viernes, junio 30, 2017

"PORNO", DE IRVINE WELSH

Miro su rostro socarrón, recobro la compostura y pienso en la extraña relación que hemos mantenido, no menos misteriosa por haber estado separados durante años. Supongo que él era un poco como yo: ambos sabíamos que para los inquilinos de viviendas de protección oficial la decadencia es una costumbre de mala nota. Una costumbre ridícula, de hecho. La razón de ser de nuestra clase era sobrevivir, sin más. Al carajo: nuestra generación punk no sólo prosperó, sino que incluso tuvimos la desfachatez de ir de desencantados por la vida. Desde una temprana edad, Sick Boy y yo fuimos almas gemelas retorcidas. El desprecio, las burlas, la ironía, los vaciles; habíamos edificado nuestro pequeño universo privado mucho antes de que aparecieran el alcohol o las drogas para ayudarnos a refinarlo y darnos permiso para habitarlo incondicionalmente.

Irvine Welsh

Una década después de los acontecimientos narrados en Trainspotting, volvemos a encontrarnos con los personajes que marcaron a una generación: Simon David Williamson, Daniel Murphy, Francis Bebgie y Mark Renton. Marginales, políticamente incorrectos y de escasos escrúpulos, poco han cambiado en este lapso de tiempo. La narración, sin florituras y de gran viveza lingüística, nos sumerge de lleno en una decadente Edimburgo devastada por los cambios: los viejos tiempos nunca regresarán y la sociedad corrupta que antes que recurría a los narcóticos para escapar del tedio, la pobreza y la desesperación, ahora se encuentra obsesionada con el sexo, el dinero, el consumismo y la trivialidad absoluta. Leith, barrio en el que creció la clase obrera aplastada por la política represora de Margaret Thatcher, con el paso del tiempo, ha sido transformado en una zona pija para los adinerados.

Sick Boy es el narrador principal: un antihéroe adicto a la cocaína, arrabalero, egocéntrico, sórdido, manipulador y con delirios de grandeza. Decidido a ganarse la vida sin demasiado esfuerzo realiza toda clase de chanchullos: venta de drogas, prostitución, fraudes y, por último, embarcarse en el rodaje de una película porno que, por un lado le permita mezclar el trabajo con el placer y por otro, alcanzar la gloria económica y el prestigio social que anda buscando. Como es natural, Williamson desea una obra de calidad que se convierta en un clásico del género, no una aberración gonzo de ínfimo presupuesto. Huelga decir que hará todo lo necesario para sacar adelante su nuevo y ambicioso proyecto: Siete polvos para siete hermanos.  

Aparte del protagonista, viejos conocidos como Spud: ingenuo choricillo con un corazón de oro incapaz de abandonar el caballo y rehacer su vida; Franco: recién salido de la cárcel, tan psicópata como de costumbre, perpetuamente irascible y dispuesto a utilizar la violencia física ante la menor excusa y un Rent Boy limpio de estupefacientes que se siente culpable por haber traicionado a sus antiguos colegas, parece ser el único que se ha reconciliado, hasta cierto punto, con el tormentoso pasado que todos compartieron. Cabe destacar la inclusión de Terry “Juice” Lawson y Rab Birrel, personajes de Cola, —ambos tienen un papel fundamental en el libro presente, creando un todo sin costuras enmarcado en el “Universo Trainspotting” en el que transcurre el noventa por ciento de la producción del autor. 

La profusión de voces de Trainspotting ha quedado reducida al mínimo, aportando mayor agilidad y coherencia a la narración. Se agradece que Welsh no haya fotocopiado su libro más célebre y aporte una historia completamente distinta a la anterior. Puede que Nikki Fuller-Smith una bella estudiante de cine que trabaja en una sauna para ganar un dinero extra a la asignación paternalsea el personaje más logrado (junto a Sick Boy) de la novela. Junto a la pérdida de frescura, el gran error de Porno es reducir el protagonismo de Renton a un mero secundario. Los capítulos del personaje (en especial la parte de Ámsterdam) carecen de la garra de antaño y parecen escritos a toda prisa y sin profundizar en sus motivaciones. Por fortuna, en Los Chicos del jaco (precuela de Trainspotting) Rent Boy volvería a primera división para recobrar la importancia que merece.

Reflexiones sobre el paso del tiempo, el precio que hay que pagar por los errores cometidos, las amistades rotas y la madurez de unos personajes que no han logrado tomar las riendas del presente son los temas más importantes de la obra. Porno es un libro notable que tiene que competir con su predecesor. A diferencia de Trainspotting, la denuncia social ha sido reemplazada por una negra, cruda, visceral y humorística visión de la industria cinematográfica para adultos; la misma que influye en el presente y que gracias a la presencia de Internet pocos pueden ignorar. 

Al igual que la primera parte, la novela fue llevada al cine por Danny Boyle como una especie de homenaje a la película estrenada en los noventa. Una tardía secuela inferior a la original apenas toma prestados unos ligeros esbozos del libro que hace demasiado hincapié en la nostalgia. Lejos han quedado las memorables imágenes de 1996: la carrera al ritmo de "Lust For Life" de Iggy Pop, el “peor retrete de Escocia”, la sobredosis con "Perfect Day" de Lou Reed de fondo, el bebé gateando por el techo y "Born Slippy" de Underworld mientras Renton se despide de los espectadores decidido a empezar de cero. Vivir del pasado nunca fue una buena opción. 


miércoles, junio 21, 2017

BLOC PARTY "HYMNS"



Lejos han quedado los tiempos en los que Bloc Party eran considerados los nuevos salvadores del rock, sus álbumes recibían multitud de premios y grandes elogios por parte de la prensa especializada. Al igual que sucedió con Interpol, The Killers, Editors o The Strokes, cada nuevo paso musical de la formación ha sido defenestrada por la crítica y puesta en entredicho hasta por sus propios seguidores. Ello demuestra lo voluble del mercado discográfico cuando una banda triunfa en su debut: las comparaciones con un pasado glorioso siempre lastrarán su carrera independientemente de la calidad de sus nuevos lanzamientos.

A diferencia de sus anteriores discos, Hymns destaca por ser un trabajo sereno y espiritual en el que impera la electrónica, medios tiempos y baladas. El primer single, la jovial “The Love Within”, con su ritmo bailable y omnipresente línea de guitarra que suena como un sintetizador, proporcionó una pista falsa sobre el contenido del elepé. Lo mismo sucedió con “The Good News” —recia y guitarrera— y “Virtue” —al estilo del primer sencillo con un bajo desaprovechado—, que tampoco consiguieron despuntar en las listas de ventas.

Las nuevas incorporaciones —Justin Harris (bajo, teclados) y Louise Bartle (batería)—, más que miembros oficiales, parecen músicos de estudio supeditados a las órdenes de Kele Okereke que, al igual de Thom Yorke de Radiohead, ha convertido al grupo en una extensión de su trabajo en solitario. Aparte de los tres sencillos, podemos encontrar buenos temas como “Only He Can Heal Me”, “So Real” (con un discreto piano eléctrico), “Different Drugs”, “Into The Earth” y “My True Name” que, de haber sido más potentes al estilo de Silent Alarm (Wichita, 2005), habrían ganado en emoción. Por otra parte, “Fortress”, “Exes” y “Living Lux”, debido a la tranquilidad general que domina el disco, llegan a resultar soporíferas.

La calidad de sonora del álbum es indiscutible, con profusión de arreglos sencillos y cuidados que demuestran la pericia de la banda como músicos. El problema de Hymns, aparte de su carencia de energía, es que Okerele ha decidido sacrificar la inmediatez a favor del lucimiento personal. Puede que por ello los miembros fundadores —Matt Tong y Gordon Moakes— decidieran arrojar la toalla después de The Nextwave Sessions (Frenchkiss Records, 2013).

¿Es Hymns un mal disco? En absoluto. Simplemente nos encontramos con una banda en estado de transición que ha decidido ignorar las etiquetas y hacer lo que les apetecía sin tener en cuenta las críticas. Un trabajo coherente, arriesgado y contemplativo que, por desgracia, no ha estado a la altura de lo que se esperaba de ellos. Bloc Party necesitan un álbum que los reconcilie con su público, la prensa y los charts para asegurar su propia supervivencia. Veremos que nos depara el futuro.


    
                                                                                                                                   

jueves, junio 01, 2017

CONAN DE CIMMERIA VOLUMEN 1 (1932-1933) PRIMERA PARTE


«Sabe, oh príncipe, que entre los años del hundimiento de Atlantis y las resplandecientes ciudades bajo los océanos, y los de la aparición de los hijos de Aryas, hubo una edad olvidada en la que el mundo estaba cubierto de brillantes reinos como mantos azules bajo las estrellas. (...) Pero el más orgulloso reino del mundo era Aquilonia, que reinaba soberana sobre el soñoliento oeste. Y allí llegó Conan, el cimmerio, el pelo negro, los ojos sombríos, la espada en la mano, un ladrón, un saqueador, un asesino, de gigantescas melancolías y gigantescos pesares, para pisotear con sus sandalias los tronos enjoyados de la Tierra.»

Crónicas Nemedias


INTRODUCCIÓN:

A principios del siglo XX, durante la era dorada del pulp, Weird Tales sobresalía entre otras publicaciones del mismo estilo por su vanguardismo y búsqueda de nuevos talentos. La revista afincada en Chicago publicaba a los mejores escritores de la época: Kafka, Verne, Poe, Lovecraft, C.L. Moore, Aston Smith o Seabury Quinn.

Entre sus páginas, en el número de diciembre de 1932, se encontraba un relato titulado El fénix en la espada, debut de Conan de Cimmeria, un nuevo personaje del texano Robert E. Howard, colaborador habitual conocido por sus historias del espadachín Solomon Kane, el caudillo Bran Mak Morn y el rey Kull de Valusia.

Nadie podía imaginar la repercusión que tendría el cimmerio en la fantasía moderna. Este se convertiría en un icono popular, conocido a nivel mundial, aplastando con su fama a su creador. La imagen arquetípica del héroe un bárbaro fuerte y musculoso, empuñando un arma de grandes proporciones, que lucha contra horrendas criaturas mientras protege a una mujer semidesnuda— ha sido fácil de reconocer durante el último medio siglo. No sería atrevido afirmar que la mayoría del público ignora que Conan nació como personaje literario al igual que James Bond, Tarzán, Sherlock Holmes o Drácula.

A diferencia de los personajes anteriormente mencionados, el cimmerio fue presentado al público de forma errónea. L. Sprague de Camp y Lin Carter fueron los responsables del ciclo de doce novelas de Conan (publicadas en España en tres ediciones distintas por Editorial Bruguera, años 70, Planeta, años 80, y Martinez Roca, años 90). La saga fue remodelada (nunca tuvo un orden cronológico) a conveniencia de los editores, intercalando historias de menor calidad (obra de otros escritores), pastiches (cuentos de Howard adaptados al universo hiborio) y colaboraciones póstumas (historias del texano completadas por otros autores). La obra de Howard quedó desvirtuada, tanto en calidad como en el concepto original que el propio autor explicó en una de sus cartas: «Mientras escribía estas historias, siempre me he sentido como si las estuviera poniendo por escrito mientras él me las contaba, no como si yo las estuviera creando. De ahí la abundancia de saltos temporales y de ahí que no sigan un orden concreto. Un aventurero que relatase al azar las aventuras de su vida no seguiría un plan ordenado, sino que narraría episodios de su vida muy separados entre sí, tanto en el tiempo como en el espacio, a medida que se le fueran ocurriendo».

El cimmerio fue una creación demasiado personal del autor, en él desarrolló todo su talento literario; puede que por ello ninguno de los escritores que intentaron imitarlo (Poul Anderson, Lin Carter, L. Sprague de Camp, Robert Jordan, Karl Edward Wagner y un interminable etc.) pudieron hacerle sombra. Durante décadas, el lector no tuvo modo alguno de separar el trigo de la paja. Afortunadamente, en esta lujosa edición publicada por Timun Mas se encuentran los relatos genuinos, en el orden que fueron escritos, sin fraudes ni manipulaciones ajenas.  

En aquella época la única forma en la que los autores principiantes podían ganarse la vida era a través de revistas pulp. Howard narraba impulsado por motivos económicos. Se consideraba un escritor profesional y siempre tuvo en cuenta las necesidades del mercado. Originalmente, El fénix en la espada fue una reescritura de un relato inédito de Kull, ¡Con esta hacha gobierno! Fransworth Wright, editor de Weird Tales, había rechazado la mayoría de los relatos del atlante (Howard cometió el error de enviarlos todos juntos en 1929) y publicó El reino de las sombras y Los espejos de Tuzun Thune (puede que dos de las mejores historias del texano). Howard suprimió la parte romántica de la historia, reemplazándola por elementos sobrenaturales, y eliminó la presentación de los conspiradores que aparecía en el primer capítulo para agilizar la trama. Los cambios funcionaron y el relato fue vendido por 85 dólares. Por desgracia, no obtuvo la portada de aquel mes. Fue un cuento más entre otros que han pasado al olvido absoluto. Parafraseando al maestro: «La barbarie es el estado natural de la humanidad. La civilización, en cambio, es artificial, es un capricho de los tiempos. La barbarie ha de triunfar siempre al final».

Howard fue un novelista increíblemente versátil que escribió sobre géneros y temas dispares: poesía, aventuras orientales, cruzadas, históricos, piratas, deportivos, misterio, westerns, detectives y terror (influenciado por su amigo Lovecraft). Todo ello aparece plasmado en las historias de Conan. La creación del personaje absorbió al texano de tal modo que durante meses de frenética actividad literaria fue incapaz de escribir sobre otra cosa. Durante su corta vida (1932-1936) el cimmerio fue rey, ladrón, pirata, mercenario, general, explorador, etcétera. Vivió toda clase de aventuras en un explosivo ritual de fuego, dinamismo, virilidad, sudor, acero, sombría epicidad y magia. Modelo que, posteriormente, la mayoría de los escritores de espada y brujería tomarían como arquetipo. Howard siempre estuvo demasiado adelantado a su tiempo. Recordemos que fue uno de los fundadores (por no decir padre) de la fantasía heroica.   

EL FÉNIX EN LA ESPADA (WEIRD TALES, DICIEMBRE DE 1932)

Conan apoyó la espada contra la pared y levantó el hacha. Estaba de pie, como la imagen del primitivo indomable —las piernas separadas, la cabeza echada hacia adelante, una mano apoyada en la pared, la otra aferrando el hacha, con los enormes músculos en tensión, como cuerdas de hierro, y el rostro congelado en una furiosa mueca, y los ojos le centelleaban a través de la nube de sangre que estaba velándolos (...)
¿Quién ha de morir primero? musitó con la boca herida y los labios cubiertos de sangre.

El primer cuento de Conan, ampliamente influenciado por la mitología de Thomas Bulfinch (1796-1867), narra el intento de asesinato de unos conspiradores contra el cimmerio. Conan se nos presenta como un hombre maduro y experimentado, con fuertes principios, que ha vivido una vida plena llena de aventuras. Como soberano de Aquilonia, se encuentra aburrido de sus deberes y extraña los tiempos salvajes de su juventud, antes de que la corona se convirtiera en una carga

El fénix en la espada es uno de los mejores relatos escritos por Howard. Destila todos sus puntos fuertes: magia, emoción, sangre y violencia. El texano nos presenta una intriga palaciega destinada a aniquilar al cimmerio, un brujo (Thoth-Amon) ávido de venganza, una serie de conspiradores impulsados por la avaricia, el idealismo y el ansia de poder, y apariciones espectrales. La historia alcanza su cénit en las últimas páginas, cuando Conan se enfrenta en inferioridad de condiciones a un grupo de enemigos dispuestos a matarle. El combate en los aposentos del rey es una locura de cuerpos en movimiento, entrechocar de espadas, gritos de agonía, huesos rotos y entrañas esparcidas sobre azulejos de mármol.       

El cimmerio, en un alarde de supervivencia, se despoja de la máscara de hombre civilizado y da rienda suelta a sus instintos primitivos. A pesar de la aplastante superioridad numérica, no se rinde en ningún momento. Su único deseo es llevarse por delante al mayor número de rivales posibles antes de morir. El final del cuento queda abierto al misterio de lo sobrenatural.      

LA HIJA DEL GIGANTE HELADO (ROGUES IN THE HOUSE, DONALD M. GRANT, 1976)

El contacto de su hermoso cuerpo que se retorcía entre sus brazos le llevó al borde de la locura. Los fuertes dedos de Conan se hundieron con frenesí en la suave y blanda carne..., una carne fría como el hielo. Era como si estuviera abrazando un cuerpo de hielo en lugar del cuerpo de una mujer de carne y hueso. Ella echó a un lado su dorada cabellera, tratando de esquivar los violentos besos del bárbaro, que lastimaban sus labios rojos y carnosos.
Eres fría como la nieve dijo él como atontado. Yo te calentaré con el fuego de mi sangre...

Aunque parezca increíble, La hija del gigante helado fue rechazado por Fransworth Wright. Lejos de desanimarse, Howard cambió el nombre del protagonista (Amra) y lo vendió con el título de Dioses del norte a Fantasy Fan. A pesar de ser una de las más bellas y poéticas historias del personaje, no agradó al dueño de Weird Tales, probablemente por su contenido sexual. El relato (también inspirado en  Bulfinch) nos presenta a un joven cimmerio en mitad de un campo de batalla, rodeado de cadáveres y con la espada manchada de sangre. La aparición de una hermosa joven vestida con un velo transparente enloquece de lujuria a Conan que, a pesar del agotamiento y las heridas, no duda en seguirla a través del páramo con la intención de violarla.

Volvemos a encontrarnos con un personaje vehemente e indómito que obra inducido por su lado salvaje. La persecución entre la nieve es uno de los mejores momentos de la saga, con un cimmerio lanzando espumarajos de rabia y maldiciones mientras se aproxima al objeto de su deseo. La muchacha, provocativa, no cesa de burlarse de él mientras lo conduce a un destino incierto. Finalmente, su vitalidad y la destreza en el combate harán que Conan logre triunfar donde otros fracasarían. La hija del gigante helado (con toda justicia) merece estar entre los mejores cuentos del texano. Poco valorado en su momento, gracias a la estupenda adaptación al cómic dibujada por Barry Windsor-Smith y guionizada por Roy Thomas ha pasado a considerarse un clásico.

Howard había descubierto que la nueva saga tenía un potencial sin límites. A lo largo de los siguientes meses su trabajo cristalizaría en La Edad Hiboria, el mundo fantástico inspirado en las civilizaciones antiguas que lo llevaría a la fama.