Una
vez más vuelve a estas páginas la inacabable saga de la familia Stark narrada,
ya desde hace años, por su creador, el escritor canario Alexis Brito Delgado.
En
esta ocasión, el escenario en el que se van a desarrollar las aventuras del
vástago de los Stark no son la Europa de las guerras napoleónicas, ni la de las
Cruzadas y el fin de la siempre sugestiva Orden del Temple. La apuesta
literaria, si se quiere decir así, es esta vez mucho más alta. El nuevo Stark,
de nombre Johannes, desarrolla su actividad de criatura literaria en un
ambiente verdaderamente difícil: la II Guerra Mundial. Y no sólo eso. El reto
que se impone Alexis Brito Delgado es aún mayor, pues su nuevo Stark no es uno
de los “buenos”. Todo lo contrario. Los hechos de “Némesis” son la narración de
un soldado alemán, del Tercer Reich. Y ni siquiera se trata de un simple
soldado de la Wehrmacht, figuras hasta cierto punto recuperables para nuestra
democrática opinión actual.
Ni
mucho menos. Johannes Stark, el protagonista de “Némesis” es un miembro de la
Orden Negra. Es decir de las temidas “Escuadras de Protección”… Las
“Schutzstaffel”, más conocidas como “SS”. De hecho, es un hauptmann. Un oficial,
un capitán de ese cuerpo de devotos fanáticos del régimen nazi.
Y
aún así, Alexis Brito Delgado no se da un golpe de bruces literario en ese
terreno tan resbaladizo.
Todo
lo contrario. “Némesis” es, con mucho, una de las mejores piezas de esa larga saga
literaria que tiene a la familia Stark como protagonista. En cierto modo podría
decirse que “Némesis” es el “Sin perdón” de esa serie de novelas que recorren
distintos episodios de la Historia de la mano de los expeditivos Stark. Una
unidad familiar sin duda dotada para la violencia y el oficio militar.
En
efecto, si Clint Eastwood sorprendió a la crítica y al público con “Sin perdón”
reviviendo y dando la vuelta a todos los tópicos del género “western” —que, en
1992, se daba por amortizado y acabado— Alexis Brito Delgado hace algo parecido
en “Némesis”.
Ésta
sigue siendo, en buena medida, una novela que habrá quién no dude en llamar “de
aventuras”. Una de esas, por tanto, donde la acción y el detalle histórico
primarían sobre la reflexión más profunda. Como en mucho del cine de Eastwood
antes de que este actor y director sacase todo el talento que ya se le intuía
desde la época de la “Trilogía del dólar”, o intentos fallidos anteriores a
“Sin perdón” como “Cazador blanco, corazón negro”.
Sin
embargo, “Némesis” —como “Sin perdón”— se remonta sobre ese marco de pura y
simple acción para pasar a algo mucho más profundo e inquietante.
El
hecho de que su autor haya elegido como escenario histórico el frente ruso
durante la II Guerra Mundial y, además, contado desde la perspectiva de los
“malos” (de hecho, los “peores”, los miembros de las Waffen-SS) no hace sino
dar más brillo a esta novela que, como decía, supera a todas las anteriores de
los Stark, permitiendo mostrar al autor todo su genio literario. Presente y
esperemos que futuro.
En
efecto, “Némesis” es una novela heredera —no hay la menor duda— de un lector
ávido de la saga de Sven Hassel ambientada en distintos frentes de la II Guerra
Mundial vistos desde la perspectiva de unos díscolos soldados alemanes. Un
tanto al margen de la línea oficial del Tercer Reich, aunque verdaderamente
aplicados a la hora de ejercer la Política de violencia preconizada por Hitler
y sus adláteres.
Pero
todo indica que “Némesis” es también heredera de otra Literatura —y otro Cine— sobre la II Guerra Mundial. Esa reflejada en “Los desnudos y los muertos” de
Norman Mailer o “La delgada línea roja” de James Jones. Johannes Stark también
debe mucho a personajes como el oficial alemán interpretado por Michael Caine
en “Ha llegado el águila” o, aún más, al sargento Steiner de “La cruz de
hierro”.
Con
esos algo más sólidos cimientos, Alexis Brito Delgado construye en esta nueva
entrega de la saga de los Stark un cuadro histórico magnífico.
Hay
que advertir, eso sí, que la acción, devastadora, brutal, prima en todo el
relato y no lo hace demasiado apto para esa sensibilidad algo morbosa que ha
fructificado en la estrambótica España actual. Esa donde el pensamiento
“blando” de la corrección política parece haber encontrado un terreno muy
fértil. Ese, por ejemplo, que lleva a algunas asociaciones de padres a poner el
grito en el cielo porque, como parte de las clases de Historia, se lleve a sus
hijos a museos militares. Una pueril reacción que, por cierto, no tiene lugar
en países tan envidiados en España como Holanda…
Sin
embargo, hay en “Némesis” más, mucho más, por debajo de esa acción —cruenta— y
directa en la que el autor se desenvuelve verdaderamente a gusto, como sabrán
quienes lo hayan leído anteriormente.
En
efecto, Johannes Stark es un personaje complejo —“redondo” en término de
crítica literaria— no un simple estereotipo de “germano perverso sobre fondo de
II Guerra Mundial” que, a fuerza de repetido, resulta ya casi desgraciadamente
manido.
Por
el contrario, a medida que pasamos las páginas de “Némesis” vamos descubriendo
a un “junker” prusiano atrapado —como muchos otros alemanes de toda clase y
condición— en la apocalíptica situación que ahora hace justo cien años llevó al
colapso del II Reich alemán y, sobre todo, al de la República de Weimar.
Alexis
Brito Delgado es verdaderamente explícito al respecto. A través de los ojos de
Johannes Stark —todavía un adolescente cuando comienza el imparable ascenso del nazismo— nos relata los porqués de todo lo que ocurre en “Némesis”. Por
ejemplo, el porqué del exterminio brutal de los judíos que Johannes Stark
ejerce sin ningún tipo de contemplaciones —y con agravantes de verdadera
brutalidad— en los primeros compases de esta novela.
Así,
a medida que avanzamos, el personaje, atrapado en lo más crudo de las aventuras
militares del III Reich (los comienzos de la “Operación Barbarroja” y la
invasión de Rusia), va evolucionando, cuestionándose cosas. Lo que ve, lo que
hace, o lo que ordena hacer a sus hombres o estos ejecutan con verdadero celo.
Recitando incluso pasajes del “Mein Kampf” hitleriano, mientas aprietan el
gatillo para arrancar una vida que ven extinguirse en una atroz agonía a través
del visor de una mira telescópica de fusil de francotirador.
En
esa evolución del personaje hasta el sorprendente final abierto de “Némesis”,
juega, además, un papel fundamental Marlene. La mujer de Johannes Stark que, al
final, descubrimos ha actuado como catalizador del cambio de opinión del
protagonista de esta novela, que nos desgrana así el sistemático lavado de
cerebro sufrido —pero también aceptado— por unos alemanes desesperados —los de
los negros años 30 del siglo pasado— que han pasado demasiadas dificultades
como para considerar que lo que dice Hitler y su camarilla son lo que
finalmente descubre Johannes Stark en el frente ruso. Envuelto ya en una misión
tan absurda como suicida y que, de paso, muestra el espantajo ridículo que fue
el Tercer Reich.
Todo
esto, y muchas otras cuestiones, como el profundo conocimiento del autor de los
detalles de época —armamento, uniformes, las wagnerianas megalomanías
hitlerianas plasmadas en ridículos apodos como ese “Señor Lobo” aplicado al
Führer…— hacen de “Némesis” una novela cuando menos interesante y provechosa de
leer.
Sus
méritos son grandes, sin duda. Y entre ellos el menor no es, desde luego, que
su autor demuestra con ella que un escritor español —lo mismo que cualquier
francés o anglosajón— ya no está condenado a escribir sólo sobre España y desde
España y con personajes netamente españoles. Por ejemplo, en el caso que nos
ocupa, los manidos —y hoy bastante bochornosos— miembros de la “División Azul”.
Por
todo ello “Némesis” en efecto, pese a trabajar más allá del cada día más
adocenado sistema “mainstream” de la actual Literatura española (o precisamente
gracias a eso), merece, en efecto, ser leída con atención. Con mucha atención
de hecho, profundizando en ella más allá del estruendo del grito de los heridos
o los disparos de las LGM o las Maxim…
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