Who Built The Moon? no constituye la reinvención sonora al estilo Atchung Baby (U2, Island Records, 1991) que todos esperaban por parte de Noel Gallagher. El músico, precavido como de costumbre, no ha hecho más que actualizar viejas propuestas como “Fuckin’ The Bushes” (del que Kasabian basarían su sonido), “Setting Sun” y “Let Forever Be” (ambas con Chemical Brothers), aportando un empaque electrónico y psicodélico acorde a esta etapa de su carrera. De todos modos, en el caso de abandonar el estilo clásico que lo caracteriza, le lloverían malas críticas por todas partes. El público y los medios, independientemente de la calidad de su trabajo, siempre encontrarán motivos para protestar. Los dos primeros elepés de Oasis dejaron una huella tan larga que ninguno de los miembros de la banda podrá desmarcarse de ellos por mucho que lo intente. Los fans continúan a la espera de himnos como “Supersonic”, “Wonderwall”, “Cigarettes & Alcohol”, “Don’t Look Back In Anger” o “Whatever”. Seamos realistas: los buenos y viejos tiempos no van a volver.
Gallagher ha comentado en entrevistas que
el productor David Holmes lo obligó a trabajar desde cero en el estudio; nada
de rescatar antiguas canciones que no habían llegado a ver la luz. A pesar de
la larga lista de colaboradores y músicos de sesión, el disco destaca por su
propuesta compacta; luminoso, pegadizo y con grandes estribillos. Todos los
cortes rayan gran altura y no aburren en ningún momento. “Holly Mountain”
fue la carta de presentación: saxos, glam, surf de la Costa Oeste, coros
infecciosos y Paul Weller al órgano. Un caballo ganador desde la primera
escucha; aires setenteros que tan bien encajan en la obra del mancuniano. El
sencillo define lo que el público encontraría en el nuevo trabajo de los
pájaros voladores. “It's A Beautiful World” es una de las mejores canciones del
álbum: bailable y jovial, con recitado francés incluido, remite a los años
noventa cuando la cultura dance dominaba las listas británicas. Cuenta con un
estribillo irresistible y una atmósfera festiva típica de los últimos New
Order. “Fort Knox” es una extensión de “Fuckin’ The Bushes”: empieza con una
alarma y un sintetizador ominoso para desembocar en una sección rítmica
atronadora, coros y guitarras afiladas. Un mantra con aire lisérgico que
recuerda a piezas de Primal Scream. Ideal para cuando regresas a casa: la rave ha
sido un fracaso y necesitas estímulos para contrarrestar la mala química que te
circula por el cuerpo.
“Keep On Reaching” hubiera podido encajar
en Dig Out Your Soul (Sony BMG, 2008): sección rítmica
urgente, piano, cuerdas, voces femeninas. El tema más rockero del disco, con
sabor soul, en el que Gallagher pone toda la carne en el asador como cantante.
“She Taught Me How To Fly” posee madera de clásico: nuevamente regresamos a las
pistas de baile, entre luces estroboscópicas y humo de hielo seco. Coros
efectivos y un estribillo demoledor. Siendo una de las canciones más
comerciales del elepé, no sería de extrañar que fuera el siguiente
single. Madchester continúa con vida. “Be Careful What You
Wish For” bebe descaradamente de “Come Together” de los Beatles. Un medio
tiempo blues, más coros, puente con teclados y tempo incisivo. Muchos le han
reprochado por dejarse influenciar (por enésima vez) por la banda más famosa de
todos los tiempos. ¿Acaso significa una novedad a estas alturas de su carrera?
“Black & White Sunshine”, puro jangle pop con sección de vientos que, como “Holly Mountain”, remite a las
canciones de los Beach Boys. Puede que sea el tema más asequible del álbum.
Efectivo riff de guitarra, estructura circular y fondo
surfero. Los instrumentales “Interlude (Wednesday Part 1)” y “End Credits
(Wednesday Part 2)” sirven como puente y despedida del disco. Piezas
tranquilas, atmosféricas, con cierto aire melancólico que no aportan nada
destacable al elepé. Recurso utilizado, todo hay que decirlo, en el
celebérrimo (What’s The Story) Morning Glory (Creation, 1995).
“If Love Is The Law” cuenta con la guitarra y armónica de Johnny Marr.
Colaboración de lujo que, al igual que la de Weller, demuestra que Gallagher
está muy bien relacionado en el mundo discográfico. Rock de toda la vida pero,
en este caso, la producción llega a saturar; no se aprecia el trabajo de Marr
en todo su esplendor. Como despedida, la orquestal “The Man Who Built The Moon”
resulta tan grandilocuente que podría pertenecer a Be Here Now (Creation,
1997). A diferencia de los temas de aquella época, la megalomanía inducida por
la cocaína no se encuentra presente. El corte no supera los cinco minutos y se
escucha con agrado.
Who Built The Moon? (Sour Mash, 2017) ha recibido críticas muy positivas y, con razón,
está considerado el mejor trabajo de los High Flying Birds. Gracias al Black
Friday vendió una generosa cantidad de ejemplares en Inglaterra; los fans no lo
han abandonado desde que renunció a su vieja banda. Noel Gallagher ha
jugado bien sus cartas despachando una propuesta a la altura de As You
Were (Warner Bros Records, 2017) de Liam. El punto justo entre
nostalgia, clasicismo y experimentación. Transita caminos recorridos pero
aporta un estupendo empaque sonoro que lo hace parecer novedoso. Comparar ambos
trabajos (fueron publicados prácticamente en las mismas fechas) es inevitable.
Los hermanos Gallagher ya no compiten contra Blur en las listas; ahora lo hacen
entre ellos mismos. Poco ha cambiado desde los años noventa y, para bien o para
mal, no cesa de resultar estimulante.