miércoles, enero 20, 2016

"ZIGGY STARDUST: SUICIDA DEL ROCK 'N' ROLL"

No creo en la muerte, porque uno no está presente para saber que en efecto ha ocurrido. 

Andy Warhol

Introducción

Todo había terminado…

La fama, los conciertos, las giras interminables, las drogas, las apariciones mediáticas, las limusinas, las groupies… No quedaba nada.

En un principio los destellos de neón de los anuncios publicitarios y los flashes de las cámaras fueron agradables: disfrutaba con su merecida popularidad; había trabajado duro para llegar a la cima. Durante sesenta meses consecutivos sus singles y discos fueron Nº1 en todos los rincones posibles del planeta. Podía considerarse la mayor estrella del rock de la historia y con diferencia; una supernova que había ascendido a lo más alto… para hacer explosión.

Deprimido, Ziggy Stardust se inclinó sobre la mesa de cristal, tomó un exótico tubo de platino decorado con filigranas, e inhaló dos enormes líneas de cocaína. Después, se frotó la nariz y se lamió las encías insensibilizadas con la lengua fláccida. Estaba tan pasado de rosca que ni siquiera las drogas lo auxiliaban a escapar del espantoso letargo que lo dominaba. El material, adquirido por el roaddie de la banda en el Village, Nueva York, apenas estaba cortado. Como podía comprobar, el camino del exceso conducía al templo de la sabiduría.

1

Five Years

Su mente regresó al pasado, cinco años atrás, cuando supo que la Tierra estaba condenada a perecer. Ziggy fue el único que adivinó que el mundo tenía las horas contadas; cambio climático, el impacto de un meteorito, pandemia viral, terrorismo, guerra nuclear, el alzamiento de las máquinas contra el hombre, supervolcanes, agotamiento de los recursos naturales… Una serie de catástrofes aniquilaron a la humanidad que, ciega en su arrogancia, ignoró premeditadamente sus advertencias.

Un día cualquiera, al despertar después de una noche de excesos, descubrió que había llegado el final que había vaticinado en sus álbumes. Ziggy no logró sentir piedad o tristeza por lo sucedido: los líderes políticos que pudieron impedir la hecatombe no le hicieron ningún caso, y los fans estaban más preocupados en fornicar y colocarse escuchando sus discos que en descifrar las elaboradas letras de los mismos. Aquellos idiotas habían labrado su propio destino.   

A través de los ventanales de fibra de vidrio, la visión de las calles transformadas en pozos fuliginosos cubiertos de cadáveres resonó contra las paredes de su cráneo. Stardust se preguntó cuál fue el auténtico motivo que había producido aquél caos: ¿un virus? ¿Una explosión atómica? ¿Un meteorito? Nunca lo sabría, llevaba demasiado tiempo inmerso en su propio universo, aislado de sus semejantes, recreándose en su ego, enervado por las enormes cantidades de cocaína que consumía a diario.

La sociedad se había hundido y él, para bien o para mal, era el único superviviente. El destino no había cesado de obrar con una monstruosa ironía: Ziggy intentó evitar el Armagedón con todas sus fuerzas, sin éxito. El peso de la derrota destrozaba su conciencia con sus bordes afilados y lo hacía sentir como una mierda; parecía un monstruo kabuki, glacial e inexpresivo, atrapado en una prisión de cromo líquido.

2

Soul Love

La Tierra, a su llegada, rebosaba amor por los cuatro costados. Jóvenes recorrían las calles tomados de la mano, serenos y felices, ajenos a todo mal. Stardust sonrió con cierta amargura mientras jugueteaba con un mechón de su cabello color zanahoria; jamás podría retroceder en el tiempo y cambiar lo sucedido.

Recordaba días de vino y rosas, de carmín y brillantina, de sonrisas y sueños, cuando las metrópolis cubrían los continentes hasta donde la vista podía alcanzar. Los rascacielos de acero y cristal que punteaban los límites del firmamento, altos y orgullosos, ahora solo eran ruinas calcinadas.

Recordaba a todas las personas que había amado, tanto hombres como mujeres, durante sus correrías como estrella del pop. Centenares de jóvenes vestidos como él, con un rayo brillante pintado cruzándoles el rostro, le habían ofrecido sus cuerpos y anhelos sin ningún tipo de duda moral o filosófica. Aunque siempre se hubiera negado a admitirlo, era un romántico por naturaleza. Por desgracia, aquellos chicos y chicas habían perecido; solo le quedaba el amor divino para consolarse.     

Recordaba bosques verdes, océanos azules y brillantes, montañas escarpadas coronadas de blanco, enternecedoras puestas de sol que acariciaron su frío corazón como los dedos de un amante. Aquella fue una época feliz. No podía negarlo, a pesar de todo lo que sucedió después. Nada lo conmovía más que valor de la pérdida. Ziggy estaba solo, no le quedaba nada a lo que aferrarse, excepto una montaña de polvo blanco que menguaba por minutos.
  
3

Moonage Daydream 

Stardust había ideado una estratagema para intentar salvar a la humanidad: se convertiría en una “Zorra del Rock ‘N’ Roll” y se presentaría en todos los hogares como el invasor de espacio que era. Evidentemente, sabía que los padres bienpensantes repudiarían su actitud, la arriesgada propuesta que tenía en mente no sería del agrado de las almas cristianas: una revolución sexual a gran escala que aniquilaría los anticuados conceptos sociales inculcados durante miles de generaciones.

Con la mente llena de hirvientes pensamientos y una energía ilimitada, Ziggy se puso manos a la obra y comenzó a buscar músicos para montar una banda. Quería tocar un rock innovador, totalmente adelantado a su época sin parangón en el panorama musical. Primero estudió el mercado, dominado por productos comerciales creados por grandes compañías discográficas: títeres sin talento alguno que cantaban lo que le ponían delante de las narices; subproductos obsesionados por el éxito que no representarían amenaza alguna cuando él saltara a la palestra.

Un mes más tarde consiguió el equipo básico para montar su grupo —guitarra, bajo y batería— a través de un anuncio publicado en las páginas del Melody Maker. Los elegidos, tres jóvenes de Hull de aspecto ambiguo y soñador, encajaban como un guante en sus ambiciosos planes. Sin dudarlo, alquilaron los estudios Trident de Londres y contrataron los servicios de Ken Scott, uno de los mejores productores de Inglaterra, para pulir las aristas. Durante doce semanas ininterrumpidas trabajaron duro, centrándose en los arreglos, solos de guitarra y letras que definirían el álbum. Ziggy fue el motor que guió las sesiones. Sus temas favoritos eran los siguientes: sexualidad, política, estupefacientes, estrellato, decadencia, aislamiento y locura. ¿Cómo podría encajar todos aquellos conceptos con estilo? 

A diferencia de los álbumes que vendrían después, la grabación fue tranquila; un ambiente colaborativo y optimista llenaba las sesiones. Stardust compuso todas las canciones, tocó la guitarra acústica y coprodujo el álbum. La historia del elepé —que sería premonitoria— trataba sobre un extraterrestre que llegaba a la Tierra para salvarla de la destrucción convirtiéndose en un mesías del rock. Como era lógico, el protagonista de la narración —el propio Ziggy— terminaría olvidando sus objetivos y sería víctima de su descomunal éxito. La realidad imitaba a la ficción y la ficción imitaría a la realidad: una paradoja cósmica de proporciones infinitas. 

4

Starman

El disco turbadoramente titulado The Rise And Fall Of Ziggy Stardust and the Spiders From Mars contó con una monstruosa campaña de promoción que lo catapultó al número 1 de las listas británicas y estadounidenses. Una histeria colectiva, superior a la de los Beatles invadió el planeta de un extremo a otro. Millones de personas corrieron a las tiendas para comprar el álbum que se convirtió en el debut más vendido de todos los tiempos: cincuenta millones de copias en doce meses. Al final de su corta carrera, Stardust recibiría la notificación de que habría superado los doscientos millones de unidades despachadas. Un récord que ninguna banda obtuvo ni antes… ni después.

Los discos de oro, platino y uranio, el Mercury Prize, los Brit Awards, el Ivor Novello, los premios Grammy, comenzaron a amontonarse en las oficinas de la discográfica. Estrellas en el paseo de la fama de Hollywood, menciones en El libro Guinness de los récords… De ser una banda desconocida del sur de Inglaterra, Ziggy y las Arañas de Marte ascendieron a lo más alto de la realeza del pop, codeándose con los artistas más importantes de la historia. El equipo de marketing planificó una gira mundial de veinte largos meses por Inglaterra, Estados Unidos, Canadá, Europa, Extremo Oriente, y Sudamérica. El escenario —que representaba una megalópolis aniquilada— alcanzó cotas de sofisticación jamás vistas hasta el momento. Cincuenta toneladas de andamios, iluminación y equipos de sonido. Se necesitaba una enorme infraestructura, para trasladarlo de un sitio a otro a través de grandes distancias. Este estaba valorado en cinco millones de libras, y requería cien hombres y dos días para montarlo, sin contar con la veintena de camiones de quince metros de largo destinados a transportar a todo el equipo.

A través de la radio, Ziggy entró en todos los hogares gracias su pop melódico de gran calidad. Los jóvenes pasaban la noticia de boca en boca a sus amigos, entusiasmados por la nueva estrella que despuntaba en el firmamento. Su celebrada actuación en Top of the Pops —glamouroso, provocativo y seductor despertó las iras de los padres que no querían que sus hijos escucharan a «un puto maricón». Durante aquella época todos querían ser como Stardust: tener su mismo peinado; vestir sus exóticos modelos kabuki; llevar sus plataformas; maquillarse de manera andrógina. Las fotografías de Brian Ward en Heddon Street crearon escuela; miles de fans imitaron la pose de la portada del elepé. El Apocalipsis había comenzado. Elvis debía estar muerto de envidia… 

5

It Ain’t Easy

La cubierta del disco en todos los medios informativos. Se distribuyeron carteles en las paradas de autobuses, estaciones de metro y aeropuertos. Colgaron enormes anuncios en la Gran Pirámide de Giza, los Jardines Colgantes de Babilonia, el Templo de Artemisa, la Estatua de Zeus en Olimpia, el Mausoleo de Halicarnaso, el Coloso de Rodas y el Faro de Alejandría. Muñecos, disfraces, chapas, pósters, cereales, libretas, carteras escolares, libretas y cientos de artículos más, entraron en la campaña de marketing. Coca-Cola y McDonalds adquirieron los derechos para promocionar la gira por mil millones de dólares cada uno. El presidente de los Estados Unidos y la reina de Inglaterra se declararon fans incondicionales del grupo. El primer concierto celebrado en el Estadio de Wembley, con capacidad para noventa mil espectadores, despachó suficientes entradas para llenarlo durante semanas.

Mientras tanto Ziggy recordaba lo difícil que había sido llegar a la cima. En un principio, nadie confiaba en él y menos en la belleza de su música. Los ejecutivos de las casas discográficas suelen ser hombres avaros y desconfiados que sólo se rigen por los beneficios que el producto pueda ofrecer; la calidad es algo totalmente irrelevante en cualquier aspecto. El dinero suele ser lo único que importa, pase lo que pase. 

Ahora, siendo un ídolo multimillonario con una docena de discos de oro en su poder, aquellos que lo habían despreciado tenían motivo para lamentarlo. El presidente de Warner Records que en un principio tildó a las Arañas de Marte como «una banda mediocre que canta sobre la cocaína, la sodomía y el fin del mundo» sufrió un ataque al corazón al descubrir que el álbum había vendido más ejemplares que la Biblia en la última década. Idéntica suerte corrieron un sinfín de ejecutivos, roaddies y managers, que ante las burlas de la competencia, no les quedó otra opción que abandonar sus despachos; nunca se perdonarían haber dejado pasar aquella jugosa oportunidad. Desde el escenario, rodeado por un grupo de mimo contratado para amenizar el espectáculo, Stardust se preparaba a lanzar su ofensiva al mundo.         

6

Lady Stardust

El grupo tenía un jet privado con el logotipo del disco pintado sobre el fuselaje: una imagen de Ziggy vestido con un bonito mono color plata. Contaban con un equipo de filmación dirigido por D. A. Pennebaker que se encargaría de grabar un documental sobre la gira. Su manager, Tony Defries, era un individuo de confianza, un inglés de la vieja escuela que estaba dispuesto a hacer lo que hiciera falta para proteger los intereses de sus pupilos. Contrataron a un equipo de trescientas personas y una brigada de seguridad formada por exagentes del FBI, que habían protegido a Frank Sinatra y al mismísimo presidente Nixon. El director técnico dispuso de una innovadora iluminación para el escenario, que consistía, entre otras cosas, en franjas de luz blancas y negras, que daban un aspecto fantasmagórico a los atrezos en ruinas. Todo estaba preparado para el mayor espectáculo que el planeta conocería.

Durante la primera manga de la gira todo salió a pedir de boca: llenos absolutos, críticas favorables, públicos enfebrecidos al borde de la histeria. Más tarde, cuando abandonaron la vieja y querida Inglaterra, los americanos no tardaron en rendirse a los encantos de la banda. Tanto, que hasta los grupos de Extrema Derecha, el Ku Klux Klan, y los Mormones, individuos que no veían con muy buenos ojos la homosexualidad, comenzaron a tararear los temas del disco y a usar maquillaje. Gracias a Stardust aquellos hombres fanáticos y duros de roer descubrieron una parte sensible y femenina que no tardó en salir del armario. ¡Literalmente!

Cuando el equipo pasó por Texas, Ziggy comenzó a hacer de las suyas, travistiéndose en el escenario, delante de miles de incondicionales. En épocas pasadas, aquel acto hubiera sido motivo de escarnios. Los medios alabaron la brillantez de la puesta en escena y la calidad de los trajes de mujer diseñados por él mismo: otro punto a favor que elevó su reputación en los ámbitos de la moda. Los diseñadores que llevaban décadas en el negocio admiraron su buen gusto: Giorgio Armani, Ralph Laurent, Tommy Hilfiger, Diane von Furstenberg, Gianni Versace y Jean Paul Gaultier. Todos convinieron en que les quedaba mucho por aprender y que Stardust había llevado el género a un nivel que les costaría años alcanzar. Desgraciadamente, ninguno podría cumplir aquel sueño; faltaba poco para el fin del planeta.

7

Star

Desde su aterrizaje en la Tierra, Ziggy se había sentido atraído por las estrellas de rock. Había algo perverso en aquellas personas que con su música podían cambiar la mentalidad y la vida de millones de individuos anónimos. Gracias a Stardust, las viejas glorias que llevaban más de una década sin sacar un single de éxito volvieron a lo más alto cuando empezaron a versionar sus temas. Durante seis meses, Ziggy llegó a tener veintidós canciones en el Top 40, entre versiones y sencillos propios; nadie podía creer lo que estaba pasando.

En las entrevistas promocionales Stardust citaba como influencias a Vince Taylor, Kim Fowley, The Legendary Stardust Cowboy, The Velvet Underground —con su cantante Lou Reed en cabeza— y The Stooges —liderados por el carismático Iggy Pop—. Los críticos intentaron encontrar rastros de todas aquellas bandas en las letras y melodías de las Arañas de Marte, pero tal tarea fue estéril; el grupo era demasiado original para encasillarlo en algún género conocido.

A raíz de ello surgiría un nuevo movimiento musical que los medios catalogaron como glam rock o glitter rock. El virtuosismo y la técnica de las bandas psicodélicas desapareció sin dejar rastro. En el fondo el género siempre fue aburrido, con solos de veinte minutos que ningún cristiano hubiera podido soportar a no ser que fuera “puesto” de LSD. Stardust aportó una corriente de aire fresco al mainstream con sus melodías pegadizas llenas de frescura. ¡Al diablo con los conejos blancos y los submarinos amarillos! Antes de un año, un sinfín de grupos siguieron el camino que las Arañas de Marte habían creado de la nada: Roxy Music, Queen, Slade, Elton John, Suzi Quatro, Gary Glitter, Mud, Sweet, Mott The Hopple, Cockney Rebel, Wizzard…

Marc Bolan, líder de T. Rex y compañero de correrías de Ziggy, se quedaría con la miel en los labios al comprobar cómo su colega conseguía los laureles de la fama con los que él tanto había soñado. En los negocios, el pez pequeño siempre es devorado por el más grande, y Stardust no hacía más que confirmar una teoría tan vieja como el mundo.  

8

Hang On To Yourself

En los camerinos, después de los conciertos, aparte de la consabida ración de flores, drogas y adulaciones, las groupies luchaban por los favores de los miembros del grupo. Esto también se extendía a los hombres, muchachos jóvenes e imberbes, que apenas alcanzaban la mayoría de edad, querían hacer el amor con Ziggy, Ronno, Weird y Gilly sobre todas las cosas. Divertido, Stardust aceptaba de buena gana las proposiciones de sus fans. Según la leyenda, más de mil personas llegaron a pasar por sus brazos: una cifra que Lord Byron había necesitado toda una vida para cumplir.

Ziggy disfrutaba de cualquier oportunidad, jamás hacía ascos a nada, y lo más importante, estaba abierto a una infinitud de posibilidades, cuanto más perversas mejor. Gracias a su descomunal fama, podía conseguir lo que quisiera: los mejores pasajes de avión, las mejores suites de los hoteles, las mejores limusinas, los mejores restaurantes, los mejores narcóticos, las mejores groupies… no existía límite alguno. Stardust no tenía ningún tipo de sentido de la moralidad ni de la culpabilidad católica; era libre como un pájaro. Las convenciones sociales de la época tampoco le afectaban; estaba por encima del bien y del mal.        

¿Por qué Ziggy resultaba tan irresistible? Aparte de la conversación y sus excepcionales dotes como amante, poseía una belleza difícil de igualar, sin contar su talento en el escenario y una voz prodigiosa que alcanzaba cualquier registro. Sus ojos de distinto color —el derecho azul y el izquierdo gris— hipnotizaban a todos los mortales. Su cabello naranja —con aquel corte de pelo sensacional— era la envidia de todo el mundillo artístico. Su cuerpo —delgado y andrógino— incitaba a cualquier locura sexual. Stardust no se tomaba demasiado en serio a sí mismo, tenía un objetivo que cumplir y procuraba mantener los pies sobre la faz de la Tierra. Todo ello cambiaría en el transcurso de las siguientes semanas.  

9

Ziggy Stardust

Ziggy se encontraba deprimido: llevaba demasiados meses en la carretera, y la presión de la fama le estaba resultando insoportable. Ávida de nuevos éxitos, la discográfica lo había obligado a entrar en el estudio solicitando un álbum que igualara —o superara— el nivel de ventas de su predecesor. Stardust se resistió a la idea, no había compuesto material nuevo y necesitaba un descanso, pero Defries le mostró el contrato, inflexible. De no cumplir lo pactado, lo demandaría.

A regañadientes, no le quedó más remedio que reunir a las Arañas y regresar a Inglaterra con el rabo entre las piernas. Durante las sesiones, no existía ninguna clase de química entre los músicos; la empatía sobrehumana que los unía en el pasado era historia. Ninguno entendía las letras improvisadas de ínfima calidad que trataban sobre trastornos psíquicos, aislamiento, decadencia moral, entornos urbanos bañados por la lluvia ácida y los efectos nocivos de la cocaína. Scott arrojó la toalla, alegando que era imposible trabajar con Ziggy, que nunca aparecía para grabar, y en el caso improbable de que diera señales de vida, siempre llegaba colgado y con un grupo de fans que arruinaban las sesiones.

Después de componer unos cuantos temas, Stardust sufrió una sobredosis que lo mantuvo lejos del estudio durante semanas. Según el médico, había alcanzado el límite de su resistencia física. Mientras se recuperaba en el hospital, analizó los últimos años de su vida desde una óptica gélida y especulativa, sin permitirse ninguna clase de sentimentalismo. Entonces las Arañas de Marte recibieron un mensaje que les heló la sangre en las venas: Ziggy había decidido disolver la banda.            

10

Suffragette City 

Después de la noticia Stardust desapareció del mapa; necesitaba una buena purga para limpiar su interior. La casa discográfica intentó localizarlo, aterrada, por todos los medios posibles; ninguno quería quedarse sin trabajo. Tony Defries renunció a su puesto; estaba harto del mundo del rock. Las fiestas se sucedieron una detrás de otra, incansablemente, en una orgía de sexo, drogas y alcohol que hubiera aniquilado a cualquiera. Ziggy se entregó al vicio con todas sus fuerzas, bajo quince kilos en un espacio de tiempo relativamente corto; poco le importaba vivir o morir. Sus facciones se convirtieron en una máscara mortuoria y apergaminada; su anatomía en un cascarón reseco; su mente en un crisol de mercurio fundido.

Encerrado en su apartamento de Los Ángeles, sobrevivía a base de una dieta de leche y pimientos, sumido en una oscuridad perpetua, sin molestarse en correr las persianas de aluminio. Su consumo de drogas aumentó de tal forma que su asistente personal temía por su existencia. Cuando llegaba por las mañanas lo encontraba desvanecido en el suelo, circundado por pentagramas y bolsitas de farlopa vacías. Angustiada, Coco sostenía el espejo donde Stardust había esnifado y se lo colocaba debajo de la nariz. Los pocos amigos que tenía se desvanecieron, aquellos snobs no querían tener tratos con su persona; recelaban de la espiral autodestructiva donde oscilaba.

Las Arañas de Marte, a pesar de haber sido despedidos, intentaron ponerse en contacto con Ziggy, pero este rechazó sistemáticamente todas sus llamadas. Stardust se sentía avergonzado por sus actos, no soportaba haber hecho tanto daño a las personas que amaba; cada vez que veía su rostro en las portadas de las revistas le entraban náuseas. Todos sus planes y objetivos eran agua pasada, el destino de la humanidad le traía sin cuidado; no quería saber nada de los hombres y mujeres que, en su momento, había intentado salvar.

11

Rock ‘N’ Roll Suicide

El tiempo, como un cigarrillo, se consumía entre sus dedos...

Ziggy lamentaba todos los errores cometidos. El anhelo de cambiar el pasado quemaba cualquier atisbo de racionalidad que pudiera restarle. ¿Por qué había tenido tan mala suerte? Sus intenciones se habían ido al cuerno, la raza humana era historia, y se encontraba en un planeta deshabitado; un montón de ruinas humeantes que le causaban repulsión. A trompicones, se incorporó y vagó por el apartamento contemplando las avenidas solitarias. Durante un segundo, la idea de suicidarse le pareció atractiva. Todas las dudas y contriciones que atesoraba no volverían a obsesionarle; encontraría la paz de espíritu que demandaba.

Stardust intentó llorar, sentir alguna emoción, aplastar los bordes intangibles de la cocaína de alguna manera. Para bien o para mal, sus conductos lacrimales no le ofrecieron la oportunidad de desahogarse; las drogas lo habían convertido en una especie de engendro mecánico. La desesperación estuvo a punto de derrumbarlo contra el suelo. Con movimientos nerviosos y espasmódicos, Ziggy regresó a la mesa y prendió un Gitanes: el humo del cigarrillo fue un pobre consuelo. Asqueado, contempló las líneas cuidadosamente cortadas sobre la superficie de cristal. Maldita fuera la hora en que había probado aquella basura.

Entonces, en aquel momento, supo que después del Armagedón, todo volvería a empezar de cero. Una nueva tribu emergería de las ruinas, supervivientes que se adaptarían sin dificultades al nuevo mundo. Jóvenes que llevarían pieles y diamantes, armas de bronce y pedernal, patines y cometas que los auxiliarían a deslizarse sobre los rascacielos ennegrecidos. Sin ser consciente de ello, Stardust había moldeado la Tierra a su conveniencia; un erial recorrido por ratas mutantes y tormentas petroquímicas. Las nuevas naciones levantarían efigies en su nombre, construirían pirámides y templos para adorarlo, sus hazañas se convertirían en una religión completamente autónoma. 


Ziggy aceptó su terrible destino con los dientes apretados. De ser un suicida del Rock ‘N’ Roll se había transformado en un Dios…





lunes, enero 11, 2016

DAVID BOWIE: "BLACKSTAR"



A mediados de los ochenta, cuando su carrera discográfica entró en decadencia debido a una serie de álbumes comerciales poco inspirados, la misma crítica que adoraba a David Bowie considerándolo un visionario y referente a seguir, no tardó en despreciar su trabajo e influencia. Discos notables como Let’s Dance, The Buddha Of Suburbia, Outside o Reality fueron tachados de obras inferiores a las glorias de antaño o masacrados sin piedad.

En el año 2013, después de una década de silencio, rumores sobre su salud y toda clase de conjeturas, el británico regresó sorpresivamente con el aclamado The Next Day que causó una conmoción entre sus fieles —y sufridos— seguidores similar al Segundo Advenimiento de Cristo. El elepé alcanzó las primeras posiciones de todos los charts del planeta y la prensa especializada lo alabó como una obra maestra a la altura de Scary Monsters.

Parece que ello le ha proporcionado la suficiente confianza en sí mismo para abandonar el estilo de rock tradicional que lo acompaña desde finales de los noventa y adentrarse en territorios inexplorados en su andadura musical. La salida del sencillo homónimo Blackstar el pasado veinte de noviembre —con su misterioso, lóbrego y cautivador videoclip filmado por Johan Reneck— demostró que, a pesar de su edad, Bowie continúa queriendo sorprender a su público. La canción fue utilizada como cabecera para la miniserie The Last Panthers protagonizada por Samantha Morton y John Hurt.

Nos encontramos con un delirante paisaje de ciencia ficción similar a la Interzona de William Burroughs, el cadáver de un astronauta, figuras danzando espasmódicamente en un ático ruinoso, una raza alienígena que venera los restos del explorador espacial, tres hombres crucificados en un campo y al británico como profeta ciego que propaga una siniestra doctrina entre sus acólitos. Bowie lleva una imagen impactante: traje raído, camisa con chorreras, pelo de punta, cara vendada y botones por ojos. Una obra de arte que no tiene nada que envidiar a vídeos como Ashes to Ashes, China Girl, Blue Jean, Jump They Say, The Heart’s Filthy Lesson, Little Wonder o The Next Day.

Blackstar, con sus diez minutos de duración, merece un puesto entre lo más excelso de su abigarrada discografía. Un tema a la altura de The Width of a Circle, Station to Station, Cat People, Absolute Begginers o Loving the Alien. Onírico, innovador, jazzístico y con ecos de Scott Walker, conduce al oyente a una especie de trance con su melodía arábiga punteada de saxos, cambios de tempo, coros espectrales, percusiones electrónicas, teclados y flautas, en la que la voz susurrante de Bowie destaca sobre los cuidados arreglos de su fiel productor Tony Visconti. 

Lazarus —presentada en el musical de Broadway basado en El hombre que cayó a la Tierra— posee un corte destinado a las radiofórmulas que roza el límite del rock progresivo y una atmósfera envolvente que destaca por sus vientos, guitarras intrincadas, sintetizadores y una formidable línea de bajo. En el videoclip encontramos a Bowie disociado en dos personajes al límite —interno de un hospital psiquiátrico y novelista frente a su escritorio— y referencias a su propia iconografía: El Duque Blanco, Loving the Alien y Blackstar.

'Tis a Pity She Was a Whore y Sue (Or in a Season of Crime) —aparecidas en el recopilatorio Nothing Has Changed— contienen nuevos arreglos —metales, cuerdas, baterías sintetizadas y loops electrónicos— para que encajen con la atmósfera mística del disco. El saxofón de Donny McCaslin ha tomado el protagonismo, relegando a las guitarras a un segundo plano y lleva el peso de todas las canciones. Girl Loves Me —el tema más extraño del álbum—, la lánguida Dollar Days y I Can't Give Everything Away— que podría ser sencillo— cuentan con piano, vientos y sintetizadores. Esta última, gracias a su estribillo melancólico y repetitivo, resulta el cierre perfecto para el elepé.   

Siguiendo la estela del infravalorado Outside, Bowie ha grabado una nueva joya oscura, barroca y seductora. A diferencia de Earthling —en el que predominaba la música industrial y el drum and bass de la época—, Blackstar es un trabajo orgánico, personal y vanguardista que no bebe de fuentes externas. Ahora que la crítica se encuentra rendida a sus pies, intuyo que las reseñas serán abrumadoramente positivas. Un éxito arrollador para un artista ambicioso y polifacético que aún le queda mucho por ofrecer.

Epílogo:

Como triste conclusión, la mañana del 11 de enero los medios comunicaban el músico había fallecido. «David Bowie ha muerto en paz hoy rodeado de su familia, después de una valiente lucha de 18 meses contra el cáncer. Mientras muchos de vosotros compartiréis la pérdida, pedimos respeto a la privacidad de la familia durante su tiempo de dolor». Al igual que Freddie Mercury, impulsado por su amor por la música, Bowie grabó hasta el último minuto de su existencia. Blackstar significa el punto final de una emocionante carrera y el mejor regalo de despedida posible para los fans.