domingo, febrero 21, 2016

FANGORIA: "CANCIONES PARA ROBOTS ROMÁNTICOS"



Producido por los colaboradores habituales Guille Milkway (La Casa Azul) y Jon Klein (Specimen), Fangoria regresan al mercado musical después de tres años de ausencia. El título del álbum, mordaz a todas luces, poco tiene que ver con unas letras fieles al estilo del dúo que tratan sobre ciencia ficción, el paso inexorable y aniquilador del tiempo, y los aspectos más oscuros de las relaciones sentimentales: odio, ingratitud, desengaño, soledad, hastío, mentira, obsesión y sufrimiento.

La festiva “Geometría Polisentimental”, elegida como primer single, fue un pequeño anticipo de un álbum electrónico, amargo y bailable. Un tema a la altura de “Dramas y comedias”, “Criticar por criticar”, “Electricistas”, “En la Disneylandia del amor” o “Hagamos algo superficial y vulgar”, por poner algunos ejemplos. A pesar de una letra excéntrica, gracias a su melodía pegadiza, consiguió llegar a las primeras posiciones de las listas de ventas. Todo un éxito en una industria dominada por productos comerciales, irrelevantes y escasos de profundidad.   

Canciones como “Disco Sally” —inspirada en la octogenaria famosa por sus juergas en el celebérrimo Studio 54 que, según la leyenda, murió bailando en mitad de la pista—, “Vacaciones en el infierno” que destaca por unos versos incisivos y unos coros extraños, “Manual de decoración para personas abandonadas”, “La marisabidilla, el escorpión y la que quita la ilusión” y “Mentiras de folletín”, ácida hasta el punto de hacer brotar la sangre, pueden contarse como los momentos más asequibles del disco.

“Iluminados” (que podría ser sencillo perfectamente), “Voluntad de resistir” y “La nostalgia es una droga” (con unos impagables versos en latín) recuerdan a las composiciones de Dinarama tanto en lírica como en estilo. El críptico final formado por “Delirios de un androide cardado”, “La procesión va por dentro” y “Larga vida y prosperidad” —poco digerible y anticomercial—, subraya unas atmósferas que podrían formar parte del lejano imaginario Pegamoide sin ningún problema.       

La irónica portada y el arte interior diseñado por Juan Gatti, bebe de la arquitectura de Mies Van Der Rohe y la iconografía americana típica de los años cuarenta. A diferencia de otras bandas patrias que recurren a temas superficiales para triunfar, Fangoria continúan destacando por no hacer concesiones. Canciones para robots románticos reúne lo mejor de su pasado/presente y reafirma su independencia y autenticidad. 




martes, febrero 02, 2016

SUEDE: "NIGHT THOUGHTS" (WARNER BROS, 2016)



El regreso de Suede con el notable Bloodsports (Warner Bros, 2013) hizo olvidar la época de álbumes blandos, egos desmedidos y luchas internas que ocasionaron la caída de la banda a principios de la década pasada. Night Thoughs es el disco que sus fans llevaban esperando desde hacía años. El grupo ha sintetizado lo mejor de su esencia en un trabajo poético, barroco y dramático lleno de temas pegadizos como los singles “Outsiders”, “Like Kids” y “No Tomorrow”. “I Don't Know How To Reach You” y “What I'm Trying To Tell You” también inciden en su faceta más guitarrera. Respecto a las baladas, destacan la desgarradora “Pale Snow” (capaz de arrebatar la respiración), “Tightrope” y la épica dupla “When You Are Young/ When You Were Young”.

Volvemos a encontrarnos a personajes jóvenes, temerosos y alienados que buscan su camino, todo escrito desde la óptica que proporciona la experiencia y el recuerdo. Historias sobre oportunidades perdidas, excesos, remordimientos, sexo sucio y nocturnidad típicas de Brett Anderson. Este brilla con luz propia y llega a eclipsar el trabajo de sus compañeros con una interpretación ampulosa y vibrante que nos retrotrae a sus mejores tiempos como vocalista. La producción de Ed Buller (es la quinta vez que trabaja con ellos) incide en el sonido oscuro, denso y claustrofóbico de un álbum sin fisuras en el que todas las canciones encajan con la precisión de un metrónomo. La nana “Learning To Be” (inspirada en la paternidad del cantante) y la agridulce “I Can't Give Her What She Wants” (en la que Anderson se luce al máximo) nos prepara para el broche final con “The Fur & The Feathers” que recuerda a la majestuosa “Still Life”.

Suede han dado en la diana con un álbum ambicioso, teatral y maduro que se encuentra más próximo a la grandiosidad de Dog Man Star (tanto en estructura como en producción) que a cualquier otro elepé de su discografía. Tanto la crítica como el público han reaccionado de forma positiva ante el reciente trabajo de los londinenses y sus actuaciones en directo continúan rayando gran altura. ¿Acaso se puede pedir más a una segunda juventud?