jueves, diciembre 04, 2025

ENTREVISTA A BALKAN PARADISE ORCHESTRA — ENERGÍA EN ESTADO PURO

Balkan Paradise Orchestra es una formación que fusiona la energía de las fanfarrias balcánicas con ritmos globales modernos. Su propuesta combina metales potentes, percusión festiva y melodías gitanas, enriquecidas con toques electrónicos y un fuerte sentido de celebración colectiva. En cada concierto convierten el escenario en un viaje multicultural donde tradición e innovación se encuentran para crear un espectáculo vibrante, bailable y sin fronteras.


8 preguntas a Balkan Paradise Orchestra

El proyecto mezcla influencias balcánicas con ritmos globales. ¿Cómo nació esa combinación y qué define el sonido de Balkan Paradise Orchestra?

En nuestros inicios tocábamos principalmente balkan brass de Serbia y Rumanía, con arreglos de temas de grupos como Fanfare Ciocărlia, Goran Bregović, Emir Kusturica o Taraf de Haïdouks, así como canciones tradicionales de varios países de la zona de los Balcanes. Es una música muy festiva que transmite muchas ganas de bailar y pasarlo bien. Como instrumentistas de viento, siempre hemos sido grandes admiradoras de este género, ya que combina virtuosidad en las melodías, tempos vertiginosos y un sonido potente y pegadizo que invita a celebrar la vida. Esta fue la esencia sonora y el origen del nombre del grupo, pero pronto empezamos a mezclarlo con pequeñas referencias más cercanas, como músicas tradicionales catalanas, valencianas o gallegas, y con todo aquello que nos pudiera apetecer o inspirar en cada composición. Actualmente, aunque en algunos temas seguimos tomando como punto de partida los sonidos de raíz balcánica, nuestras propias canciones mezclan distintos ritmos y tradiciones del mundo, dando como resultado una música ecléctica y festiva. Por eso, no nos consideramos estrictamente una banda de balkan brass. El grupo ha ido evolucionando musicalmente en muchos aspectos: poco a poco hemos incorporado más bases electrónicas en el directo, pensamos algunas estructuras de forma más pop o mainstream, pero sin olvidar algún toque más friki. Toda esta mezcla surge de la evolución y del bagaje musical de las integrantes y de la trayectoria del grupo. Por ejemplo, tenemos una baterista que viene del jazz y que también ha tocado rock & roll y punk; una percusionista que domina ritmos latinos y árabes; e instrumentistas de viento con formación clásica o moderna. Todas estas mochilas confluyen en BPO y, además, el hecho de tocar cada vez más en grandes escenarios de festivales y fiestas mayores nos ha llevado a pensar en un show con músicas potentes y bailables.

La sección de metales tiene una fuerza impresionante. ¿Qué papel ocupa en la identidad del grupo y cómo construyen esos arreglos tan característicos?

Los metales ocupan un lugar importantísimo en el grupo, ya que son una de las señas de identidad del género balkan brass y de los inicios de nuestra banda. Las fundadoras del grupo son una tubista, una trompista y una clarinetista que tocaban juntas en una banda sinfónica local. Este amor por el sonido de los metales las llevó a crear una fanfarria distinta en la ciudad de Barcelona. En general, trompetas y clarinetes suelen interpretar la melodía; trompa y trombón tocan los contratiempos; y las tubas hacen los bajos, junto al acompañamiento de la sección rítmica de batería y percusión. No obstante, nos gusta cambiar de roles para enriquecer la composición, así que intentamos que también haya momentos melódicos interpretados por otros instrumentos, como el trombón o la tuba.

Sus conciertos suelen convertirse en celebraciones colectivas. ¿Qué buscan transmitir en el directo y cómo se preparan para mantener esa intensidad?

Las coreografías y la intensidad que transmitimos en el show son el resultado de una evolución a lo largo de nuestros diez años de trayectoria. En nuestros inicios empezamos tocando en pequeños bares y escenarios, alternándolo con conciertos itinerantes en la calle. Tocar en la calle nos aportó una actitud de proximidad con el público, más espacio para la improvisación y la coordinación de coreografías, y un entorno seguro en el que explorar posibilidades, especialmente en los primeros años de la banda. Desde el principio éramos un grupo al que le encantaba disfrutar de lo que tocábamos sin importar si nos equivocábamos, y esa alegría y ganas de pasarlo bien sin complejos es algo que nos gusta transmitir al público. Encima del escenario tenemos la ventaja de estar sonorizadas y de disponer de todo el set de batería y percusión, por lo que el sonido grupal es más compacto, se aprecian mejor los detalles y podemos tocar de forma más cómoda. A lo largo de los años nos hemos centrado en el show de escenario, potenciando y afinando las coreografías. No tenemos una sola front-woman, ya que es un proyecto instrumental con liderazgos compartidos, así que nos gusta que cada una tenga algún momento de protagonismo, sea tocando, hablando o cantando. Además, las ocho instrumentistas de viento cambiamos constantemente de posición en el espacio para aportar dinamismo y una sensación de colectivo. En cuanto al aguante físico durante el concierto, es una cuestión de entrenamiento. Con los años hemos ido aumentando el nivel de dificultad de la coordinación entre tocar y bailar, y en este sentido estamos muy contentas, porque nos motiva mucho mejorar y ver hasta dónde podemos llegar como equipo.

El repertorio mezcla composiciones propias con homenajes a músicas tradicionales. ¿Cómo equilibran la fidelidad a la raíz con la experimentación moderna?

En el directo actual, casi todos los temas que tocamos son composiciones propias, la mayoría de nuestro último álbum, Néctar, que bebe de tradiciones muy diversas. Las pocas versiones que interpretamos son de canciones más o menos conocidas, y el único tema puramente tradicional es «Miserlou», que versionamos a ritmo de drum & bass. En «Miserlou» mantenemos la melodía y el acompañamiento tradicional de fanfarria que tocábamos en acústico en los inicios de la banda, pero en este caso experimentamos un poco con la electrónica. En general, intentamos que el sonido más acústico y de raíz esté ubicado hacia la mitad del concierto, ya que buscamos que esos sean momentos más íntimos, en los que el público pueda escuchar con atención. En cambio, el inicio y el final del concierto suelen ser más bailables y festivos, con temas algo más modernos.

Muchos grupos balcánicos han encontrado públicos muy diversos alrededor del mundo. ¿Cómo ha sido su experiencia conectando con audiencias fuera de ese entorno cultural?

Hemos tocado en países de toda Europa y América del Norte y nunca dejamos de sorprendernos por la buena acogida que tiene nuestro espectáculo. Creemos que conecta con edades, públicos con intereses musicales muy diversos y gente de países distintos por varios motivos: primero, porque tocamos música principalmente instrumental, con algún momento vocal, y esto hace que no nos encontremos con la barrera del idioma. Segundo, porque la música es muy festiva y nos gusta mucho conectar con el público, transmitir alegría, ganas de bailar y pasarlo bien. Esta energía atrae a todo el mundo, tenga la edad que tenga. Nuestro objetivo principal es disfrutar y transmitir ese disfrute. Tercero, porque en nuestros discos hay estilos y géneros diferentes que aportan dinamismo al directo y hacen que sea musicalmente más diverso, atrayendo a público con gustos variados. Cuarto, por el efecto sorprendente de la puesta en escena. Trabajamos muchísimo las coreografías, la presencia escénica y la calidad de la música que interpretamos con nuestros instrumentos, de manera que aparentemente parezca fácil algo que en realidad es muy difícil. Es una propuesta un poco arriesgada que, en general, el público valora muy positivamente. Además, somos todas mujeres, un hecho que por desgracia hoy en día aún sorprende y que para nosotras también es una forma de reivindicación. Como sociedad, todavía no hemos conseguido normalizar una representación verdaderamente diversa encima de los escenarios. Cuesta mucho encontrar bandas formadas íntegramente por mujeres instrumentistas, al igual que personas racializadas o con identidades disidentes, tanto en los escenarios como en la industria musical en general.

Las influencias electrónicas aparecen cada vez más en sus temas. ¿Qué espacio ocupa la tecnología en la evolución del sonido de la banda?

El uso de las bases electrónicas es una herramienta que en el directo aporta potencia y cuerpo al sonido grupal, y también nos ayuda a que algunas canciones con influencias de géneros más modernos tengan más coherencia y puedan lucir mejor. Nosotras tocamos en todo momento, pero el hecho de incorporar otros sonidos, como sintetizadores que apoyen y enriquezcan el sonido de la banda, es algo que nos suma. Según el estilo de cada canción, nuestra baterista toca la batería acústica o la electrónica y el pad. También usamos las bases para crear introducciones o transiciones entre tema y tema que nos permitan respirar, ya que es un bolo muy exigente físicamente. Además, pueden servir como hilo conductor sonoro del concepto estético que queramos transmitir. Por ejemplo, para la introducción del bolo actual y otros momentos del concierto, creamos secuencias de paisajes sonoros de pájaros, abejas y otros elementos de la naturaleza que apoyan la idea de Néctar, el concepto en el que se basa nuestro último disco.

¿Cuál ha sido el concierto más memorable de su trayectoria y qué lo hizo especial?

Hemos tocado en festivales y salas tan diferentes que cuesta mucho quedarse solo con uno… De los conciertos más divertidos, cuando aún hacíamos espectáculos de calle, podemos contar uno que consistió en tocar encima de un tractor en movimiento, con toda la gente siguiéndonos por la zona de Prats de Lluçanès, en el corazón de Catalunya. Nos lo pasamos genial y, de hecho, de ese día salieron un par de vídeos virales. De los conciertos más espectaculares en festivales grandes también hay unos cuantos, sobre todo en Alemania, donde tenemos un público increíble. Incluso hemos tocado en el precioso auditorio Elbphilharmonie de Hamburgo. Fueron conciertos en los que había centenares de personas dándolo todo, como si nos conocieran de siempre. Fue increíble cómo conectamos por primera vez con tanta gente y los disfrutamos muchísimo. Y, por supuesto, no podemos olvidar un concierto muy especial en la sala Apolo de Barcelona, con varias colaboraciones, que también fue totalmente inolvidable.

¿Qué planes tienen para el futuro inmediato: nuevo álbum, giras, colaboraciones…?

Durante este 2025 hemos ido publicando varios singles del que será nuestro nuevo EP, Game Sessions Vol. II. Igual que el Vol. I, está formado por remixes de algunas canciones del álbum Néctar, en los que han participado distintos productores y artistas. Y, relacionado con esto, el año que viene iniciamos una gira nueva, llamada Game Sessions Tour. Ya tenemos publicadas las primeras fechas para febrero y marzo de 2026 en salas de Barcelona, Madrid, Zaragoza y Reus. ¡Si os pilla cerca, ya sabéis: las entradas están disponibles y serán conciertos especiales para nosotras! Además de estar preparando el directo, llevamos ya unos meses componiendo música nueva y grabando maquetas de lo que será el cuarto disco de Balkan Paradise Orchestra, una nueva etapa que seguramente empezará a ver la luz entre finales de 2026 y principios de 2027. El año que viene será intenso y tenemos muchas ganas de poder compartirlo todo pronto con vosotros.