“Después que todos los
globos se hayan marchitado y se hayan hundido en charcos de vómito e idealismo,
no busques mi compasión. Estoy aquí para ser todo aquello que se me acusa no
ser. Y para que se me culpe por ser aquello en lo que me habéis convertido. Los
disparos que vas a oír proceden de una boca disfrazada de pistola. No llames a
esto arte. Esto es una polla dura en una habitación llena de vampiros y música.
La música es mi sangre sucia en vuestras caras”.
Marilyn Manson
Gracias a The Pale Emperor (Hell, etc, 2015), Marilyn Manson recibió las mejores críticas de su carrera desde finales de los noventa. Un disco oscuro y pantanoso, con atmósfera blues y trazos de psicodelia, que amplió su paleta sonora alejándolo del estilo industrial que lo caracteriza. Toda una sorpresa para los seguidores que habían perdido la fe en su ídolo desde hacía años.
Por desgracia para Manson, el personaje que lo lanzó a
la fama ha ensombrecido su trayectoria musical. A diferencia de otros artistas,
tanto la crítica como el público se ha quedado estancada en la trilogía formada por Antichrist Superstar/Mechanical
Animals/Hollywood (In The Shadow On The Valley Of Death). A partir de
entonces, independientemente de la calidad de sus nuevos lanzamientos, el
consenso general siempre ha valorado su trabajo de forma negativa.
Por poner un ejemplo, en la época Mechanical
Animals (Interscope, 1998) fue acusado de comercial, que se había
vendido al mainstream y que era una
obra inferior a su predecesora. El paso del tiempo le ha hecho justicia y en la
actualidad está considerado un gran disco.
Olvidan que al igual que David Bowie, Manson cambia de piel en
cada elepé para reinventarse; una actitud camaleónica que jamás ha sido valorada en su justa
medida. El Reverendo NUNCA (en mayúsculas) publica dos álbumes idénticos.
Aquellos que continúen suspirando por un nuevo Antichrist Superstar (Interscope, 1996), deberían asumir
que el cantante no siente interés en grabar un álbum como el que lo encumbró al estrellato, contar con Trent Reznor en las labores de producción o con Floria Sigismondi para que dirija sus videoclips. Resulta ridículo que la mayoría de la prensa lo considere una parodia
de sí mismo, que no ha publicado un disco decente y mucho menos una canción
memorable desde The Golden Age Of
Grotesque (Interscope, 2003). El absurdo ha alcanzado cotas increíbles.
Manson es consciente de su legado, del peso de su propia obra, que
es incapaz de satisfacer las elevadas expectativas. Por consiguiente, siendo fiel a sí
mismo, se ha desmarcado de su anterior trabajo con una serie de canciones
rápidas y furiosas que beben de la época en la que arrasaba en las listas de
ventas. Heaven Upside Down puede
considerarse un compendio, en mayor o menor medida, de todos sus elepés
anteriores —al estilo de The Next Day del Duque Blanco— que rescata el pasado sin
ninguna clase de nostalgia.
“Revelation #12”, “WE KNOW WHERE YOU FUCKING LIVE”, “SAY10” y
“JE$U$ CRI$I$” son sucias, ruidosas y llenas de urgencia, con guitarras chirriantes
y un buen entendimiento de la sección rítmica. “WE KNOW WHERE YOU FUCKING
LIVE”, presentada como primer single, es un tema al estilo de “No Reflection”
destinado a contentar a su público esencial. Impagable videoclip en el que
unas monjas dominatrix armadas hasta los dientes secuestran a una familia
americana y los fuerzan sexualmente en contra de su voluntad. “SAY10” podría
ser un nuevo clásico del repertorio en directo: alterna susurros, electrónica,
gritos rabiosos y un coro arrollador. El vídeo cuenta con un irreconocible
Johnny Depp como invitado, una joven masturbándose, chicas desnudas
cubiertas de pintura pulverizada, una parodia del alzamiento de la bandera americana
en Iwo Jima y al Reverendo sangrando profusamente por un corte en el cuello. Su
trabajo visual más provocativo desde “(S)aint”.
En “Tattooed In Reverse” y “Threats Of Romance”, volvemos a
encontrarnos al Manson de The Pale
Emperor gracias a un blues arrastrado y electrónico con buenos juegos vocales.
“Blood Honey” es una balada emparentada con “If I Was Your Vampire” o “Coma White”; atmósfera tenebrosa, teclados y guitarras punzantes. “Heaven Upside Down” y
“KILL4ME” son los cortes más asequibles del disco. No hay motivo para escandalizarse:
no es necesario que Manson resulte ensordecedor todo el tiempo. El primero es
una pequeña gema cercana al pop con un notorio trabajo electroacústico y el segundo posee ritmos de pistas de baile que parecen arrancados —salvando diferencias— de los surcos de Notorius de Duran Duran.
Por último, con sus ocho minutos de duración, en “Saturnalia” destaca un bajo palpitante, guitarras hirientes y múltiples capas de sonido que
recuerdan al trabajo de Bauhaus en los ochenta. Su canción más experimental
desde “I Want To Kill You Like They Do In The Movies” del infravalorado The High End Of Low (Interscope, 2008)
que fue un fracaso de ventas, crítica y público. Motivo que lo obligó a abandonar su antiguo sello discográfico en busca de mayor libertad creativa.
El Reverendo ha aprendido de sus errores: cantidad no es sinónimo
de calidad. Heaven Upside Down es un elepé sencillo, directo y potente, con un minutaje ajustado a las radiofórmulas
y sin grandes alardes de producción por parte de Tyler Bates. Su único defecto es la carencia de riesgo, buscar nuevos horizontes musicales. Por lo demás, completamente disfrutable. Probablemente si
se tratara del debut de cualquier banda, los medios se desharían
en elogios y coparía las listas de los mejores valorados a finales de año. A pesar de todos los problemas relacionados con la gestación del
álbum —cambio de título, retraso a la hora de publicarlo, el fallecimiento del padre
de Manson, su reciente divorcio y el aparatoso accidente en el Hammerstein
Ballroom de Nueva York— Brian Hugh Warner no se ha dado por vencido.