miércoles, abril 05, 2017

CONAN DE CIMMERIA VOLUMEN 1 (1932-1933) QUINTA PARTE


Y al fin Talon and Bow fue publicada. Fue un gran momento en la vida de Steve. Se quedaba sentado mirando su nombre impreso, a veces durante horas, temblando de placer hasta la punta de los dedos. Apenas creía lo que veían sus ojos, y en algunos momentos temía que solo fuese un sueño presuntuoso del que no tardaría en despertar.

Post Oaks and Sand Roughs

En 1928, la novela Post Oaks and Sand Roughs (El Rebelde, La Biblioteca del Laberinto, 2011) fue rechazada por Dodd, Mead & Co. Howard no volvería a escribir ficción realista durante el resto de su brillante (y corta) carrera literaria. Steve Costigan (alter ego del autor) posee los rasgos típicos de sus mejores creaciones: fuerte, honesto, viril, solitario, dueño de una fuerza de voluntad inquebrantable, poseído por tormentos internos y en lucha constante contra el mundo que lo rodea.

Infravalorada en la actualidad por los críticos, El Rebelde constituye una delicia para los fans del texano. En ella descubrimos la vida de un joven aprendiz de escritor de pulps, sus anhelos íntimos, las amistades que tuvo, los empleos que realizó, sus primeros pasos literarios, la terrible soledad que padeció, etc. Todo narrado con la rabia, pasión, fuerza y epicidad que caracterizaría el estilo posterior que lo llevaría a la fama. Aunque las palabras formen un marco de ficción, su autor fue incapaz de resistirse a la exploración interna, a plasmar sobre el papel las ideas, emociones, influencias, demonios y temores que le carcomían el alma.

Es una lástima que Howard no continuara por ese camino: El Rebelde es una rara avis dentro de su nutrida producción literaria. De hecho, siempre he pensado que deberían haberla llevado a la pantalla en vez de los diarios de Novalyne Price (El que camina solo, 1996). Desgraciadamente, tal como ha sucedido con todas las adaptaciones cinematográficas realizadas sobre sus personajes, ninguna ha estado a la altura de la obra y mucho menos ha sido fiel a la misma. A diferencia de multipremiada trilogía del Señor de los Anillos de Peter Jackson, los estudios no han tenido el coraje de respetar la esencia de las historias del texano.  

Howard siempre utilizó los mismos recursos estilísticos: protagonistas feroces y gigantescos, grandes dosis de acción, sangre a mansalva, combates cuerpo a cuerpo, uso de espadas y la superioridad de la vida salvaje (pura y honesta) contra la sofisticación de los imperios en decadencia (débiles y degenerados). Animo al lector a introducirse en la psique de “Bob Dos pistolas” (apodo cariñoso cortesía de Lovecraft) a través de la novela mencionada: le aseguro que no lo lamentará.   

Aparecida en marzo de 1923, Weird Tales era una revista especializada en fantasía, ciencia ficción y terror, que había pasado por profundas penurias económicas (algo que sucedería durante el resto de su carrera) obligando a reestructurar su plantilla directiva. Farnsworth Wright, antiguo ayudante de Edwin Bard, sustituyó a este después de catorce números, haciéndose cargo de la publicación. Wright trabajó en ella desde 1924 hasta su muerte ocurrida en 1940. Publicó a autores como H.P. Lovecraft, E. Hoffman Price, C.L. Moore, Seabury Quinn, Frank Owen, Robert Bloch, Clark Aston Smith, Paul Ernst, Edmond Hamilton, Nictzin Dyaltis y, evidentemente, el propio Howard, que recibió su primera oportunidad profesional en sus páginas.

Durante 1924, el texano había enviado una serie de cuentos cortos y poemas a diversos fanzines que, dada su inexperiencia como narrador, fueron rechazados en su totalidad. Obstinado, continuó insistiendo hasta que logró vender Lanza y colmillo (julio de 1925) y En el bosque de Villerèfe (agosto de 1925) por veinticuatro dólares a Weird Tales. Ambas historias le abrirían las puertas del difícil y competitivo mundo literario de la época. Meses más tarde, después de empezar una novela corta por entregas titulada La isla de los eones que jamás llegó a completar, Howard escribió el relato de 7.500 palabras Cabeza de lobo, secuela de En el bosque de Villerèfe, una obra más madura que la anterior caracterizada por tratantes de esclavos, fiestas, maldiciones ancestrales, castillos de regio abolengo y  misteriosos crímenes.

Mientras empezaba a labrarse una carrera como novelista, al joven autor no le quedó más remedio que aceptar diversos empleos para ganarse la vida, que por un motivo u otro, nunca llegaron a prosperar. El mundo laboral y el texano no eran compatibles: este ponía todo su empeño, paciencia y fuerza de voluntad en esculpir una obra que, con el paso de los años, se convertiría en clásica. Acuciado por sus padres, realizó un curso de contabilidad (que nunca fue de su agrado) y trabajó en una heladería durante el caluroso verano (en la que bajó considerablemente de peso y apenas tenía tiempo para escribir) de 1925. A finales de año llegó a un trato con su progenitor: si en los siguientes doce meses no lograba vivir de la escritura abandonaría la profesión y se dedicaría a trabajar de contable en alguna oficina. 

A principios de 1926, Howard recibió una carta anunciando que Cabeza de lobo había sido aceptada y que ocuparía la portada del mes de abril de aquel año. Por desgracia, como Wright había perdido el manuscrito original, obligó al texano a reescribir la historia. Finalmente, cuando recibió las galeradas, el resultado fue un duro golpe para su ego: el relato no era tan bueno como pensaba. Recibió cincuenta dólares por su trabajo, molestias incluidas.

XUTHAL DEL CREPÚSCULO (WEIRD TALES, SEPTIEMBRE DE 1933, COMO LA SOMBRA DESLIZANTE)

El cimmerio no tenía fuerzas ni para hablar, pero sus labios lacerados esbozaron una leve sonrisa al acercarse a la muchacha. Su pecho peludo, brillante por el sudor y la sangre, jadeaba intensamente. Levantó los brazos con gran esfuerzo y cortó las ligaduras que mantenían atada a la joven en la pared. Luego cayó de espaldas contra ésta, con las temblorosas piernas separadas, que ya no lo sostenían por más tiempo. La joven se incorporó de donde había caído y lo abrazó sollozando histéricamente.
—¡Oh, Conan, estás gravemente herido! ¡Oh! ¿Qué haremos?
—No se puede luchar contra un demonio de los infiernos y salir bien librado de la lucha— dijo el cimmerio jadeando.

Publicado con el título de La sombra deslizante, al igual que sucedió con El coloso negro, la historia consiguió la portada. Como de costumbre, la ilustración de Margaret Brundage ignoró al bárbaro y se centró en los personajes femeninos, haciendo hincapié en la escena de la flagelación. En Xuthal del crepúsculo encontramos una extraña ciudad aislada entre las abrasadoras arenas del desierto, ciudadanos narcotizados por el loto negro, una diosa de cabellos de ébano, la decadencia de una sociedad condenada a la extinción y una amenaza invisible que recorre pasillos perfumados y silenciosos buscando víctimas. Supervivientes del destruido ejército del príncipe Almuric, Conan y Natala se encuentran perdidos en el desierto estigio, sin provisiones, al borde de la muerte. La aparición de las murallas de un enclave civilizado les aporta esperanzas de continuar adelante y el cimmerio, dispuesto a sobrevivir de cualquier modo, decide penetrar en el mismo en busca de comida, agua y refugio.

Enfrentado a fuerzas hostiles superiores en número, Conan se abre paso con su espada, abatiendo a cualquiera que ose interponerse en su camino, sea humano o inhumano. A diferencia de otras historias, en las que el personaje es prácticamente invencible, en Xuthal del crepúsculo pasa hambre y sed, sufre tentaciones físicas, es traicionado y recibe un brutal castigo corporal cuando se enfrenta a la criatura que domina la ciudad con su espeluznante presencia. Tres años más tarde, basándose en el mismo esquema argumental, con todas sus habilidades de escritor desarrolladas, Howard escribiría la superior Clavos rojos.

 EL ESTANQUE DEL NEGRO (WEIRD TALES, OCTUBRE DE 1933)

El movimiento de Conan fue demasiado rápido como para que lo pudiera captar la mirada humana. Su enorme puño chocó con terrible fuerza contra la mandíbula de su contrincante, y el zingario salió catapultado por los aires hasta caer hecho un guiñapo junto a la borda.
Conan se volvió hacia los demás. Excepto un suave brillo que se reflejaba en sus ojos, su compostura y serenidad eran las mismas de antes. Pero el «bautizo» había terminado con la misma rapidez con la que había comenzado. Los marineros levantaron a su compañero. Su fracturada mandíbula colgaba fláccida y su cabeza oscilaba de forma poco natural.
—¡Por Mitra..., tiene el cuello roto! —exclamó un pirata de barba negra.
—Vosotros, los filibusteros, sois gente muy floja —dijo Conan con una sonrisa—. Los barachanos no tomamos en cuenta a tipos como vosotros. ¿Queréis jugar a las espadas conmigo? ¿No? Entonces todo está bien y somos amigos, ¿verdad?

El estanque del negro repite los mismos esquemas de las anteriores aventuras del cimmerio: ciudades encantadas, joven indefensa que proteger, criaturas demoniacas y la supremacía del bárbaro ante cualquier situación que, por muy complicada que sea, este siempre logra triunfar. Víctima de una contienda de piratas, Conan decide abandonar Tortage (capital de las islas Baracha) en bote y atravesar el Océano Occidental. Al amanecer, al distinguir las velas del Holgazán, deja hundirse la lancha y lo aborda a nado, sin temor por las aguas infectadas de tiburones o el recibimiento que podrá recibir en la nave.  

Una faceta interesante a tener en cuenta en esta historia de piratas en la ambigüedad moral del personaje. Por norma, el cimmerio siempre suele actuar como un individuo honorable, caballeroso y con principios. En El estanque del negro Conan traiciona a Zaporavo, obrando con malicia, por no decir crueldad, para apoderarse del barco. Ello aporta un punto de vista distinto del bárbaro que, a pesar de todas sus virtudes, es capaz de ensuciarse las manos para conseguir sus objetivos.   

Buscando un tesoro, El holgazán echa el ancla junto a una isla sin nombre. Para sorpresa de todos, esta se encuentra habitada por una maligna raza de gigantes de ébano que pretende acabar con todos ellos gracias a la magia negra. Después de una sangrienta batalla entre los muros color jade de la ciudad del enemigo, Conan asume el mando de la tripulación, convirtiéndose en capitán de los piratas que, vencidos por su carisma, no dudan en aceptarlo como líder. Los versos con los que empieza el relato son tan poéticos como las Crónicas Nemedias (El fénix en la espada), El camino de los reyes (La ciudadela escarlata) o la Canción de Bêlit (La reina de La Costa Negra):   

Desde la creación del mundo
los barcos navegan hacia occidente
desconocido para el hombre.
Leed, si os atrevéis, lo que escribió Skelos
tocando su levita de seda con manos inertes,
y seguid a los barcos a través de la tormenta…
Seguid a los barcos que no regresarán jamás.    

El estanque del negro posee un valor sentimental: fue el primer cómic que leí sobre el cimmerio. La adaptación de Roy Thomas, John Buscema y Sonny Trinidad es una de las mejores realizadas por Marvel.

A finales de 1932, el texano tenía tanta confianza su personaje que solo necesitaba dos revisiones antes de enviar las historias a Weird Tales. Bran Mak Morn, Solomon Kane, Kull, Turlogh O’Brien y Cormac Mac Art pertenecían al pasado. Empezaba a mostrar interés por las leyendas del Oeste americano que cambiarían su obra para siempre.