Durante su larga carrera, cada disco
de Public Image Limited ha evitado ceñirse a las tendencias musicales
de la época. Siempre a contracorriente, en la periferia de la industria, todo
suscrito al momento vital de John Lydon; líder indiscutible de la
formación desde sus inicios.
Lydon nunca ha sido un gran cantante,
ello lo reconoce él mismo. Sin embargo, conseguir escapar de la leyenda negra
de los Sex Pistols, mantenerse en la brecha durante casi cincuenta años,
es un mérito. El problema no es alcanzar la cima, el problema es sobrevivir con
dignidad.
Tal como nos tiene acostumbrados, las
letras de End of World (PIL Official) tratan sobre las eternas
diatribas sociales, políticas y personales de Lydon. Este siempre ha
priorizado la profundidad —en especial las emociones humanas— a lo superficial.
Su visión es crítica, pesimista, nihilista y combativa. Al mismo tiempo, pese a
la bilis y mala leche, nunca pierde la esperanza de un futuro mejor.
La melancólica Hawaii, primer
adelanto del álbum, fue una tierna balada dedicada a su esposa, Nora
Forster, que falleció de Alzheimer el pasado mes de abril. «Don't fly too soon,
no need to cry, in pain, you are loved...». Lydon jamás había sonado
tan sincero, íntimo y vulnerable. Respecto a su fracaso como tema elegido para
representar a Irlanda en Eurovisión, otro punto surrealista en la historia del
cantante. Y van unos cuantos…
El disco abre con Penge: voz
procesada que casi no parece la de Lydon, sonido que roza lo industrial.
Su tema más arriesgado en décadas. Una rareza que podría haber encajado en el
mítico Metal Box (Virgin, 1979) sin problema.
End of the World suena agria, casi punk, con guitarras afiladas y el
mejor riff del álbum, en la que Lydon se desgañita
como en los viejos tiempos: «Deeper the danger, the higher the peak, one thing
is certain, it ain't me and you, that's weak».
Car Chase, bajo prominente y sintetizadores en primer plano, recuerda al trabajo de
los ochenta del combo. Temática: un individuo que escapa de una institución
mental todas las noches sin que sus celadores lo sepan para salir de juerga.
Beging Stupid Again, tema conducido por la sección rítmica y teclados, resulta una pulla a los
jóvenes estudiantes de izquierdas de la Generación Z para lo que todo es motivo
de queja, llanto y recriminación. «All maths is racist, pretending again, passive-aggressive,
again and again...». Sardónico, Lydon evita cantarla en serio.
En Walls habla sobre
Estados Unidos, su país de adopción, la necesidad de crear una barrera para
protegerse de la locura del mundo exterior, con el fraseo típico del cantante.
Guitarra funk y ritmo dub de pista de baile.
En Pretty Awfull ataca a la moda actual, ridícula y carente de
riesgo, perfecta para una sociedad que se conforma con lo que le vendan, tenga
calidad o, todo lo contrario. Cabe destacar el bajo de Scott Firth, gran
protagonista de la mayoría de los cortes.
La atmosférica Strange es
el tema más pop del conjunto, con una estupenda batería
de Bruce Smith. Una oda a la naturaleza; joya oculta en el ecuador del
elepé. Down in the Clown Again continúa la senda bailable.
Voces amplificadas, solo áspero de Lu Edmonds que aporta matices a la
canción, bajo resonante. Engancha con las escuchas.
Dirty Murky Delight es una especie de music hall irónico que, a pesar de su jovialidad,
resulta el tema más flojo del disco. The Do That, glam rock acelerado
en el que Lydon reafirma sus posturas: nadie impedirá que haga lo que
le apetece. Una puesta al día de Rules and Regulations sin la
pegada de antaño. Otro pequeño resbalón.
El nivel vuelve en LFCF (Liars, Fakes, Cheats and Frauds), en la que ataca a sus antiguos compañeros de los Sex Pistols, que aceptaron incluir sus canciones en la miniserie Pistol (Hulu, 2022), para el desagrado de Lydon. «Se pueden ir todos a tomar por culo. Les apoyé durante años y años, aún sabiendo que no valían para nada. Ninguno de estos cabrones tendría una carrera de no ser por mí. No habían hecho nada antes ni han hecho nada desde entonces», declaró a The Sun. Nuevamente, resolvieron sus diferencias en los tribunales. Con el paso de los años es inevitable pensar que Lydon y Morrissey tienen bastante en común. En la enérgica North West Passage, el cantante recorre un campo nevado en un trineo tirado por perros: la necesidad de huir del presente es notoria.
End of World es un disco asequible, casi comercial, sin la rabia y experimentación
característica de la banda. Como curiosidad, la portada es del propio Lydon. En
mi criterio, su mejor trabajo desde que regresaron en el 2009. Puede que una
pequeña poda —Dirty Murky Delight y The Do That—
hubiese mejorado el conjunto. No obstante, el trabajo continúa siendo
satisfactorio. Resulta complicado que PiL decepcione.