jueves, mayo 26, 2016

“EL DIARIO DEL RON”, DE HUNTER S. THOMPSON


Por mucho que deseara con vehemencia todas aquellas cosas para las cuales se necesita dinero, había una especie de corriente diabólica que me empujaba en otra dirección…, hacia la anarquía y la pobreza y la locura. Hacia ese delirio enloquecedor que sostiene que un hombre puede llevar una vida decente sin alquilarse a sí mismo como un mercenario.

Hunter S. Thompson

Puerto Rico, finales de los años cincuenta. Paul Kemp (álter ego de Hunter S. Thompson) abandona Nueva York con destino a San Juan para trabajar en un periodicucho en estado de quiebra. Recién cumplidos los treinta, el protagonista es un experimentado buscavidas con un pie en el abismo, entre la fina línea que separa la genialidad de la autodestrucción.

La novela transcurre en una interminable bacanal de borracheras, zozobra, sexo, fiestas, peleas y disputas con la policía. Rodeado por una serie de personajes —perdedores, macarras, gacetilleros de tres al cuarto, radicales obsesionados con reventar el sistema y alcohólicos empedernidos— que sueñan con salir del punto muerto en el que se encuentran sus existencias pero son demasiado apáticos para tomar alguna decisión al respecto, Kemp intenta mantener sus principios y no dejarse comprar por los poderosos. La plantilla del Daily News no tiene desperdicio: fotógrafos, correctores, jefes de sección, reporteros y corresponsables que esperan encontrar la gran oportunidad que los eleve del mísero estado profesional en el que se encuentran hasta los grandes ámbitos del mundo periodístico. Mientras tanto, el diario está en la cuerda floja, azotado por una serie de antiguos empleados que se manifiestan en sus mismas puertas por falta de cobro. El director, aunque es consciente que su propia plantilla lo desprecia y que todos sus esfuerzos están condenados al fracaso, hace lo imposible por mantener su negocio a flote. Huelga decir que ninguno de sus empleados hará nada por auxiliarle; la gente no desea ensuciarse las manos cuando el naufragio es inevitable. 

Nos encontramos con ambiciosos inversores, arquitectos, asesores y magnates —que llevan trajes de marca, viven en chalets de lujo, conducen grandes deportivos, pescan en yates y toman cócteles de gambas y ginebra helada antes del almuerzo— que desean enriquecerse gracias a la construcción de grandes cadenas hoteleras aunque ello conlleve destruir el entorno paradisíaco de la isla. Bañado por un sol perpetuo, el olor salado del océano y el calor asfixiante propio del verano caribeño, entre casinos, urbanizaciones y centros comerciales que desentonan con las casuchas pobres y los barrios marginales en los que habitan los nativos de la zona, el protagonista deambula de un lugar a otro en una nebulosa alcohólica perpetua, peleas de gallos, hastío existencial y terribles resacas que bordean la paranoia. ¿Cómo no sentirse tentado en trabajar para estos individuos depravados a cambio de efectivo que permita un descapotable, alquilar un apartamento con sábanas limpias, ventilador, la nevera llena de comida y numerosas botellas de ron?

Cabe destacar la frustrada relación con una mujer errónea que se encuentra tan al límite como el resto de los personajes de la obra. Existe el binomio salvación/perdición por parte del personaje femenino, aquella que con unas cuantas copas encima no duda en bailar desnuda entre musculosos portorriqueños para terminar la noche en una orgía desenfrenada. Aunque sus actos la conduzcan a la ruina, utiliza sus poderes de seducción para salir de cualquier atolladero y no tiene escrúpulos en dejar atrás a aquellos que la mantienen cuando encuentra una alternativa más satisfactoria acorde a sus necesidades.

El diario del ron (Simon & Schuster, 1998) tardó casi cuarenta años en ser editado. Johnny Depp, gran amigo de Thompson, después de encontrar el manuscrito mientras revisaba sus papeles, lo convenció para publicarlo con un mínimo de correcciones. De hecho, este no dudó en producir y protagonizar una película basada en la novela que salió al mercado pocos años después del suicidio del padre del Periodismo Gonzo. Como obra escrita durante su juventud, revela el gran talento que el autor demostraría de sobra durante toda su carrera. Thompson, a diferencia de muchos escritores actuales, nunca escribió para un público mayoritario sino para una selecta minoría capaz de valorar su estilo crudo, anárquico y visceral. Todo un logro en un mundo laminado por las apariencias, la uniformidad de pensamiento, los clichés literarios y la necesidad de imitar el estilo de los pusilánimes para ser aceptado. Puede que por ello el libro fuese desestimado por las editoriales de la época. Por suerte, el tiempo le ha dado la oportunidad que merecía. 
     

              


domingo, mayo 08, 2016

"MANUAL REVISADO DEL BOY SCOUT", DE WILLIAM BURROUGHS


Mira qué problema de drogas nos han dejado en nuestra puerta. ¿Ir a por los traficantes? Detienes a un traficante y ocupan su lugar diez más. El único hombre indispensable para la industria de los narcóticos es el adicto que los compra en la calle. Si das el tratamiento al adicto de la calle, dejarás sin trabajo al traficante.

William S. Burroughs

Manual revisado del Boy Scout es uno de los trabajos más míticos, controvertidos y subterráneos de William Burroughs. Escrito al mismo tiempo que Los chicos salvajes (Grove Press, 1971), encontramos un ensayo que sirve como guía para derrocar a un sistema corrupto y anticuado a través de la violencia. La policía, los gobiernos putrefactos, la prensa conservadora, la hipocresía de la religión y —el mayor cáncer del mundo moderno— la familia, deben ser erradicadas de raíz a través de disturbios, manifestaciones, atentados terroristas, guerra bacteriológica, golpes de estado y armas de destrucción masiva.

A diferencia de otros novelistas cuando alcanzan la fama mundial, lejos de ablandarse, Burroughs siempre fue fiel a su estilo anárquico, radical y subversivo. Debido a ello, la mayoría de sus ensayos, relatos, cintas, entrevistas y novelas circularon por el mundillo underground, sirviendo como inspiración a innumerables artistas plásticos, músicos y escritores hastiados de lo “políticamente correcto”. Su influencia continúa en la actualidad: un enfant terrible intachablemente vestido, de humor ácido y abrasador, testigo de primera mano de la decadencia humana y el infierno del mundo de los narcóticos, dispuesto a hacer saltar el planeta por los aires gracias al “virus” de la palabra.

Inspirado por los convulsos acontecimientos que hicieron tambalear los Estados Unidos a finales de la década los sesenta (Vietnam y la Convención Demócrata Nacional de 1968), Burroughs propone a los jóvenes que abandonen la actitud pasiva y complaciente con la que han sido educados a favor de la revolución que, inevitablemente, desembocará en caos, actos sexuales violentos, explosiones y calles atestadas de cadáveres. Huelga decir que cualquier tipo de moralidad ante el derrocamiento del sistema, el asesinato o la destrucción, es irrelevante. ¿Acaso el fin no ha justificado los medios desde que los seres humanos pisaron la faz del planeta?

A diferencia de otras obras experimentales del autor, Manual revisado del Boy Scout va directa al grano, amena y surreal, con grandes dosis de visceralidad, humor negro y cinismo. En ella se exponen todos los pasos creación de armamento casero (pistolas, bombas, armas blancas), instruir de forma militar a los ¡atractivos! jóvenes necesarios para la causa y métodos más sofisticados (información/desinformación, guerra biológica, cintas grabadoras, infrasonidos, radiación letal de orgones)— para entrar en acción. ¿Quién no querría acudir a su puesto laboral después de leer este libro e incendiar la empresa en la que lo tratan como a un esclavo por un sueldo irrisorio?  
        
La Felguera Editores ha hecho un gran trabajo de impresión. Cabe destacar las ilustraciones interiores, papel de calidad y cubierta con letras color dorado y solapas. Una pequeña obra de arte que, sin duda alguna, hubiera complacido al mismísimo Burroughs. Muchas editoriales que han publicado otros libros del autor deberían tomar nota y actuar en consecuencia. No todos los días (hablamos de un mercado destinado al público mayoritario en el que novelas de pésimo calado copan las listas de los más vendidos) tenemos la oportunidad de disfrutar de material inédito del maestro. Por desgracia, y a título de reflexión personal, nunca hemos contado con ningún visionario a la altura de Burroughs en España.

Como cierre, una frase que puede resumir el ensayo en su totalidad, la misma que se adelantó a la anarquía punk:

¡A TOMAR POR CULO LA REINA!