Como
uno de los más asiduos colaboradores de Historias Pulp, Alexis Brito Delgado es
un escritor que se ha ganado nuestra admiración gracias a una narración
honesta, liberada de artificios y que, pese a su intencionada frugalidad de
palabras, se las arregla para ambientar escenarios, describir sucesos y
transmitir sensaciones con una manera tan certera e intensa como lo es la
incisión de la veloz bala de un rifle de francotirador Mosin-Nagant.
La
reseña de EL ÚLTIMO TEMPLARIO que encontraréis en este mismo blog os servirá
como garantía de que la adquisición de esta nueva obra, NÉMESIS, está
recomendada para cualquier lector que disfrute de las historias de aventuras y
acción sin que el autor os aburra con una vacía pretensión de complejidad o
profundidad en el modo de presentaros la historia. Alexis utiliza las menos de
las palabras para detallar la acción, y cuando necesita hablar de las pasiones
humanas o de la refrescante o deprimente belleza de la naturaleza, según las
circunstancias, lo hace utilizando las más acertadas y concisas de las
oraciones. Precisamente, esta facilidad que le da al lector para abandonarse al
seguimiento de la historia es una de las que consideramos las mayores virtudes
en común de sus relatos.
Volviendo
a NÉMESIS, la nueva novela está ambientada en el apogeo de la Segunda Guerra
Mundial, en la época en la que los nazis se han decidido a atacar a la Unión
Soviética. La misión del protagonista, otro miembro más de la larga dinastía
alemana de los Stark (como Wolfgang en EL ÚLTIMO TEMPLARIO, o Dorian en la saga
de relatos iniciada con MENTE Y ACERO), es la de introducirse clandestinamente
en territorio de los rusos para asaltar un castillo en el que se ha afincado un
desertor alemán, habiendo secuestrado además a un científico de confianza de la
mano derecha de Hitler, Heinrich Himmler.
Así
es, en esta ocasión seguimos los pasos de un capitán del las fuerzas armadas de
las SS. Un personaje que se nos presenta a mitad de un primer y terrorífico
primer capítulo, en el que somos testigos de cómo los hombres de su unidad dan
caza, con la ayuda de perros de la raza doberman, a judíos fugitivos que tratan
de llegar a las ruinas de una ciudad devastada por la guerra que asola buena
parte de Europa. A lo largo de varias páginas, se nos van presentando los
distintos personajes, dándonos detalles de sus personalidades y de sus
especialidades de combate, tal cual se nos representarían en una película o de
cara a conocer sus habilidades en un videojuego. Mencionándolos de memoria, se
encuentran los sanguinarios hermanos gemelos Mason, el forzudo Meyer, el
nervioso y algo pusilánime médico adicto a la morfina de nombre Treser, el
irónico Michael Konrad como el francotirador (mi favorito), Krauss como el
disciplinado y obediente segundo al mando de la unidad; y, por fin, y
revelándosenos a lo largo de la escena final del capítulo como un cruel y
vengativo creyente en las paridas del III Reich, Johannes Stark, nuestro
protagonista.
Es
muy fácil leer este primer capítulo y terminar en un pequeño estado de
turbación al descubrir que el personaje al que vamos a acompañar en toda la
historia es una persona capaz de matar a sangre fría a personas indefensas,
ejerciendo incluso horribles torturas sobre alguno por intentar, legítimamente,
defenderse del exterminio. Pero esta es una historia de violencia extrema, y lo
que está por llegar no es otra cosa que una lenta caída en desgracia de unas
personas que han sido entrenadas para matar sin pensar. Johannes Stark recibe
para sí mismo y su unidad la misión de Himmler con el estoicismo y el cinismo
del que sabe que no tiene otra opción (dadas las veladas amenazas si se negaran
a desempeñarla), y como lectores nos morimos de ganas por ver a estos
despreciables y convencidos nazis por mostrar sus agallas y habilidades en un
territorio tan hostil y desconocido como el de la frontera con el territorio de
la unión soviética.
Sin
embargo, se da una paradoja mientras la aventura se va desarrollando y complicando
para ellos: tras descubrirlos como unas bestias inhumanas, unas máquinas de
guerra programadas para matar sin pensar, vamos encontrando que se va
despertando en nosotros algo parecido a la camaradería. No sé si esto es
resultado del “buen rollo” que se traen entre sí los miembros de la unidad de
Stark, o si se produce por hacernos partícipes tan cercanos (casi con la
sensación de que una cámara de reportero, al estilo documental, los va
siguiendo), de los duros esfuerzos y penurias por los que tienen que pasar unos
hombres que realizan estoicamente “su trabajo”, con la misma eficiencia y
temple tanto si se trata de asesinar a sangre fría a personas inocentes e
indefensas, como cuando es hora de luchar por la vida contra un enemigo mayor
en número, emboscada tras emboscada. Es difícil no ver como héroes a unos
hombres que no dejan de avanzar aunque se encuentran, cada vez más, con la
sangre y la mierda al cuello.
Esto
mismo se acaba aplicando en menor medida, diría, al protagonista. La narración
se va adentrando más y más en la psique de Johannes Stark al mismo tiempo que
su unidad al mando se va adentrando en la Unión Soviética, y acabamos por
descubrir que el alemán, como lo distingue el propio autor a lo largo de la
novela, había sido un joven, voluntarioso y fanático soldado al que en el
momento de la lectura le ha sobrepasado el hastío y la indiferencia ante los
continuos horrores de la guerra. En su interior se ha vuelto cínico, y
desprecia en secreto a sus mediocres líderes del partido nazi. Al mismo tiempo
se tortura ocasionalmente por las atrocidades cometidas en nombre de la
grandeza de Alemania, y los remordimientos por las malas y fanáticas decisiones
de su juventud parecen volver su voluntad errática e impulsiva.
Esto
hace que el protagonista, para mi percepción, acabe siendo casi más
despreciable que sus subordinados; al no saber qué piensan y cómo han acabado
como soldados, su situación parece algo más inconsciente, más cercanos a los
perros que azuzaban contra los judíos en el primer capítulo que a personas que,
voluntariamente, han elegido una vida de fanatismo: los hermanos Mason parece
que solo les importa seguir juntos, y que están convencidos de que así podrán
enfrentarse a cualquier cosa; Konrad, el francotirador, es alguien que tiene
una habilidad especial a la que puede sacar mejor partido en la guerra,
mostrándose cínico respecto a la causa y maneras negligentes de proceder de sus
superiores; Treser es un médico adicto a la morfina, que vive constantemente
debatido entre la fiebre de la adicción y la anestesia que le proporciona cada
inyección; Meyer es un hombretón que parece sentirse realizado al desempeñar
hazañas casi sobrehumanas durante las batallas; y, finalmente, Krauss, es un
sargento dedicado por completo a la obediencia y la eficiencia. Es imposible
creer que cada uno no tenga sus propios demonios y contradicciones dolorosas,
pero al no quedar reflejadas en la narración no llegan a resultar tan patéticos
y despreciables como parece el protagonista, sobre todo teniendo en cuenta que
todos son nazis más o menos convencidos, y que es muy difícil ponerse en el
lugar de ninguno de ellos.
Este
Stark acaba convirtiéndose en un paria espiritual y terrenal, como lo fue en su
momento su pretérito templario, Wolfgang. Su camino es de todo menos ejemplar,
pero acaba en una situación muy parecida, sin saber si se merece una vuelta a
la normalidad, no viendo nunca el fin de su camino de soldado y asesino, y
temiendo, más que otra cosa, no tener nadie más a quien matar. Podría parecer que
este Stark es una persona mucho más perdida y mezquina que los demás de su saga
familiar, pero nada más lejos. Es otro hombre hecho para matar, un ser de una
estirpe que, aunque se salta algunas generaciones, tiene en su propia sangre la
sed de la de los demás, y que, mejor que ningún otro, ha encontrado su lugar en
mitad de la guerra más grande y del lado que más le conviene a la hora de dar
rienda suelta a su ferocidad.
No
quiero desvelar nada de la trama que debéis descubrir por vosotros mismos, pero
os adelantaré que el libro es una golosina para cualquier fanático de la
Segunda Guerra Mundial, y que se utiliza mucha jerga en versión original de
alemán, ruso y hasta en judío (creo recordar), todo ello aclarado en
anotaciones a pie de página. Además se nombran muchas armas y vehículos de la
época, y las detalladas y trepidantes escenas de acción nos permiten
imaginarlas en funcionamiento tal cual que si viéramos una buena peli bélica.
Las escenas de acción, aunque no se recrean en exceso en los detalles
sangrientos, son contundentes y brutales, un reflejo espectacular de la furia y
crueldad de la que es capaz la raza humana.
¿Es
todo perfecto en esta nueva obra de Alexis? Bueno, ahí entran los gustos de
cada uno. Quizá el final es demasiado abierto (lo que me lleva a pensar a que
sabremos más de Johannes Stark), y quizá alguno pueda pensar que pararse a leer
las anotaciones a pie de página puede ser farragoso, pero no es mi caso. En
cambio, encuentro que el primer capítulo se vuelve un poco lento y confuso, a
pesar de ser la descripción de una matanza. ¿Por qué? Empieza bastante bien,
pero pronto empiezan a sucederse escenas muy cortas que describen brutales
ataques de la unidad Stark contra los fugitivos judíos, y son pequeños espacios
con descripciones muy cortas o diálogos entre los protagonistas. Aún no los
conocemos, y es difícil seguir el hilo de quién es quién y qué está haciendo en
qué momento. Y no porque esté mal escrito, ni mucho menos, pero parecen escenas
y diálogos algo descontextualizados, y al principio es difícil quedarse con la
presentación de tantos nombres distintos y tan seguidos.
Me
paro a explicar esto porque a un lector sin expectativas quizá le pueda parecer
que el inicio se está haciendo largo y difícil de seguir, pero os aseguro que
es algo que se da durante tan solo un par de páginas, y vale mucho la pena
continuar para disfrutar del resto de la novela.
Por
otro lado, creo muy importante señalar la valentía de Alexis o cualquiera que
se atreva a contar la historia de los malos, usándolos de protagonistas. Hay
muchas historias de nazis que traicionan a los suyos o que trataron de detener
la locura de Alemania en aquel entonces, pero no tantas que nos pongan a
caminar hombro con hombro con los verdaderos villanos de una historia. Los
sufrimientos de Stark no dejan de ser los propios de cualquier ser humano, y no
creo que se usen en la novela para justificar sus acciones, sino como un
reflejo de hasta qué punto puede una persona ser mezquina y malvada, en
realidad. No es el tema central de la trama, pero casi diría que esta es la
historia de un perturbado mental descrito de forma tan precisa como el de la
novela MI ASCENSO, TU MUERTE, de Miguel Ángel Rosique, y que se vuelve, en
algunas secciones un pequeño ensayo sobre la psicopatía, especialmente cuando
habla de su familia, a la que recuerda siempre como si de visiones entre
anestesia se trataran. Es decir, como parte de algo que no le había
correspondido nunca experimentar.
Esperamos
que os animéis vosotros mismos a disfrutar de esta novela de horror humano y
acción, y que nos contéis qué os ha parecido.
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