Balkan
Paradise Orchestra es una formación que fusiona la energía de las fanfarrias
balcánicas con ritmos globales modernos. Su propuesta combina metales potentes,
percusión festiva y melodías gitanas, enriquecidas con toques electrónicos y un
fuerte sentido de celebración colectiva. En cada concierto convierten el
escenario en un viaje multicultural donde tradición e innovación se encuentran
para crear un espectáculo vibrante, bailable y sin fronteras.
8 preguntas a Balkan Paradise Orchestra
El proyecto mezcla influencias balcánicas con ritmos globales. ¿Cómo nació esa
combinación y qué define el sonido de Balkan Paradise Orchestra?
En
nuestros inicios tocábamos principalmente balkan brass de Serbia y
Rumanía, con arreglos de temas de grupos como Fanfare Ciocărlia, Goran
Bregović, Emir Kusturica o Taraf de Haïdouks, así como
canciones tradicionales de varios países de la zona de los Balcanes. Es una
música muy festiva que transmite muchas ganas de bailar y pasarlo bien. Como
instrumentistas de viento, siempre hemos sido grandes admiradoras de este
género, ya que combina virtuosidad en las melodías, tempos vertiginosos y un
sonido potente y pegadizo que invita a celebrar la vida. Esta fue la esencia
sonora y el origen del nombre del grupo, pero pronto empezamos a mezclarlo con
pequeñas referencias más cercanas, como músicas tradicionales catalanas,
valencianas o gallegas, y con todo aquello que nos pudiera apetecer o inspirar
en cada composición. Actualmente, aunque en algunos temas seguimos tomando como
punto de partida los sonidos de raíz balcánica, nuestras propias canciones
mezclan distintos ritmos y tradiciones del mundo, dando como resultado una
música ecléctica y festiva. Por eso, no nos consideramos estrictamente una
banda de balkan brass. El grupo ha ido evolucionando musicalmente en
muchos aspectos: poco a poco hemos incorporado más bases electrónicas en el directo,
pensamos algunas estructuras de forma más pop o mainstream, pero sin
olvidar algún toque más friki. Toda esta mezcla surge de la evolución y
del bagaje musical de las integrantes y de la trayectoria del grupo. Por
ejemplo, tenemos una baterista que viene del jazz y que también ha tocado rock
& roll y punk; una percusionista que domina ritmos latinos y árabes; e
instrumentistas de viento con formación clásica o moderna. Todas estas mochilas
confluyen en BPO y, además, el hecho de tocar cada vez más en grandes
escenarios de festivales y fiestas mayores nos ha llevado a pensar en un show
con músicas potentes y bailables.
La sección de metales tiene una fuerza impresionante. ¿Qué papel ocupa en la
identidad del grupo y cómo construyen esos arreglos tan característicos?
Los
metales ocupan un lugar importantísimo en el grupo, ya que son una de las señas
de identidad del género balkan brass y de los inicios de nuestra banda.
Las fundadoras del grupo son una tubista, una trompista y una clarinetista que
tocaban juntas en una banda sinfónica local. Este amor por el sonido de los
metales las llevó a crear una fanfarria distinta en la ciudad de Barcelona. En
general, trompetas y clarinetes suelen interpretar la melodía; trompa y trombón
tocan los contratiempos; y las tubas hacen los bajos, junto al acompañamiento
de la sección rítmica de batería y percusión. No obstante, nos gusta cambiar de
roles para enriquecer la composición, así que intentamos que también haya
momentos melódicos interpretados por otros instrumentos, como el trombón o la
tuba.
Sus conciertos suelen convertirse en celebraciones colectivas. ¿Qué buscan
transmitir en el directo y cómo se preparan para mantener esa intensidad?
Las
coreografías y la intensidad que transmitimos en el show son el
resultado de una evolución a lo largo de nuestros diez años de trayectoria. En
nuestros inicios empezamos tocando en pequeños bares y escenarios, alternándolo
con conciertos itinerantes en la calle. Tocar en la calle nos aportó una
actitud de proximidad con el público, más espacio para la improvisación y la
coordinación de coreografías, y un entorno seguro en el que explorar
posibilidades, especialmente en los primeros años de la banda. Desde el
principio éramos un grupo al que le encantaba disfrutar de lo que tocábamos sin
importar si nos equivocábamos, y esa alegría y ganas de pasarlo bien sin
complejos es algo que nos gusta transmitir al público. Encima del escenario
tenemos la ventaja de estar sonorizadas y de disponer de todo el set de batería
y percusión, por lo que el sonido grupal es más compacto, se aprecian mejor los
detalles y podemos tocar de forma más cómoda. A lo largo de los años nos hemos
centrado en el show de escenario, potenciando y afinando las coreografías. No
tenemos una sola front-woman, ya que es un proyecto instrumental con
liderazgos compartidos, así que nos gusta que cada una tenga algún momento de
protagonismo, sea tocando, hablando o cantando. Además, las ocho
instrumentistas de viento cambiamos constantemente de posición en el espacio
para aportar dinamismo y una sensación de colectivo. En cuanto al aguante
físico durante el concierto, es una cuestión de entrenamiento. Con los años
hemos ido aumentando el nivel de dificultad de la coordinación entre tocar y
bailar, y en este sentido estamos muy contentas, porque nos motiva mucho
mejorar y ver hasta dónde podemos llegar como equipo.
El repertorio mezcla composiciones propias con homenajes a músicas
tradicionales. ¿Cómo equilibran la fidelidad a la raíz con la experimentación
moderna?
En
el directo actual, casi todos los temas que tocamos son composiciones propias,
la mayoría de nuestro último álbum, Néctar, que bebe de tradiciones muy
diversas. Las pocas versiones que interpretamos son de canciones más o menos
conocidas, y el único tema puramente tradicional es «Miserlou», que versionamos
a ritmo de drum & bass. En «Miserlou» mantenemos la melodía y el
acompañamiento tradicional de fanfarria que tocábamos en acústico en los
inicios de la banda, pero en este caso experimentamos un poco con la
electrónica. En general, intentamos que el sonido más acústico y de raíz esté
ubicado hacia la mitad del concierto, ya que buscamos que esos sean momentos
más íntimos, en los que el público pueda escuchar con atención. En cambio, el
inicio y el final del concierto suelen ser más bailables y festivos, con temas
algo más modernos.
Muchos grupos balcánicos han encontrado públicos muy diversos alrededor del
mundo. ¿Cómo ha sido su experiencia conectando con audiencias fuera de ese
entorno cultural?
Hemos
tocado en países de toda Europa y América del Norte y nunca dejamos de
sorprendernos por la buena acogida que tiene nuestro espectáculo. Creemos que
conecta con edades, públicos con intereses musicales muy diversos y gente de
países distintos por varios motivos: primero, porque tocamos música
principalmente instrumental, con algún momento vocal, y esto hace que no nos
encontremos con la barrera del idioma. Segundo, porque la música es muy festiva
y nos gusta mucho conectar con el público, transmitir alegría, ganas de bailar
y pasarlo bien. Esta energía atrae a todo el mundo, tenga la edad que tenga.
Nuestro objetivo principal es disfrutar y transmitir ese disfrute. Tercero,
porque en nuestros discos hay estilos y géneros diferentes que aportan
dinamismo al directo y hacen que sea musicalmente más diverso, atrayendo a
público con gustos variados. Cuarto, por el efecto sorprendente de la puesta en
escena. Trabajamos muchísimo las coreografías, la presencia escénica y la
calidad de la música que interpretamos con nuestros instrumentos, de manera que
aparentemente parezca fácil algo que en realidad es muy difícil. Es una
propuesta un poco arriesgada que, en general, el público valora muy
positivamente. Además, somos todas mujeres, un hecho que por desgracia hoy en
día aún sorprende y que para nosotras también es una forma de reivindicación.
Como sociedad, todavía no hemos conseguido normalizar una representación
verdaderamente diversa encima de los escenarios. Cuesta mucho encontrar bandas
formadas íntegramente por mujeres instrumentistas, al igual que personas
racializadas o con identidades disidentes, tanto en los escenarios como en la
industria musical en general.
Las influencias electrónicas aparecen cada vez más en sus temas. ¿Qué espacio
ocupa la tecnología en la evolución del sonido de la banda?
El
uso de las bases electrónicas es una herramienta que en el directo aporta
potencia y cuerpo al sonido grupal, y también nos ayuda a que algunas canciones
con influencias de géneros más modernos tengan más coherencia y puedan lucir
mejor. Nosotras tocamos en todo momento, pero el hecho de incorporar otros
sonidos, como sintetizadores que apoyen y enriquezcan el sonido de la banda, es
algo que nos suma. Según el estilo de cada canción, nuestra baterista toca la
batería acústica o la electrónica y el pad. También usamos las bases para crear
introducciones o transiciones entre tema y tema que nos permitan respirar, ya
que es un bolo muy exigente físicamente. Además, pueden servir como hilo
conductor sonoro del concepto estético que queramos transmitir. Por ejemplo,
para la introducción del bolo actual y otros momentos del concierto, creamos
secuencias de paisajes sonoros de pájaros, abejas y otros elementos de la
naturaleza que apoyan la idea de Néctar, el concepto en el que se basa
nuestro último disco.
¿Cuál ha sido el concierto más memorable de su trayectoria y qué lo hizo
especial?
Hemos
tocado en festivales y salas tan diferentes que cuesta mucho quedarse solo con
uno… De los conciertos más divertidos, cuando aún hacíamos espectáculos de
calle, podemos contar uno que consistió en tocar encima de un tractor en
movimiento, con toda la gente siguiéndonos por la zona de Prats de Lluçanès, en
el corazón de Catalunya. Nos lo pasamos genial y, de hecho, de ese día salieron
un par de vídeos virales. De los conciertos más espectaculares en festivales
grandes también hay unos cuantos, sobre todo en Alemania, donde tenemos un
público increíble. Incluso hemos tocado en el precioso auditorio
Elbphilharmonie de Hamburgo. Fueron conciertos en los que había centenares de
personas dándolo todo, como si nos conocieran de siempre. Fue increíble cómo
conectamos por primera vez con tanta gente y los disfrutamos muchísimo. Y, por
supuesto, no podemos olvidar un concierto muy especial en la sala Apolo de
Barcelona, con varias colaboraciones, que también fue totalmente inolvidable.
¿Qué planes tienen para el futuro inmediato: nuevo álbum, giras,
colaboraciones…?
Durante
este 2025 hemos ido publicando varios singles del que será nuestro nuevo EP, Game
Sessions Vol. II. Igual que el Vol. I, está formado por remixes de
algunas canciones del álbum Néctar, en los que han participado distintos
productores y artistas. Y, relacionado con esto, el año que viene iniciamos una
gira nueva, llamada Game Sessions Tour. Ya tenemos publicadas las
primeras fechas para febrero y marzo de 2026 en salas de Barcelona, Madrid,
Zaragoza y Reus. ¡Si os pilla cerca, ya sabéis: las entradas están disponibles
y serán conciertos especiales para nosotras! Además de estar preparando el
directo, llevamos ya unos meses componiendo música nueva y grabando maquetas de
lo que será el cuarto disco de Balkan Paradise Orchestra, una nueva
etapa que seguramente empezará a ver la luz entre finales de 2026 y principios
de 2027. El año que viene será intenso y tenemos muchas ganas de poder
compartirlo todo pronto con vosotros.
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