Y al fin Talon
and Bow fue publicada. Fue un gran
momento en la vida de Steve. Se quedaba sentado mirando su nombre impreso, a
veces durante horas, temblando de placer hasta la punta de los dedos. Apenas
creía lo que veían sus ojos, y en algunos momentos temía que solo fuese un
sueño presuntuoso del que no tardaría en despertar.
Post Oaks and Sand Roughs
En
1928, la novela Post Oaks and Sand Roughs
(El Rebelde, La Biblioteca del Laberinto,
2011) fue rechazada por Dodd, Mead & Co. Howard no volvería a escribir
ficción realista durante el resto de su brillante (y corta) carrera literaria.
Steve Costigan (alter ego del autor)
posee los rasgos típicos de sus mejores creaciones: fuerte, honesto, viril,
solitario, dueño de una fuerza de voluntad inquebrantable, poseído por
tormentos internos y en lucha constante contra el mundo que lo rodea.
Infravalorada
en la actualidad por los críticos, El
Rebelde constituye una delicia para los fans del texano. En ella
descubrimos la vida de un joven aprendiz de escritor de pulps, sus anhelos íntimos, las amistades que tuvo, los empleos que
realizó, sus primeros pasos literarios, la terrible soledad que padeció, etc.
Todo narrado con la rabia, pasión, fuerza y epicidad que caracterizaría el
estilo posterior que lo llevaría a la fama. Aunque las palabras formen un marco
de ficción, su autor fue incapaz de resistirse a la exploración interna, a
plasmar sobre el papel las ideas, emociones, influencias, demonios y temores
que le carcomían el alma.
Es
una lástima que Howard no continuara por ese camino: El Rebelde es una rara avis
dentro de su nutrida producción literaria. De hecho, siempre he pensado que
deberían haberla llevado a la pantalla en vez de los diarios de Novalyne Price
(El que camina solo, 1996).
Desgraciadamente, tal como ha sucedido con todas las adaptaciones
cinematográficas realizadas sobre sus personajes, ninguna ha estado a la altura
de la obra y mucho menos ha sido fiel a la misma. A diferencia de multipremiada
trilogía del Señor de los Anillos de
Peter Jackson, los estudios no han tenido el coraje de respetar la esencia de
las historias del texano.
Howard
siempre utilizó los mismos recursos estilísticos: protagonistas feroces y
gigantescos, grandes dosis de acción, sangre a mansalva, combates cuerpo a
cuerpo, uso de espadas y la superioridad de la vida salvaje (pura y honesta)
contra la sofisticación de los imperios en decadencia (débiles y degenerados).
Animo al lector a introducirse en la psique de “Bob Dos pistolas” (apodo
cariñoso cortesía de Lovecraft) a través de la novela mencionada: le aseguro
que no lo lamentará.
Aparecida
en marzo de 1923, Weird Tales era una
revista especializada en fantasía, ciencia ficción y terror, que había pasado
por profundas penurias económicas (algo que sucedería durante el resto de su
carrera) obligando a reestructurar su plantilla directiva. Farnsworth Wright,
antiguo ayudante de Edwin Bard, sustituyó a este después de catorce números,
haciéndose cargo de la publicación. Wright trabajó en ella desde 1924 hasta su
muerte ocurrida en 1940. Publicó a autores como H.P. Lovecraft, E. Hoffman
Price, C.L. Moore, Seabury Quinn, Frank Owen, Robert Bloch, Clark Aston Smith,
Paul Ernst, Edmond Hamilton, Nictzin Dyaltis y, evidentemente, el propio
Howard, que recibió su primera oportunidad profesional en sus páginas.
Durante
1924, el texano había enviado una serie de cuentos cortos y poemas a diversos
fanzines que, dada su inexperiencia como narrador, fueron rechazados en su
totalidad. Obstinado, continuó insistiendo hasta que logró vender Lanza y colmillo (julio de 1925) y En el bosque de Villerèfe (agosto de
1925) por veinticuatro dólares a Weird
Tales. Ambas historias le abrirían las puertas del difícil y competitivo
mundo literario de la época. Meses más tarde, después de empezar una novela
corta por entregas titulada La isla de
los eones que jamás llegó a completar, Howard escribió el relato de 7.500
palabras Cabeza de lobo, secuela de En el bosque de Villerèfe, una obra más
madura que la anterior caracterizada por tratantes de esclavos, fiestas, maldiciones
ancestrales, castillos de regio abolengo y
misteriosos crímenes.
Mientras
empezaba a labrarse una carrera como novelista, al joven autor no le quedó más
remedio que aceptar diversos empleos para ganarse la vida, que por un motivo u
otro, nunca llegaron a prosperar. El mundo laboral y el texano no eran
compatibles: este ponía todo su empeño, paciencia y fuerza de voluntad en
esculpir una obra que, con el paso de los años, se convertiría en clásica.
Acuciado por sus padres, realizó un curso de contabilidad (que nunca fue de su
agrado) y trabajó en una heladería durante el caluroso verano (en la que bajó
considerablemente de peso y apenas tenía tiempo para escribir) de 1925. A
finales de año llegó a un trato con su progenitor: si en los siguientes doce
meses no lograba vivir de la escritura abandonaría la profesión y se dedicaría
a trabajar de contable en alguna oficina.
A
principios de 1926, Howard recibió una carta anunciando que Cabeza de lobo había sido aceptada y que
ocuparía la portada del mes de abril de aquel año. Por desgracia, como Wright
había perdido el manuscrito original, obligó al texano a reescribir la
historia. Finalmente, cuando recibió las galeradas, el resultado fue un duro
golpe para su ego: el relato no era tan bueno como pensaba. Recibió cincuenta
dólares por su trabajo, molestias incluidas.
XUTHAL
DEL CREPÚSCULO
(WEIRD TALES, SEPTIEMBRE DE 1933, COMO LA SOMBRA DESLIZANTE)
El cimmerio no tenía fuerzas ni
para hablar, pero sus labios lacerados esbozaron una leve sonrisa al acercarse
a la muchacha. Su pecho peludo, brillante por el sudor y la sangre, jadeaba
intensamente. Levantó los brazos con gran esfuerzo y cortó las ligaduras que
mantenían atada a la joven en la pared. Luego cayó de espaldas contra ésta, con
las temblorosas piernas separadas, que ya no lo sostenían por más tiempo. La
joven se incorporó de donde había caído y lo abrazó sollozando histéricamente.
—¡Oh, Conan, estás gravemente
herido! ¡Oh! ¿Qué haremos?
—No se puede luchar contra un
demonio de los infiernos y salir bien librado de la lucha— dijo el cimmerio
jadeando.
Publicado
con el título de La sombra deslizante,
al igual que sucedió con El coloso negro,
la historia consiguió la portada. Como de costumbre, la ilustración de Margaret
Brundage ignoró al bárbaro y se centró en los personajes femeninos, haciendo
hincapié en la escena de la flagelación. En Xuthal
del crepúsculo encontramos una extraña ciudad aislada entre las abrasadoras
arenas del desierto, ciudadanos narcotizados por el loto negro, una diosa de
cabellos de ébano, la decadencia de una sociedad condenada a la extinción y una
amenaza invisible que recorre pasillos perfumados y silenciosos buscando
víctimas. Supervivientes del destruido ejército del príncipe Almuric, Conan y
Natala se encuentran perdidos en el desierto estigio, sin provisiones, al borde
de la muerte. La aparición de las murallas de un enclave civilizado les aporta
esperanzas de continuar adelante y el cimmerio, dispuesto a sobrevivir de
cualquier modo, decide penetrar en el mismo en busca de comida, agua y refugio.
Enfrentado
a fuerzas hostiles superiores en número, Conan se abre paso con su espada,
abatiendo a cualquiera que ose interponerse en su camino, sea humano o inhumano.
A diferencia de otras historias, en las que el personaje es prácticamente
invencible, en Xuthal del crepúsculo pasa
hambre y sed, sufre tentaciones físicas, es traicionado y recibe un brutal
castigo corporal cuando se enfrenta a la criatura que domina la ciudad con su
espeluznante presencia. Tres años más tarde, basándose en el mismo esquema
argumental, con todas sus habilidades de escritor desarrolladas, Howard
escribiría la superior Clavos rojos.
EL
ESTANQUE DEL NEGRO
(WEIRD TALES, OCTUBRE DE 1933)
El movimiento de Conan fue
demasiado rápido como para que lo pudiera captar la mirada humana. Su enorme
puño chocó con terrible fuerza contra la mandíbula de su contrincante, y el
zingario salió catapultado por los aires hasta caer hecho un guiñapo junto a la
borda.
Conan se volvió hacia los demás.
Excepto un suave brillo que se reflejaba en sus ojos, su compostura y serenidad
eran las mismas de antes. Pero el «bautizo» había terminado con la misma
rapidez con la que había comenzado. Los marineros levantaron a su compañero. Su
fracturada mandíbula colgaba fláccida y su cabeza oscilaba de forma poco
natural.
—¡Por Mitra..., tiene el cuello
roto! —exclamó un pirata de barba negra.
—Vosotros, los filibusteros, sois
gente muy floja —dijo Conan con una sonrisa—. Los barachanos no tomamos en
cuenta a tipos como vosotros. ¿Queréis jugar a las espadas conmigo? ¿No?
Entonces todo está bien y somos amigos, ¿verdad?
El estanque del negro
repite los mismos esquemas de las anteriores aventuras del cimmerio: ciudades
encantadas, joven indefensa que proteger, criaturas demoniacas y la supremacía
del bárbaro ante cualquier situación que, por muy complicada que sea, este
siempre logra triunfar. Víctima de una contienda de piratas, Conan decide
abandonar Tortage (capital de las islas Baracha) en bote y atravesar el Océano
Occidental. Al amanecer, al distinguir las velas del Holgazán, deja hundirse la lancha y lo aborda a nado, sin temor por
las aguas infectadas de tiburones o el recibimiento que podrá recibir en la
nave.
Una
faceta interesante a tener en cuenta en esta historia de piratas en la
ambigüedad moral del personaje. Por norma, el cimmerio siempre suele actuar
como un individuo honorable, caballeroso y con principios. En El estanque del negro Conan traiciona a
Zaporavo, obrando con malicia, por no decir crueldad, para apoderarse del
barco. Ello aporta un punto de vista distinto del bárbaro que, a pesar de todas
sus virtudes, es capaz de ensuciarse las manos para conseguir sus objetivos.
Buscando
un tesoro, El holgazán echa el ancla
junto a una isla sin nombre. Para sorpresa de todos, esta se encuentra habitada
por una maligna raza de gigantes de ébano que pretende acabar con todos ellos
gracias a la magia negra. Después de una sangrienta batalla entre los muros
color jade de la ciudad del enemigo, Conan asume el mando de la tripulación,
convirtiéndose en capitán de los piratas que, vencidos por su carisma, no dudan
en aceptarlo como líder. Los versos con los que empieza el relato son tan
poéticos como las Crónicas Nemedias (El fénix en la espada), El camino de los reyes (La ciudadela escarlata) o la Canción de Bêlit (La reina de La Costa Negra):
Desde la creación del mundo
los barcos navegan hacia occidente
desconocido para el hombre.
Leed, si os atrevéis, lo que
escribió Skelos
tocando su levita de seda con manos
inertes,
y seguid a los barcos a través de
la tormenta…
Seguid a los barcos que no
regresarán jamás.
El estanque del negro
posee un valor sentimental: fue el primer cómic que leí sobre el cimmerio. La
adaptación de Roy Thomas, John Buscema y Sonny Trinidad es una de las mejores
realizadas por Marvel.
A
finales de 1932, el texano tenía tanta confianza su personaje que solo
necesitaba dos revisiones antes de enviar las historias a Weird Tales. Bran Mak Morn, Solomon Kane, Kull, Turlogh O’Brien y
Cormac Mac Art pertenecían al pasado. Empezaba a mostrar interés por las
leyendas del Oeste americano que cambiarían su obra para siempre.