Richard
Ashcroft llevaba sin publicar material original desde 2018. Su anterior disco, Acoustic
Hymns Vol. 1 (2021), revisitaba sus canciones más populares en formato
acústico. Una curiosidad que, en ningún momento, llegó a convertirse en un
trabajo relevante dentro de su discografía. Lo único destacable fue Come On
People (We’re Making It Now), por la colaboración con Liam Gallagher. Al fin y
al cabo, ambos músicos se conocen desde los noventa, han compartido escenarios,
sustancias poco recomendables para la salud y tabloides, pero nunca antes
habían coincidido en un estudio de grabación.
En
mayo de 2025, «Lover», un tema soul con influencias hip hop que samplea Love
and Affection de Joan Armatrading, no fue bien recibido por sus seguidores.
A nadie debería sorprenderle el cambio de estilo: Ashcroft ya había
profundizado en estos géneros musicales en United Nations of Sound
(2010). Todo un riesgo repetir la fórmula de un elepé que fue vapuleado. Y más
aún, lanzarlo como primer adelanto de un nuevo trabajo.
«Lovin’
You» —segundo sencillo— abre con la guitarra sampleada de Classical Gas,
de Mason Williams, y continúa como otro corte de música urbana, quizá el más
accesible del álbum. Bitter Sweet Symphony, Music Is Power, Are
You Ready?… El británico siempre ha sentido debilidad por viejas
piezas pop, soul o folk. Solo cabe preguntarse si el plan es conquistar un
público nuevo, dar rienda suelta a la experimentación, maniobrar por curiosidad
creativa o actuar por cálculo comercial. ¿Renovación o intento de mantenerse
vigente? La última palabra la tiene el lector.
En
Lovin’ You la producción corre a cargo de Ashcroft, su hombre de
confianza Chris Potter y Emre Ramazanoglu. Una mezcla entre lo clásico y lo
moderno, con cuerdas que evocan a los Beach Boys —Brian Wilson ha sido siempre
una de sus mayores influencias—. El resultado es un sonido exuberante, con
grandes orquestaciones. Pretencioso y vacío, dirán otros. Nunca llueve a gusto
de todo el mundo.
La atmosférica «Find
Another Reason» tiene un aire a lo Pink Floyd de Syd Barrett.
«Crimson Fire» destaca por sus cuerdas, ritmo marcial y una luminosa melodía de piano; nunca había grabado
nada similar. «Out of These
Blues» añade un punteo country a la fórmula. En «Heavy News»
sobresalen unas guitarras potentes, poco habituales en Ashcroft, un misterio
que continúa sin resolverse: ¿por qué ha prescindido de la faceta rockera que lo
caracterizaba con The Verve?
«Live With Hope» es un medio tiempo acústico con slide guitar, coros góspel y cuerdas que remite a su estilo noventero. «Oh L’Amour» es una balada soul interpretada con un registro bajo y cálido. Dos temas son rescates del pasado: «I’m a Rebel» (2017) sorprende con una melodía disco, cantada en falsete y pasada por el filtro de Mirways, con quien ya había colaborado en Out of My Body. Los puristas se rasgaran las vestiduras al escucharlo. Por otra parte, «Fly to the Sun» es un corte inédito de las sesiones de Urban Hymns (1997) que, décadas más tarde, cierra el disco con serenidad folk.
Lovin’ You es un elepé que reúne todos los géneros que ha tocado hasta la fecha. En cuanto a las letras, estas giran en torno a la libertad, la redención, el amor, la resiliencia y la convicción de que en el futuro aún hay esperanza. Basta con observar la portada con su encanto de bajo presupuesto: una puesta de sol en la playa, con Ashcroft recortado a contraluz, de espaldas y con la guitarra en alto. Calidez y añoranza se funden en una misma imagen: la vida es hermosa.
La
crítica británica se ha mostrado polarizada. Richard Ashcroft lleva recibiendo
este tipo de reseñas desde que comenzó su andadura en solitario con Alone
with Everybody (2000). Cosa que no le ha impedido publicar siete álbumes,
seis de ellos alcanzaron el Top 5 en Reino Unido. No está nada mal para un
artista que —en teoría— solo compuso un one hit wonder durante su
carrera.
Mientras
tanto, continúa abriendo para Oasis en grandes estadios, interpretando buena
parte de Urban Hymns —por no decir el álbum completo—. Se agradecería
más riesgo y menos aburguesamiento, al menos sobre las tablas. Y es ahí cuando
quien suscribe llega a una conclusión: Ashcroft es un músico de mediana edad,
cómodo en su lugar, que no tiene nada que demostrar. Le pasa hasta a los
mejores.
