Libro escrito en primera persona, que ya es un punto a favor del autor. Así conocemos de primera mano las emociones y pensamientos del protagonista, un asesino a sueldo que ha caído en una espiral de violencia por su adicción a la heroína. Movido por una venganza personal nos lleva a recorrer la ciudad de Nueva York, pero no la que tenemos en mente, si no los barrios bajos, marginales, callejones donde campa lo peor de la sociedad. Una ambientación soberbia, de la ciudad más decadente y oscura, donde solo van los que ya nada temen.
Con un lenguaje que nos recuerda a los años 60. Me ha recordado por momentos a Sin City. Un thriller negro y oscuro con escenas violentas y sexo explícito, aunque me esperaba algo más fuerte por lo que me habían contado. En este punto, yo personalmente he leído thiller más potentes en ese sentido.
Me ha parecido muy original la forma de escribir a la hora de contar la historia, cada capítulo es un día de la semana, donde el protagonista va dejando un rastro de sangre y a través de sus pensamientos podemos entender mejor la existencia de un antihéroe y toxicómano.
En este punto y por la
forma de la narración me ha resultado pesado y que ralentiza la novela.
La historia queda
abierta porque hay segunda parte.