Alexis Brito Delgado,
autor al que tenemos en gran estima en Historias Pulp por su perseverante línea
de pulp de alta calidad, estrena desde principios de este año la colección Cazador a sueldo con Luz Blanca/Calor Blanco, novela que se
puede adquirir desde Amazon en digital o tapa blanda.
Celebrando aún nuestra
inesperada nominación a los Premios Ignotus (suponemos que por la revista Historias Pulp #4 Phantasm) es como nos
hacemos eco de la existencia de esta nueva gran obra pulp, de nuevo
protagonizada y narrada en primera persona por uno de los descendientes de
aquel violento y virtuoso templario que fue en su Alemania natal Wolfgang
Stark, el mismo de cuya línea de sangre son protagonistas en sus respectivas
aventuras Dorian Stark (en un futuro decadente, con ambientación al estilo cyberpunk) y Johannes Stark (durante la
década de 1940, en plena II Guerra Mundial). Una historia que cuenta con
cubierta y página interior ilustradas con un estilo escrupuloso pero
contundente, de líneas pesadas que concuerdan con la densidad del texto,
diseñadas por Angelito Amaro Bernuy.
Esta vez, Alexis se
aproxima a las historias del cine negro en un relato de suspense ambientado en
los bajos fondos de la ciudad de Nueva York, a mediados de la década de 1970.
El autor se empeña cuidadosamente en que la aventura esté empapada del tiempo
donde se ubica, mostrándonos retazos del disidente conocimiento que su
protagonista, Möhler Stark, tiene de la política, la sociedad e incluso el arte
de su momento. El resultado es que el día a día dentro de la mente del
narrador, esencialmente compuesto de eterna reticencia, de cinismo, y que
transita por ambientes entre desolados y agobiantes, se ve diluido y cimentado
de manera reconfortante por el alterne de este autodestructivo hombre con
personas drásticamente más sociales que él (a pesar de tratarse, en algunos
casos, de sociópatas de distinto grado) que nos aproximan al conocimiento del
mundo más allá del eterno sumidero de su mente, como si aquel se tratara de una
orilla de aguas tranquilas y de agradable y firme arena sobre la que alzarnos
para respirar algo de aire.
¿Por qué esta
extenuante descripción de la experiencia de transitar la aventura desde la
mente de Möhler Stark, os preguntáis? Porque no cabe duda de que, a pesar de
las cualidades que le unen a las demás generaciones de su familia (una
determinación férrea y una capacidad para la violencia innata y cercana al
talento artístico) este protagonista es el hombre más alejado de la humanidad de
entre todos ellos (y esto es decir mucho, os lo aseguro e invito a
comprobarlo). La distancia respecto a sus semejantes, a los cuales difícilmente
considera como tales, se acentúa por su característica adicción, que bien le
sirve para retroalimentar su ya de por sí natural psicopatía.
El consumo de heroína
en vena por parte de nuestro protagonista no sirve más que para acentuar lo
ancho del profundo abismo que le separa de toda forma de vida común a los demás
mortales, y la constante y pertinaz lucha contra el síndrome de abstinencia
cada vez que decide tomar las riendas de su vida en algún sentido alejándose
del consumo, para engranar más las piezas que dan velocidad y potencia a su
capacidad (y diría que necesidad) de matar.
Partiendo de esta
premisa, la de un asesino a sueldo que se gasta lo que gana en heroína, y que
se mantiene por periodos sereno para trabajar y experimentar de nuevo la
indiferencia que refleja hacia el mundo (para volver con más ganas al siguiente
pico), es como el autor nos sumerge en esta historia repleta de personajes de
mala vida, aparentemente bohemia y desbordante de una romántica melancolía si
nos tragáramos algo de las letras de grupos de la época como Velvet Underground
(o Lou Reed en solitario), o si dejáramos que toda la corriente cultural de la
llamada Factory de Andy Warhol y sus homólogos nos deslumbrara con su fastuosa
mediocridad (siendo generosos) artística y social.
Möhler Stark, a pesar
de estar próximo a ese conocimiento por su interés en una chica perdida en el
caótico y falso lustre de la vanguardia intelectual, no se deja engañar, ni por
eso ni por toda la tendencia política o social de su tiempo, convirtiéndole en
un hombre tan renegado de su momento como lo son en sus propias historias todos
los demás Stark. Su análisis constante del mundo y de sus propios actos en él
sirven para acercarnos adecuadamente a su visión como cómplices, como
confidentes, mejor dicho, consiguiendo una afinidad suficiente pero no confusa
con el personaje, es decir, pudiendo comprender y hasta predecir su forma de
actuar, como con una persona real, pero sin llegar a engañarnos para creerle la
injusta víctima de todos los demás (como hacía de forma tan sutil y acertada la
película Joker, con cuyo protagonista se identifican los espectadores
distraídos, poco reflexivos o con perfiles de cierto grado de psicopatía). No,
Möhler es un personaje honesto, y por eso mismo genera empatía, incluso
simpatía. No es que no lamente su situación de cuando en cuando, pero si lo
hace es sabedor de que es dueño de su destino, de que si algo lo hace es porque
no puede evitarlo, ya sea por seguir su propio código moral (hartamente laxo) o
sus impulsos.
La narración está llena
de descripciones breves pero concisas de cuanto existe en el mundo de la
novela, como es habitual en el estilo de Alexis Brito Delgado, pero aquí se
regodea en los sentimientos y reflexiones del protagonista. Era fácil convertir
esta aventura en una historia densa, carente de interés por la dilatada
información de la experiencia subjetiva, pero no para un autor como Alexis, que
sabe ceñirse a lo crucial, describiendo con un instinto afilado los mecanismos
del pensamiento de este psicópata funcional, acercándonos con habilidad a la
realidad de sus desaforadas emociones, aquellas que difícilmente se trasladan
al mundo real como no sea en la forma de un puñetazo o una salva de tiros.
Luz
Blanca/Calor Blanco tiene la virtud de resultar, como Némesis, un libro con una estructura más
cercana a la novela tradicional, con episodios que se unen unos a otros para
trazar una historia de venganza con un principio y un fin. Cada episodio,
respectivo a cada uno de los días de toda una semana, comienza parafraseando
las letras de una canción de Velvet Underground o Lou Reed en inglés, sirviendo
como preludio de lo que vendrá en la narración, haciendo más patente el
contraste entre la visión bohemia de la vida en los barrios bajos de Nueva York
y la realidad a la que nos enfrenta, como lectores, el protagonista y narrador.
Si se quiere encontrar un punto débil a la historia, este sería lo abrupto de
su final, que bien puede verse perfecto por ser tan incierto como es realmente
cada puñetero día de Möhler Stark, o que dejara con ganas de saber más por su
intención continuista (no debemos olvidar que, en principio, esta es la primera
parte de una saga).
Desde Historias Pulp no
podemos hacer menos que recomendar esta espectacular novela independiente de
corte pulp, una de las pocas que podemos considerar realmente buenas de entre
las contemporáneas a nosotros que hayamos podido experimentar. Una historia
compuesta a base de maldad, violencia, sexo y cinismo, y que se despoja de
cualquiera de los complejos de los que hoy en día debe invertirse cualquier
artista o ciudadano para ser considerado un miembro útil.
«Sigue el modelo establecido. Haz lo que se espera de ti. Sé un ignorante, un mediocre, hasta el día de tu muerte. Lo único que deseaba era estar fuera de la sociedad».
MÖHLER STARK (LUZ BLANCA/CALOR BLANCO)
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