and a Star» reverberan con ecos glam que navegan por océanos góticos. Material que remite a su debut con Suede (Nude, 1993), filtrado ahora por la experiencia acumulada.

El sonido es árido y urgente, despojado de cualquier orquestación. Las guitarras de Richard Oakes y Neil Codling asumen el protagonismo absoluto, con resonancias de Siouxsie and the Banshees o Magazine. «Broken Music for Broken People» es un ejemplo paradigmático. A diferencia de las primeras producciones del veterano Ed Buller para la banda, aquí todo es áspero y minimalista, en perfecta sintonía con la dureza lírica del álbum.

«The Sound and the Summer», uno de los cortes más destacados del conjunto, combina un gancho melódico eficaz con una palpable sensación de urgencia. Opción evidente para un cuarto sencillo. «Trance State» remite a Coming Up (Nude, 1996); de hecho, podría haber funcionado como una cara B perdida de aquel disco.

Energía oscura y letras que abordan relaciones tóxicas, crisis de mediana edad y la adicción a los antidepresivos. Anderson vuelve a retratar a outsiders y personajes dañados, tan característicos de su prosa a lo largo de los años. Muestran el declive del mundo contemporáneo, el impulso de escapar del caos del presente y el amor como fuerza motriz en tiempos aciagos. También laten la fragilidad emocional, la autodestrucción y la eterna búsqueda de belleza en medio de la decadencia.

«Criminal Ways» y «June Rain» —piezas destinadas para ser coreadas en vivo— también conquistan. «So I close my eyes and walk into the traffic flow»... Energía, músculo y vehemencia: no sobra ni una nota. La sección rítmica de Matt Osman (bajo) y Simon Gilbert (batería) mantiene una precisión de metrónomo. Con un minutaje breve, el álbum va directo al grano, sin concesiones a la experimentación. Su sonido áspero remite más a pubs de mala muerte que a teatros o festivales veraniegos. Un terreno ideal para que Anderson se lance de lleno entre el público: al fin y al cabo, el escenario siempre ha sido su hábitat natural.

Suede, como cualquier formación con una larga trayectoria, ha cometido errores. Pero esos tropiezos han servido para crecer. En comparación con otros grupos de los noventa —Pulp, Kula Shaker, Blur, Supergrass— su camino ha sido constante, sin rendirse jamás. Antidepressants —quinto álbum tras su resurrección— no está concebido para la radiofórmula ni para agradar a todos los públicos: ahora la banda compone para sí misma, ajena a la presión de las listas de éxitos.

Si bien las comparaciones resultan inevitables, donde A New Morning (Epic, 2002) intentaba sobrevivir con optimismo algo ingenuo, Antidepressants se erige como una declaración artística plena: cruda, urgente y emocionalmente intensa. Si el primero representó un renacimiento frágil, el segundo es un renacimiento pleno, con Suede reconciliado consigo mismo y con su historia.

La introspectiva «Life Is Endless, Life Is a Moment» pone el broche de oro a otro trabajo notable de los londinenses. Se perciben claros reflejos de The Cure en su período The Top (1984). Letra sobria y melancólica: «Formless, as a cloud, weightless, as a sound»... La única tregua en un elepé desafiante.

La crítica especializada, antaño tan presta a despachar a Suede como un producto prefabricado, hoy se deshace en elogios. Cuatro y cinco estrellas a mansalva, como si siempre hubiesen creído en ellos. Qué rápido se entierra el cinismo cuando toca subirse al carro ganador... El elepé alcanzó el número 2 en las listas británicas. Solo queda esperar el tercer volumen de esta «trilogía en blanco y negro», tal como el propio combo la ha definido. Que llegue cuanto antes.